Ana Salinas, catedrática de Derecho Internacional Público de la UMA, fue nombrada en abril juez 'ad hoc' del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, cargo que refuerza un trabajo de años vinculado a los derechos humanos y al Consejo de Europa. En 2009 el Ministerio de Asuntos Exteriores planteó que se pusiera a disposición del Consejo de Europa y estuvo dos años en la Dirección General de Derecho Internacional y Asuntos Jurídicos. Dentro de esa dirección se especializó en temas de terrorismo. Luchadora y reivindicativa, siempre tuvo este componente rebelde, dice, "de conquistar cosas frente al Estado".
-¿Sigue España en el punto de mira del terrorismo?
-Sí. Como enarbolan ciertos símbolos, eso de decir que "Al Ándalus hay que recuperarla", hace que sigamos estando en el foco de atención. Además, el haber tenido un movimiento terrorista muchísimos años hace que piensen que puede haber una red subterránea. Cuando pretenden llevar a cabo acciones similares, cuentan con un caldo de cultivo que en otro país que no ha tenido este fenómeno no existe.
-Sin ser alarmistas, ¿ahora en qué punto estamos?
-Creo que estamos en nivel de alerta cuatro y no hemos sido precisamente alarmistas. En Francia se decretó el estado de excepción, invocaron esa situación de emergencia nacional, se desconectaron del convenio europeo casi dos años. Esto no pasó en España ni con el 11-M ni con el atentando de Barcelona. Supongo que será porque tenemos muchas tablas en este tema y estamos siendo bastante cautos, lo que no quiere decir que nos descuidemos. Cada poco aparece alguna noticia como la del desmontaje de una red de proselitismo para radicalizar en prisiones que descubrió la Guardia Civil o la detención del miembro del Daesh más importante que había en España.
-¿Se sigue plantando la semilla del odio?
-Sí. En el atentado de Barcelona la radicalización se había producido en la prisión. Y sigue habiendo imanes que todavía reclaman este tipo de actos y la reinstauración del islam, de esa visión deforme y abyecta que tienen del islam. Por eso en España no bajamos la guardia, pero somos muy discretos.
-¿Cree que se hace bien?
-Muy bien. Tenemos una Policía muy bien entrenada, unos servicios de Inteligencia bastante bien coordinados, razonables y respetuosos para lo que en el tribunal vemos en otros países, aquí todo está intervenido por el juez y la judicatura de este país tiene un nivel altísimo de preparación. Y eso hace que podamos ser muy eficientes en la lucha contra el terrorismo, aunque nunca se puede ser eficaz al 100%.
-Porque siempre estaremos expuestos...
-Claro. No se puede controlar que un individuo le dé un ataque de locura y coja un coche y se lleve a la gente por delante. Eso es una opción individual repentina. En España no estamos a salvo de ese riesgo, pero somos bastante eficientes de forma discreta, que es como hay que actuar en estos casos.
-¿Y cómo se puede luchar contra esa radicalización?
-Es muy difícil. En la época del 11-M donde más se conseguía esa radicalización era a través de las mezquitas o las escuelas coránicas, luego eso pasó a las redes sociales. Ahora sigue siendo vía on line, pero de una forma mucho más sofisticada y se ha vuelto al sistema boca oreja. Aunque ya el seguimiento a personas concretas, a imanes y gente que se sabía que transmitía ese mensaje, es más complicado. Pero hay muchísima policía infiltrada en las redes y muy bien preparada, muchos hablan árabe, dentro de lo que cabe controlar esto asequible. Es mucho más complicado acceder al submundo de las armas, que se mueve en la deep web, en la internet profunda.
-¿Dónde está ahora el mayor problema?
-En los individuos radicalizados que actúan por libre, los que no se estructuran en torno a una célula terrorista, en un grupo concreto y con una jerarquía organizada. Para evitar esto se está haciendo todo lo que se puede en materia de convivencia, ayuda social, integración, tolerancia y esfuerzo cívico. Pero durante muchos años ese esfuerzo tampoco ha sido eficaz porque los líderes religiosos no se han implicados. También hace falta una contranarrativa. Si hay sitios web en los que se difunde ese mensaje que también los haya, y más aún en número si se puede, en sentido contrario. Pero si lo mezclamos con los mensajes xenófobos y el auge de los populismos, es muy difícil luchar contra eso.
-¿Qué diferencias hay entre el terrorismo de ETA y el del Daesh?
-El terrorismo de ETA, del IRA, el corso... era un terrorismo con una ideología política de fondo, un terrorismo más ortodoxo, la aspiración por una independencia, por una patria, que por supuesto no justifica el recurso a las armas. Este tipo de terrorismo, a parte de ser infinitamente más cruel, hace una llamada generalizada a la guerra. El terrorismo consiste en utilizar la religión como excusa, pero sólo como eso, porque luego el terrorista se la salta sin escrúpulos, no la respeta. No tienen una reivindicación de un territorio concreto, es retomar el mundo para subyugar, esclavizar a todo el mundo a creer en una forma de vida que es su religión. Son mercenarios, profesionales de la guerra.
-¿Y cuanto más mediáticos, mejor?
-Sí, mejor. Es muy pornográfico en ese sentido, es una falta de escrúpulos total. Vivimos en un mundo muy inseguro y muy difícil donde el derecho no puede perderse de vista.
-O el juego sería peligroso.
-Un juego perverso y para los ciudadanos más, estaríamos en un fuego cruzado donde nadie respetaría nada, seríamos cautivos desde todos los puntos de vista.
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