Las profesionales del centro Vithas realizan un pequeño resumen de las distintas revisiones que deben realizarse las mujeres a lo largo de su vida adulta
Las ginecólogas del Vithas realizando una consulta |
G.H.
Poco a poco se está rompiendo el tabú sobre las visitas al ginecólogo y la sociedad se está concienciando sobre la necesidad de realizar revisiones periódicas y adaptadas a las distintas etapas por las que atraviesa el cuerpo femenino a lo largo de la vida.
Cada una de esas etapas tiene sus peculiaridades y necesidades, lo que hace necesaria una valoración adaptada y personalizada a cada paciente, por lo que es fundamental contar con un equipo de profesionales que ayuden a las mujeres a comprender los cambios por los que está pasando su cuerpo.
Precisamente este es el trabajo del equipo de Ginecología y Obstetricia del Vithas Granada, que además de ayudar a las pacientes en el cuidado de su aparato genital, se encargan de resolver cualquier duda que pueda surgir y en este campo cobra especial relevancia el conjunto de pruebas que debe realizar la mujer, ya que en muchas ocasiones no se sigue correctamente y esto puede dar lugar a problemas mayores.
Así, por ejemplo, la doctora María del Carmen Navas comienza explicando que la menarquia (primera menstruación) no suele ser un motivo para acudir al ginecólogo, salvo que sea excesivamente dolorosa o abundante. Lo que sí es importante en estos primeros años, según la profesional del Vithas, es recordar la importancia de la vacunación –tan protagonista en esta época de pandemia–, frente al virus del papiloma humano como prevención del desarrollo de enfermedades como el cáncer de cuello uterino.
Cuando sí es importante asistir a un profesional es a partir de los 20 años, según reconoce la doctora, pues es a partir de esta edad cuando las mujeres se inician en la vida sexual. Esto obliga a acudir a una consulta para "adecuar la anticoncepción a las características de la paciencia y a su ritmo de vida".
También, en relación a la vida sexual de la paciente, es fundamental visitar a un ginecólogo para resolver cualquier duda que pudiese surgir sobre las Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS).
Una de las ginecólogas del Vithas |
Siguiendo con este tema, la doctora Navas afirma que, llegados los treinta, muchas mujeres "buscan el embarazo", lo que les hace acudir al ginecólogo para optimizar los "cuidados y aportes nutricionales necesarios según los antecedentes y aspecto individuales" de la mujer.
Sin embargo, es posible que alguna mujer prefiera no ser madre, al menos no en los treinta años, lo que no debería eximir de acudir al profesional, ya que como explica la doctora Navas, el ginecólogo podrá ayudar a resolver cuestiones sobre la "posibilidad de conservar su fertilidad" mediante técnicas como "la criopreservación de ovocitos", una técnica destinada a conservar gametos femeninos con fines reproductivos, para lo cual deben ser extraídos del ovario y criopreservados.
Redoblar las visitas con la llegada del embarazo
Si finalmente se produce el embarazo, algo que la doctora fecha, de media, en los treinta o cuarenta años, se deben redoblar las visitas, ya que en este momento será fundamental vigilar tanto "la evolución del bebé como la presencia de enfermedades en la madre", algo en lo que juega un papel clave el seguimiento previo de la mujer, lo que permitiría conocer con antelación este tipo de dolencias.
En caso de que la mujer optase por no ser madre, eso no debería evitar visitar al ginecólogo, puesto que como explica la doctora Magdalena Lechuga, compañera de Navas en el centro Vithas de Granada, es en esta etapa vital cuando "la mujer empieza a experimentar cambios en el patrón de sus ciclos", lo que supone una señal de la premenopausia. Si se producen estos síntomas, la profesional sanitaria recomienda acudir a un especialista para hacer una valoración de los mismos y “realizar un buen enfoque del seguimiento”.
También, llegada esta edad, el peligro de la patología mamaria empieza a ser cada vez mayor, por lo que no estaría de más acudir a un profesional.
Los controles mamarios deben seguir, de acuerdo a la valoración de Lechuga, durante los sesenta años, aunque a partir de este momento debería hacerse de una "manera más rigurosa si cabe", puntualiza la profesional.
La importancia de visitar al ginecólogo con la menopausia
Además, en esta edad se produce la entrada en la menopausia y los cambios hormonales consecuentes, como "la atrofia genital, la sequedad vaginal o el dolor", enumera Lechuga, por lo que sería más necesario estar "más pendientes de los cambios mamarios y programar revisiones en tiempo y forma adecuados", explica la ginecóloga del centro granadino.
Magdalena Lechuga también pone el acento en otra enfermedad que, aunque no parezca estar relacionada con el aparato reproductor femenino, sí es importante tenerla presente en esta fase de la vida, la osteoporosis. De acuerdo a la explicación de la facultativa, es importante concienciar a las mujeres de estar "activas en su plenitud", por lo que deben realizar bastante actividad física, con ejercicios que bloqueen la pérdida de masa ósea.
Por último, Lechuga advierte sobre la necesidad de visitar al ginecólogo a partir de los 65-70 años, ya que "existe la creencia de que por encima de esta edad no es necesario revisarse". Sin embargo, las mujeres necesitan seguir realizando sus revisiones periódicas incluso en esta fase, en especial el control mamario y de su aparato genital, "abordando las patologías que a veces en la senectud", porque como exclama la profesional "hay que seguir revisándose, seguimos estando vivas".
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