Pesaría entre 15 y 20 kilos y vivió hace 1,6 millones de años en la localidad granadina que le ha dado el nombre
Canis orcensis. Este es el nombre con el que se ha bautizado a una nueva especie de lobo hallada en Orce, datado hace 1,6 millones de años. El descubrimiento se el yacimiento de Venta Micena, situado en el municipio de Orce, que da precisamente nombre al animal. Sus restos -fundamentalmente la dentición- revelan diferencias con respecto a las especies ya conocidas.
El yacimiento conserva uno de los mejores registros paleontológicos de fauna de grandes mamíferos cuaternarios de Europa y del mundo. Descubierto para la ciencia hace 45 años por un equipo de investigadores del Instituto de Paleontología de Sabadell, liderado por Josep Gibert, Orce se ha convertido en uno de los puntos de referencia mundial de la Paleontología y la Prehistoria. La razón es que allí se encuentran las evidencias de presencia humana más antiguas de Europa occidental, localizadas en los yacimientos de Barranco León y Fuente Nueva 3, datados en 1,4 y 1,3 millones de años de antigüedad, consistentes en un diente humano fósil, abundantes piedras talladas y marcas dejadas por su uso en los huesos de los animales de los que se alimentaban estos remotos antepasados nuestros.
En este contexto, Venta Micena, Orce y toda la cuenca de Baza siguen brindando nuevos hallazgos. Ahora, un equipo de paleontólogos liderado por Bienvenido Martínez-Navarro, investigador ICREA en el Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES-CERCA) y profesor asociado de la Universitat Rovira i Virgili (URV), han descrito una nueva especie de lobo de pequeño tamaño, entre 15 y 20 kilos, datado en 1,6 millones de años. Su nombre es Canis orcensis
Mandíbula de la nueva especie |
El descubrimiento se ha dado a conocer hoy en un artículo publicado en la revista Comptes Rendus Palevol. Junto a Bienvenido Martínez-Navarro firman Saverio Bartolini Lucenti de la Universidad de Florencia; Mª Patrocinio Espigares, Sergio Ros-Montoya y Paul Palmqvist, de la Universidad de Málaga, y Joan Madurell-Malapeira, del Institut Català de Paleontologia (ICP), indica el IPHES-CERCA en un comunicado.
Este equipo ha reinterpretado todos los restos fósiles del yacimiento correspondientes al género Canis, comprobando que sus datos anatómicos y métricos difieren de los registros clásicos de la especie Canis etruscus, descrita en 1877 en Italia, y se relacionan más estrechamente con los de la especie posterior Canis mosbachensis, descubierta en 1925 en el yacimiento de Mosbach en Alemania, y presente en Barranco León y Fuente Nueva 3, estos dos últimos en Orce. “Ahora bien, la nueva especie identificada en Venta Micena es diferente, pues se caracteriza -asegura Bienvenido Martínez-Navarro- por una dentición con tendencia a la hipercarnivoría, lo que indica que consumía más carne de vertebrados que otros cánidos del Pleistoceno inferior de tamaño similar, cuyos hábitos dietéticos eran más omnívoros, con mayor consumo de vegetales”.
Bienvenido Martínez-Navarro en el yacimiento de Orce.
Esta conclusión, basada en el estudio comparado de su morfología craneodental, “se apoya también en evidencias geoquímicas, como la abundancia de isótopos estables de nitrógeno en los fósiles, que indican unos hábitos bastante carnívoros para el pequeño lobo”, precisa el mismo paleontólogo del IPHES.
Venta Micena es un yacimiento paleontológico con unas dimensiones únicas. Se trata de un nivel horizontal fértil de un metro de espesor, que se puede seguir en superficie durante 2,5 km. Se ha calculado que tiene más de 1 killómetro cuadrado con fósiles, es decir, más de un millón de metros cuadrados con restos paleontológicos, con un promedio de registro de más de 60 fósiles por metro cuadrado. “Probablemente se trate del yacimiento paleontológico más rico del Cuaternario del mundo. Por ello, se ha convertido en una de las localidades más estudiadas del continente”, cuenta Bienvenido Martínez-Navarro.
Su registro de grandes mamíferos fósiles es muy diverso, con abundancia de mamuts, rinocerontes, caballos, hipopótamos, ciervos grandes y pequeños, dos especies de búfalos y cuatro especies de bóvidos más pequeños, conjuntamente con una variedad de carnívoros muy espectacular, entre los que se incluyen dos especies de tigres de dientes de sable, una pantera y un lince, entre los félidos, una hiena gigante, la famosa Pachycrocuta brevirostris, un oso, un tejón y tres especies de cánidos, que comprenden un zorro, un licaón y el pequeño lobo Canis orcensis. A esto hay que añadir dos especies de conejos, cinco de roedores, algunos insectívoros (musarañas) y otros vertebrados, entre ellos algunos escasos restos de aves acuáticas.
“Gracias a esta extraordinaria cantidad de fósiles, durante casi medio siglo se han realizado infinidad de estudios de índole taxonómica, tafonómica, biogeoquímica, ecológica, etc., algunos de ellos de gran proyección científica internacional”, remarca el paleontólogo del IPHES-CERCA y URV.
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