Las conspiraciones han sustituido a los aplausos y los sanitarios hemos quedado desprotegidos ante estos valientes guerreros del teclado y adalides de la libertad.
Por David Oliver
Durante el pico de la primera ola de Covid-19, estuve trabajando en urgencias, al igual que millones de compañeros de profesión de todo el mundo que pusieron su salud en peligro y hasta dieron su vida. En mis 31 años de médico en el Reino Unido, nunca he vivido una situación tan desafiante e inusual, tan peligrosa para los trabajadores y angustiante para sus familias.
Somos profesionales y nuestro trabajo es cuidar de los enfermos. Lo hicimos de forma voluntaria y seguiremos haciéndolo. Los aplausos y la comida que recibimos en la primera ola estuvieron muy bien, pero la verdad es que preferimos recursos adecuados, más personal, más pruebas diagnósticas, más equipos de protección individual y más respeto por parte de los gobiernos.
También estaría bien que no hubiera gente expandiendo desinformación peligrosa sobre el coronavirus, como los que dicen que es todo una “plandemia”, o una conspiración mundial por un virus que ni enferma ni mata a nadie.
Los errores de comunicación de los gobiernos y la mala gestión de las noticias por parte de los medios ha complicado aún más la labor de los periodistas. Por eso no es una sorpresa que ahora nos encontremos en un ambiente en el que conviven rumores, conspiraciones y desinformación sobre la pandemia.
“Cuando tacháis de mentirosos y vendidos a los medios de comunicación responsables, estáis acusando a sus fuentes primarias de información, que somos nosotros”
Los trabajadores de la sanidad nos encontramos con estas cosas todos los días y nos resulta insultante y desmoralizador. Si tratamos de desmentir o corregir algún dato, nos llueven acusaciones por parte de personas sin formación ni experiencia en el ámbito de la medicina, nos tachan de mentirosos y hasta nos explican cómo debemos hacer nuestro trabajo. Un ejemplo reciente es la popularización del hashtag #pandemicisoverUK (‘la pandemia ha terminado en el Reino Unido’), pese a que en el Reino Unido ya se detectan más de 20.000 nuevos casos cada día.
Al parecer, las conspiraciones han sustituido a los aplausos y los sanitarios hemos quedado desprotegidos ante estos valientes guerreros del teclado y adalides de la libertad. ¿Por qué? ¿Por qué nos hacéis esto?
Apoyados en un puñado de científicos, médicos y periódicos discrepantes, oímos una serie de afirmaciones que no le hacen ningún bien a nadie. Todos sus argumentos son fácilmente desmontables, pero resulta aburrido y agotador hacerlo día tras día cuando llegas a casa después de una jornada extenuante tratando de salvar vidas.
Voy a enumerar unos pocos ejemplos de lo que he visto. He llegado a leer que los hospitales están vacíos y que los sanitarios estamos tocándonos las narices; que la mayoría de las personas cuya muerte se atribuye al coronavirus en realidad no han muerto por el coronavirus (parece ser que todos los médicos del mundo nos hemos puesto de acuerdo para saltarnos nuestro código profesional y mentir sobre la causa de la muerte de nuestros pacientes por algún motivo que desconozco); que el 90% de los positivos por PCR son en realidad falsos positivos y que no son infecciosos cuando, en realidad, los falsos negativos son un problema mucho mayor. Incluso nos han llegado a decir que la mayoría de las infecciones se producen en los hospitales por culpa de nuestra negligencia.
También he oído que la Covid-19 no es más que otra invección estacional como la gripe o el catarro, e igual de poco letal que ambas, cuando se ha demostrado que el coronavirus sigue un patrón distinto y es mucho más letal. En el Reino Unido, 620 trabajadores sanitarios de primera línea han fallecido a causa del coronavirus, una cifra que jamás se ha visto con la gripe. A no ser, claro, que también hayamos falsificado esos certificados de defunción.
Pero lo más triste es que hayamos pasado de recibir aplausos a que nos acusen de asesinar a ancianos en residencias o de enviarlos a la muerte. Se dice que los médicos de cabecera apenas están trabajando, pese a la cantidad de consultas telefónicas que están realizando para evitar visitas presenciales cuando es posible. Cuando tacháis de mentirosos y vendidos a los medios de comunicación responsables, estáis acusando a sus fuentes primarias de información, que somos nosotros.
“Estamos a punto de empezar unos meses muy duros y, mientras tanto, tenemos que soportar a los que nos decís que el virus no existe o que no es para tanto”
En el momento en el que escribo esto, ya estamos notando el aumento de admisiones típicas de esta época del año, a lo que hay que sumarle todo el trabajo que hubo que posponer o cancelar por la primera ola. Pero también estamos notando mucho el aumento gradual de ingresos hospitalarios por Covid-19 y nos vienen recuerdos de la primera ola. Estamos cansados. Buena parte de los sanitarios de mi país están aislados por precaución o de baja por coronavirus, y uno de cada tres enfermeros está planteándose dejarlo. Ha habido demasiadas denuncias silenciadas de trabajadores por falta de equipos de protección individual y de pruebas. Incluso amenazas. Estamos a punto de empezar unos meses muy duros con la Covid-19 y otras enfermedades y, mientras tanto, tenemos que soportar a los que nos decís que el virus no existe o que no es para tanto. Si vuestra intención es dañar el bienestar de las personas que os cuidan cuando enfermáis, lo estáis haciendo genial.
Creo que gran parte de esta aversión no nace por inquina a quienes gobiernan, sino más bien por la comprensible preocupación por otro confinamiento, por el empleo, por la calidad de vida, por la economía y por las restricciones de la libertad individual.
Pero no hemos sido los médicos quienes hemos tomado decisiones. No hemos sido los médicos quienes llevamos años retirándole fondos a la sanidad pública y no es culpa nuestra que no estuvieran listas las infraestructuras necesarias para afrontar una pandemia.Tampoco es culpa nuestra que hayamos reaccionado tarde a las advertencias de la OMS. Más bien al contrario. Fuimos nosotros quienes dimos un paso al frente desde el primer momento.
Los aplausos han dado paso a continuos ataques a nuestra reputación, nuestra integridad y nuestra profesionalidad. Ojalá esos valientes guerreros del teclado se dieran cuenta de que todo lo que hacemos lo estamos haciendo de buena fe y de que no necesitamos que nos enseñen a hacer nuestro trabajo. Ojalá comprendieran que su afán por desinformar a la población no hace más que ponerle trabas a un trabajo que bastante complicado está siendo de por sí.