La exposición del ser humano a este semimetal puede derivar en la aparición de enfermedades como el cáncer
La Alpujarra, Jerez del Marquesado, la Costa Tropical y la comarca Norte, las zonas más afectadas
Catorce municipios de Granada deben actuar con urgencia contra la exposición a gas radón
La Organización Mundial de la Salud (OMS) declara que el arsénico es un elemento natural de la corteza terrestre y que, en su forma inorgánica, "es muy tóxico". Un componente que se encuentra ampliamente distribuido en la provincia de Granada, presente en el aire, el agua y la tierra.
Concretamente, según un informe del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y del Instituto Geológico y Minero de España, dependiente del Ministerio de Consumo, en las zonas de los sistemas Béticos y Penibéticos se puede encontrar una elevada concentración de arsénico en el suelo. Esto se traduce en Granada en que los municipios presentes en las comarcas de La Alpujarra, Jérez del Marquesado, y en menor medida la Costa Tropical y la comarca Norte, reciben grandes aportes de este semimetal peligroso para la salud.
En La Alpujarra y Jérez del Marquesado la concentración de arsénico en el suelo es de entre 21,19 y 99,37 miligramos por kilo, la más elevada que se puede encontrar en la Península Ibérica. También reciben grandes aportes las zonas de la Costa Tropical y la comarca del Norte, con zonas con concentraciones de entre 13,70-15,44 mg/kg, e incluso el Área Metropolitana o la comarca del Poniente de Granada registran entre 11,96-13,70 mg/kg.
La exposición a este semimetal se ha relacionado con diferentes tipos de cánceres, y según la OMS, "el arsénico representa una amenaza importante para la salud pública cuando se encuentra en aguas subterráneas contaminadas".
El arsénico inorgánico está presente en suelo, agua, aire y alimentos, de forma que el ser humano se encuentra continuamente expuesto a este contaminante. El intervalo de arsénico en el suelo varía de 0,2 a 40 miligramos por kilo. La exposición vía consumo de agua es la mayoritaria a escala global.
Tanto el suelo como el agua de un emplazamiento son una de las principales vías de exposición a arsénico para los seres vivos, ya sea por ingesta (principalmente para niños), inhalación o contacto dérmico. Otra vía determinante de exposición es el paso del arsénico a la cadena trófica: el arsénico se acumula en cultivos, vegetales y frutas que crecen en suelos contaminados y que luego son usados bien para consumo humano o para crear piensos para animales dedicados a consumo humano.
En el suelo, el arsénico proviene de fuentes naturales y también como resultado de la actividad humana, principalmente por contaminación atmosférica y aplicación de fertilizantes de fosfato. La deposición atmosférica de arsénico en el suelo ha disminuido de forma general en Europa en los últimos 20 años.
El arsénico llega al medioambiente como consecuencia de procesos naturales como volcanes, incendios forestales o erosión de rocas y minerales, pero también derivado de la actividad antropogénica, como son las emisiones industriales, la producción de energía a partir de combustibles fósiles y su uso como conservante de madera, herbicida o insecticida.
La presencia de este semimetal en la provincia de Granada supone un riesgo sanitario debido a su clasificación como cancerígeno en humanos, al existir suficiente evidencia científica que lo avala. Además, se trata de un elemento que presenta numerosos efectos tóxicos, siendo el principal efecto por una exposición prolongada el de lesiones en la piel. También puede provocar cáncer de vejiga, pulmón y piel.
Las personas en la población general pueden exponerse al arsénico cuando fuman tabaco, beben agua contaminada o consumen alimentos preparados con plantas que fueron irrigadas con agua contaminada. En general, se piensa que la exposición al arsénico por agua potable contaminada es más dañina para la salud de las personas que la exposición al arsénico a través de alimentos contaminados.
Estudios sobre el riesgo de cáncer
En 2016, un grupo de científicos del Centro Nacional de Epidemiología detectaron una asociación estadística entre la concentración de arsénico en el suelo y una mayor mortalidad por diferentes tipos de cáncer en España. Se analizaron más de 860.000 muertes por cáncer en casi 8.000 municipios españoles ocurridas entre 1999 y 2008, y la conclusión fue clara: la mortalidad por cáncer de estómago, páncreas, pulmón, cerebro y linfoma no Hodgkin se eleva en los lugares con niveles más altos de arsénico.
Los epidemiólogos Gonzalo López Abente y Olivier Núñez, encargados de este estudio, consideraron entonces que es "muy difícil" trasladar sus resultados "a una cifra de riesgo en la población", ya que su trabajo, publicado en la revista especializada Environmental Science and Pollution Research, evalúa el efecto de la exposición al arsénico sobre la mortalidad a nivel del municipio, no de un individuo. "Sí se ve un aumento paulatino del riesgo relativo con el nivel de concentración en suelo".
López Abente habló de riesgos relativos, no absolutos. El riesgo de morir por un tipo concreto de cáncer puede ser el doble en una región respecto a otra, aunque el riesgo absoluto siga siendo pequeño. El hecho de residir en un municipio con niveles de arsénico por encima de la media "no implica que su localización espacial por sí misma origine un cáncer", ha recalcado el investigador.
El arsénico químico aparece en mayor cantidad de manera natural en suelos de Galicia, Almería, Castellón, Asturias, Madrid y Lleida, entre otras regiones, aunque la proximidad de industrias que emiten arsénico, como las centrales térmicas de carbón, las incineradoras y los hornos de fundición, eleva ligeramente su concentración.
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