Entrevista con Lucy Jones, autora de Desastres.
ANNE CUSACK VIA GETTY IMAGES |
Un sismólogo vive en permanente alerta. El riesgo acecha en todas partes porque los terremotos sacuden la tierra de una forma prácticamente aleatoria, y además, existen muchos otros desastres naturales: volcanes, inundaciones o tsunamis. Lucy Jones ha publicado Desastres (Capitán Swing, 2021), un libro lleno de erudición con las fuerzas de la naturaleza como protagonistas.
PREGUNTA: En un documental de Werner Herzog, un vulcanólogo explicaba cómo esquivar la lava que cae del cielo cuando el volcán ha entrado en erupción. Me pregunto si su vocación y su relación con la sismología es tan intensa.
RESPUESTA: Mi padre era un ingeniero del programa Apolo. Siendo niña, al ver la llegada a la Luna con él en 1969, le conté que iba a ser física y que viviría allí. Estudié física en la universidad, donde conocí a dos profesores de geofísica. Conversé con ellos y me interesé lo suficiente como para dar mi primera clase de geología en mi último año de carrera. Devoré el manual de texto entero, unas 900 páginas, la primera semana porque me pareció tan fascinante que no podía dejarlo. Entonces supe que sería sismóloga.
P: La historia del mundo es una historia antropocéntrica, pero quizás deberíamos relatar la historia del planeta, lo que incluiría los desastres naturales. ¿Cómo sería esa historia?
R: Esto exigiría una definición previa de lo que se considera “importante”. Por ejemplo, en 1783, el volcán Laki provocó el mayor número de muertes (hasta el momento) y contribuyó a la Revolución Francesa. Sumatra fue el primer desastre global que mató a personas de 53 países. El terremoto de Lisboa de 1750 condujo a grandes cambios en la filosofía occidental. El terremoto de Kanto de 1923 contribuyó al militarismo japonés y a la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué es más importante para nuestra sociedad?
P: Afirma que algunas personas culparán a los científicos cuando se produzca un desastre natural, por muy imprevisible que sea. ¿A qué atribuye esa desconfianza?
R: La gente necesita chivos expiatorios. Sentimos que tenemos más fuerza y capacidad de control si culpamos a alguien e intentamos vengarnos.
P: Los sismógrafos, como la meteorología, habrán mejorado con el tiempo. ¿Esa mejora tecnológica reducirá la incertidumbre en la predicción?
R: La tecnología mejorará nuestra habilidad de predecir desastres que tienen un proceso preliminar. Los huracanes necesitan formarse y viajar a través del océano para adquirir calor; las nubes tienen que moverse para producir lluvia; el magma tiene que ir de la cámara magmática a la superficie de la tierra para entrar en erupción. Todo eso será más predecible. No hay nada que tenga que ocurrir antes de que un terremoto empiece, así que dudo mucho que los terremotos lleguen a ser predecibles.
P: La escritora de fantasía Nora Jemisin publicó una trilogía donde algunos personajes tienen la capacidad de manipular la energía de la corteza terrestre. La fantasía humana de dominar las fuerzas telúricas se suma a la de volar. ¿Cómo ha cambiado la ciencia su modo de percibir la realidad?
R: Veo el mundo de forma dinámica. Cuando veo una montaña empinada, pienso en los terremotos que la empujan más rápido hacia arriba que los efectos destructores de la erosión. Una llanura alrededor de un río me recuerda a las inundaciones y alguna montaña me hace preguntarme cuándo será el próximo corrimiento de tierra. Es un modo muy interesante de ver el mundo.
P: Quizás quiera dar un consejo final a los lectores.
R: Déjame recordar que los peligros naturales son evitables, pero los desastres naturales no lo son. En realidad, los desastres supuestamente naturales son solo la consecuencia de decisiones humanas.
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