Resumir la trayectoria de Ramón Tamames (Madrid, 1933) en unas breves líneas es prácticamente imposible. Economista, historiador y político, entre otras facetas, anduvo el camino del PCE al CDS y ahora ocupa su tiempo entre sus plantas, las tertulias en las que participa y los libros, sobre todo de historia. El último que publica es La mitad del mundo que fue de España. Una historia verdadera, casi increíble (Espasa), un relato sobre el poderío del Imperio español entre los siglos XVI y XVIII.
–Desde su casa se ve el Bernabéu.
–Sí. El otro día estaba viendo un documental sobre la construcción de la Torre Eiffel y me dije que era casi tanto como lo que está haciendo aquí Florentino. Las grúas que hay aquí nunca se habían visto en España. Hay unas estructuras metálicas impresionantes.
–¿Y tanta obra no afecta a sus plantas?
–Las obras no molestan, son construcciones muy silenciosas. Mis labores en la jardinería han tenido este año el impacto de Filomena, que se cargó los geranios que había traído de Extremadura, de Trujillo. Pero con la fuerza de la primavera las plantas se están reponiendo.
–Me alegro. Tiene buena mano. A otros se nos secan hasta los cactus.
–[Risas] Sí, me dicen que tengo mano verde.
–Anthony Hopkins aprendió a ser feliz a partir de los 75 años. ¿Es su caso?
–No, he tenido muy buenos momentos en mi vida. Lo tengo escrito en Más que unas memorias. Pensé incluso ponerle un subtítulo, Mereció la pena, pero me pareció excesivo.
–¿Parte de nuestros problemas parten de no conocer nuestra historia?
–Más que de nuestros problemas cotidianos, los españoles no valoramos la importancia que tuvimos del siglo XVI al XVIII. Han tenido que venir hispanistas a recordárnoslo. Es verdad que ahora hay una corriente muy favorable a difundir lo que fueron aquellos tiempos.
–A ver si cambia el prisma.
–Estamos en una fase de recuperación histórica importante, sin quedarnos en el complejo de inferioridad de aceptar la leyenda negra o pensar que la historia de España es un fracaso. Ya me gustaría ver cuántos países han llevado su lengua al mundo como lo hizo España, sus costumbres y sus estructuras mentales. Estamos en un gran país en parte desconocido por sus propios habitantes.
–Pero es un país con muchos complejos.
–Pues sí, por qué no decirlo. Somos unos acomplejados. Hay un gran complejo de inferioridad, como si todo lo francés, inglés, alemán o italiano fuera mejor que los español. España tiene un gran pintor como Velázquez, un gran sabio como Ramón y Cajal... Y El Quijote sigue siendo la primera gran novela de la humanidad.
–¿Se debería estudiar más el imperio español?
–Yo lo estudié en pleno franquismo. Ahora sólo se dicen del franquismo situaciones tenebrosas, pero en esos tiempos se hizo la película de Bardem Muerte de un ciclista o El verdugo de Berlanga o el mejor teatro de Buero Vallejo. Hay que conocer la historia con menos prejuicios. Todo esto de la memoria histórica, de olvidarse de la Ley de Amnistía y revivir las dos Españas como si estuviéramos en el 36 me parece una mala nota y una desgracia nacional. Tenemos que conocer mejor la historia en sus lados positivos y negativos.
–¿Quién ha matado el consenso del 78?
–Pues los ignorantes. Toda esta gente que sólo ve blanco o negro, fascismo o revolución (que tampoco saben hacerla, es muy difícil) y que no ven la viga en el ojo propio. No hace falta que le cite la crítica de la casta, que ha desaparecido completamente, porque actualmente gran parte de los componentes del Gobierno están alojados en la casta.
–¿Y qué me dice de los resultados de Madrid?
–Es el triunfo de Ayuso ante un Gobierno apoyado por radicales, populistas e independentistas.
–Ha tenido como consecuencia que Pablo Iglesias abandone la política.
–Sí, hemos asistido al fracaso de un adolescente político. Acabará en la televisión, si lo dejan, porque ha cansado a mucha gente.
–Usted ya hizo el camino del comunismo a la libertad hace tiempo.
–Los que nos apuntamos al PCE en 1956 no estábamos ni por la dictadura del proletariado ni por la propiedad pública de los medios de producción ni por la ciencia del marxismo-leninismo ni por esas zarandajas, sino porque queríamos luchar por las libertades y el PCE era el único que hacía eso en aquella época.
–¿Conoce algún periodo con un nivel tan bajo en nuestros gobernantes?
–Es difícil encontrarlo. Se quieren cargar la Transición, pero no van a poder. Vienen cambios importantes. Pero también es absurdo decir que es el peor Gobierno de los últimos 80 años, porque en ocho décadas hay de todo.
–Como en botica.
–Nunca se había visto semejante coalición y semejante personal.
–¿Saldremos de ésta?
–Creo que sí. Como decía Machado, España se superará a sí misma. Tuvimos un momento de esplendor en la Transición. Pero los constituyentes nos pasamos de rosca en el Título VIII. No se debería haber transferido a las comunidades autónomas temas tan importantes como toda la educación, toda la sanidad y todo el medio ambiente.
–¿Ha fracasado el Estado de las autonomías?
–No, porque las autonomías tienen cosas muy buenas. Nunca se había visto tanto interés en la patria chica de cada uno. Hay ciudades maravillosas que se han transformado en estos años de democracia. Aunque también ha habido mucha corrupción, el impulso de las autonomías tiene muchos lados positivos, hay que reconocerlo. Pero no tiene sentido crear 17 estados dentro del Estado español. Son autonomías, no estados soberanos, ni mucho menos. Pero, ¿no me pregunta por mi libro?
–Ahora iba... Haga un poco de historia-ficción. ¿Si Felipe II hubiera conquistado China, qué hubiera sido de nosotros?
–Felipe II se encontró con que era dueño de medio mundo, porque se ciñe la corona de Portugal. Viene a decir que junto con el emperador de China puede formar el Gobierno mundial, pero nunca consiguió enviar su embajada a China, porque los españoles de Filipinas ya se opusieron. Decían que “con los chinos no había acuerdo posible. Son un pueblo que se consideran el centro del mundo y no pactan con nadie”. Y en esto tenían cierta razón.
–Hubiera sido un cambio brutal en la historia.
–Era una utopía irrealizable. Algunas veces las utopías son realizables, pero otras veces, no.
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