miércoles, 7 de diciembre de 2011

La Alpujarra, un destino de oro granadahoy.com

El paisaje otoñal de sus sierras amarillas convierte a esta comarca en el objetivo prioritario del turismo de interior


Esta festividad como los ojos del Guadiana, más que cualquier otra época del año, tiene el curioso efecto de animar a la gente a tirarse al monte. Aunque muchos de los que hacen puente aprovechan para marcharse a destinos extranjeros, la mayoría optan por pasar unos días en un hotel o en una casa rural, por lo menos un fin de semana en el pueblo de los abuelos o, si no se llega ni a eso, por pasear por los muchos senderos de los parques y zonas verdes que rodean a Granada.
Ayer, el primer festivo del puente, había overbooking en los caminos rurales granadinos: no quedaba ciclista, corredor o andarín que no hubiese salido por el Llano de la Perdiz, el camino del Genil, la Fuente de la Bicha... Pero eso era sólo los que no han logrado llegar más lejos y establecer el campamento base en la sierra. El sol y los paisajes amarillos del otoño ejercen un increíble poder de atracción sobre cualquiera que sea remotamente aficionado al campo o a la montaña y en buena parte de los hoteles rurales lucen estos días el letrero de "No hay habitaciones disponibles" en un año especialmente gris.
La Alquería de Morayma es uno de los establecimientos en el que los clientes no podrán conseguir habitaciones hasta el próximo lunes. Está situada en plena Sierra de Cádiar, pueblo al que el escritor Gerald Brenan calificó como el punto central de la Alpujarra, "su ombligo".

Esta sierra granadina es, por lo menos en esta época del año, la niña bonita de los destinos de turismo rural, que a su vez es la estrella del turismo de interior. Las posibilidades de sus paisajes de sierra para la práctica de deportes de montaña o simplemente para el embeleso, la fama de su cocina tradicional o el encanto de sus pueblos divididos entre las comodidades del turismo del siglo XXI y el encanto de los municipios rurales de hace décadas convierten a esta zona de Granada en uno de los enclaves preferidos por los turistas que miran hacia el interior en esta época del año.

Según datos del Patronato de Turismo de la Diputación de Granada, el año pasado el número de visitantes que optó por el turismo de interior ascendió a 330.555, lo que supone casi un 15% del total, por encima del turismo de la Costa Tropical (11,36%) y del de Sierra Nevada (un 5,72%).
Por eso, en los lugares más famosos o con más encanto de la Alpujarra hay que esperar a cancelaciones de última hora para encontrar alojamiento. Y eso que en los últimos años han crecido exponencialmente. Por ejemplo, el Balneario de Lanjarón suma ahora el primer hotel de cuatro estrellas a la oferta de la Alpujarra.
También hay que añadir las Bodegas Cuatro Vientos, que aportan un nuevo restaurante y un lugar de alojamiento. O la de Señorío de Nevada, que ha crecido este año convirtiéndose en un nuevo hotel.

Pero hay que añadir otras novedades, como el Centro Temático del Vino de la Alpujarra. En Lobras, el anejo de Tímar dedica un museo a las minas de mercurio y aprovecha para mostrar las actividades tradicionales, útiles y costumbres. Y, en Lanjarón, los turistas, además del aliciente de sus aguas, pueden encontrar también un interesante museo de la miel.
Además de ampliarse la oferta, se trabaja en mejorar la calidad de la misma. Por ejemplo, uno de los enclaves más típicos, la Villa Turística de Bubión, ha sido recientemente restaurada.

En algunos casos, han cambiado y mejorado sus propuestas, como es el caso de Alquería de Morayma, que estrena director, Esteban García.
El que fuera cocinero del Carmen de Morayma se hace ahora cargo de este complejo rural en el que todas sus habitaciones están diseñadas como pequeñas casas decoradas de forma completamente exclusiva.

El ambiente cálido de los alojamientos rurales con encanto se mezcla con el tipismo de los cortijos de las serranías andaluzas en cada una de las habitaciones que, planteadas a modo de pequeñas casas, se concentran en el corazón de una finca de 40 hectáreas de olivos y viñedos con una majestuosas vistas al valle.
Su propietario, Mario Cruz, es el responsable del aire que posee este establecimiento, que ideó cuidando hasta el último detalle. Aunque en realidad la alquería se terminó en el 1995, el empleo de materiales antiguos propios de los cortijos de estas sierras le confiere un aire tradicional sin renunciar al confort y la comodidad.
La decoración se mantendrá prácticamente intacta pero en lo que sí habrá modificaciones es en la oferta gastronómica del establecimiento, que incluye en su carta, además de los guisos típicos de la cocina alpujarreña, los platos mucho más elaborados que se sirven en la carta del Mirador de Morayma y otros nuevos fruto de las últimas investigaciones del chef.

El resultado de esta mezcla entre la cocina tradicional y la de autor es uno de los establecimientos gastronómicos de mayor interés, que vienen a aportar un aliciente extra a la amplia variedad de propuestas para el turismo de interior de cara a este puente.

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