JOSÉ RAMÓN DEL RÍO
Ya vacunado y feliz , aunque a la espera de la segunda dosis, cumplo con el deber de justicia y perdono el retraso
En mis artículos, tanto en los que se publican los jueves en los periódicos que edita el Grupo Joly, como en el de los sábados para Diario de Cádiz, me he quejado con reiteración que conmigo no se había seguido el orden de la vacunación anunciado por el Gobierno y que era inverso a la edad, cuando contando con más de 85 años ya estaba por encima de la media de los españoles por su longevidad. Contaba con el testimonio de amigos, menores que yo aunque, por supuesto, octogenarios. Incluso alguno presumía de haber recibido la segunda vacuna. Pues bien, ya he recibido la primera dosis de la vacuna y me parece de justicia, después de mis quejas, darlo a conocer, porque la Justicia siempre hay que procurar restablecerla. Curiosamente, la llamada que hicieron al teléfono fijo de mi casa no era para mí, sino para mi mujer y, después de decirle a mi interlocutora que me ocuparía sin falta de darle su recado y de repetírselo para que supiera que lo habían entendido bien, me permití decirle que por qué razón, siendo mayor que ella no había recibido ninguna llamada y que sabía por amigos que, algunos menores que yo, ya estaban vacunados. Mi interlocutora, cuyo acento demostraba que era de la localidad, me dijo que fuera a vacunarme tres minutos después de la hora en que debía hacerlo mi mujer. Y por supuesto se lo agradecí vivamente. No pude explicarle por sus prisas, que hasta el momento la única comunicación que había recibido del servicio de vacunaciones fue para que confirmara el número de mi móvil. Quedo pues a la espera de la segunda vacuna, así que vacunado y feliz cumplo con el deber de justicia y perdono el retraso, ya que afortunadamente la pandemia, si Dios quiere, no se produce todos los años. Me muestro comprensivo porque leo que Marruecos supera nada menos que a Francia y otros países de la UE en cuanto a población inmunizada, asegurándose 68 millones de dosis para alcanzar la inmunidad de rebaño.
Nos hemos quedado por segundo año consecutivo sin cofradías en las calles. Pero su reacción ha sido admirable, exponiendo las imágenes sagradas a la veneración de los fieles en sus templos y así lo vienen reflejando estos periódicos para los que escribo, con una amplia y cuidada información gráfica y literaria. La exposición, además de los templos, que es donde hay que verla, puede también verse (en el caso de Cádiz) en el museo y en la sede de la Fundación Cajasol. Son consuelos que remedian en parte la nostalgia que se siente por la ausencia de las cofradías en la calles.
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