sábado, 26 de octubre de 2019

"Toda conquista moral y material es frágil" granadahoy.com

JAVIER GOMÁ | FILÓSOFO Y ENSAYISTA

Javier Gomá (Bilbao, 1965) pertenece a esa estirpe de filósofos que plantea reflexiones para todos los públicos, una especie de Ortega y Gasset que arroja el artículo periodístico como el náufrago lanza al mar mensajes en botellas. El escritor, ensayista y director de la Fundación Juan March ha estado en la facultad de Filosofía de la Universidad de Sevilla, donde trató sobre la materia de su último libro, Dignidad (Galaxia-Gutenberg).
-Ha reflexionado sobre la dignidad en unos tiempos de indignación.
-La indignidad crece porque hemos progresado material y moralmente. Aunque parezca paradójico, cuanto más presente tengamos el concepto de dignidad, más descontento se produce.
"DADO QUE LA INDEPENDENCIA ES IMPOSIBLE, HAY QUE AYUDAR A LOS CATALANES A EDUCAR SUS EXPECTATIVAS"
-Es un concepto de uso común. Se habla de muerte digna, de vivienda digna...
-La dignidad es uno de los conceptos más transformadores del siglo XX y, sin embargo, la filosofía le ha dado la espalda.
-¿Qué fue del movimiento de los indignados?
-Los indignados nunca definieron aquello cuya ausencia encendió su ira y protesta. Hace 100 años, los datos de mortalidad infantil eran altísimos. Hoy, cuando la muerte de los recién nacidos es residual, nos indignamos por no tener la vivienda digna que contempla la Constitución. Y hacemos bien, porque, como decía, hemos progresado.
-¿Que el Código Penal mencione el delito de odio es porque hay quienes prefieren no considerar al prójimo poseedor de dignidad?
-La sociedad contemporánea ha consumado un acto creador sin precedentes. Hasta no hace mucho, los extranjeros eran esclavos y apenas tenían derechos. Hoy atribuimos al extranjero una dignidad absoluta.
-¿Tienen dignidad los animales?
-Lo que yo abordo es la dignidad individual, que no puede extenderse a la dignidad de los animales, que sí tienen, en cambio, una relevancia moral. Merecen un respeto, como lo merecen Las Meninas.
-¿Es más digna España tras la exhumación de Franco?
-Puede tener una relevancia simbólica, pero no creo que la dignidad de un país dependa de un acto así. A título personal, creo que era una anomalía que el dictador estuviera en un lugar tan central del Valle de los Caídos.
-Alejandro Amenábar ha dicho que la España actual es un producto planeado por Franco.
-Durante las promociones, los directores son iguales que los políticos durante una campaña, dicen frivolidades acentuadas por el titular de prensa. Creo que en España ha ocurrido lo contrario: entre 1975-1978 hubo una revolución similar a la francesa o la americana en el siglo XVIII o a la rusa en el XIX. Hubo un desplazamiento de la soberanía, del jefe del Estado al pueblo. No tenerlo en cuenta es una ignorancia culpable.
-Para algunos es aburrida la monotonía de las leyes y las reglas estables.
-Los años 70 fueron los años de la épica; los 80, de la lírica; y los 90 fueron los del nuevo rico. Luego llegó el aburrimiento, lo propio de las democracias consolidadas. Los anhelos de felicidad han dejado de depositarse en la política. Cada uno encuentra su camino, pero siempre hay un político que busca ofrecer épicas, líricas y promesas de riquezas. El ciudadano moderno debe aprender a administrar su aburrimiento sin esperar a que las instituciones lo hagan por él.
-¿Es populista, como se defiende entre el independentismo, sostener que la demos -el derecho a decidir- ha de prevalecer sobre la ley -la Constitución-?
-Ésas son las típicas sofistiquerías. Qué es la ley, la Constitución, sino el fruto del pacto de la demos, de la sociedad.
-Dos años después de los actos de sedición, el dinosaurio todavía está ahí.
-Como movimiento político, el separatismo ha terminado. Como sentimiento, que dicen de dos millones de catalanes, sigue vivo. Creo que hay que ayudarlos a educar sus expectativas. Dado que la independencia es imposible, hay que ayudar a reintegrarlos en la comunidad política española.
-Ortega hablaba que la solución estaba en la conllevanza.
-Fue una expresión ingeniosa que sugería que no hay por qué aceptar que las relaciones entre personas y entre comunidades tengan que ser armoniosas. No podemos evitar que en la experiencia cotidiana, en tanto median intereses complejos, exista el conflicto.
-Hay inquietud por lo que pueda pasar en el País Vasco en los próximos años. ¿Cómo están las cosas en su tierra?
-Pues lo veo al contrario. El proyecto basado en la violencia ha fracasado. Los sentimientos de independencia existen, pero están integrados en las instituciones. Euskadi es el ejemplo de educación de las expectativas de las que hablaba antes. Es un modelo de superación de las fuerzas centrífugas y desintegradoras. Hoy es una región próspera, hospitalaria y abierta, sin perjuicio de que haya una minoría con una anacrónica nostalgia por cuestiones violentas.
-¿En estos tiempos líquidos uno se encierra más en su ombligo?
-Ha habido una cierta ebriedad del yo, pero lo justifico. El otro día leí algo interesante sobre el selfie. Es la primera vez que el hombre y la mujer pueden administrar su identidad. Antes, sólo algunos podían permitirse un retrato o una foto de estudio. La tecnología ahora nos permite a todos hacerlo o abrirnos un perfil. Y entiendo que haya una explosión de narcisismo. Estoy a favor de ello porque es una fuerza de creatividad, siempre que se eduque y civilice.
-Usted es un optimista.
-No soy optimista, si por ello se entiende cierta predisposición a pensar que el futuro será mejor. Pero, observando el pasado, es imposible no afirmar que hemos progresado. Hay que elevar la mirada. Si uno se acerca mucho a Las Meninas, sólo ve hilos manchados; hay que alejarse para apreciarlo. Dicho lo anterior, toda conquista moral y material es frágil y vulnerable. Si lo hemos hecho antes, hay alta probabilidad de que lo volvamos a hacer, pero ninguna seguridad.
-¿Los años le sientan mejor a la amistad que al amor?
-El tiempo conspira contra el amor romántico. Contra la amistad, en cambio, el tiempo conspira a favor. Para tener un amor duradero, lo recomendable es educar tu corazón para estar con alguien digno de ser tu amigo.

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