Un centenar de agricultores de Albuñol temen que les desahucien para la recuperación del litoral
-
Para entender esta historia hay que empezar por el principio, montarse en la máquina del tiempo y viajar hasta el año 73 cuando una riada cruel y sádica se llevó el sustento del pueblo de Albuñol e hizo desaparecer a familias enteras. Con una mano delante y otra detrás, doloridos por la desgracia, los agricultores que habían perdido su campo levantaron sus explotaciones en la lengua de tierra junto al mar que se creó tras la inundaciones. «Estas tierras se crearon desgraciadamente por los muertos. Los políticos se hicieron fotos. Nos consintieron colocarnos aquí y algunos hasta recibieron ayudas públicas para construir sus invernaderos».
Ahora, 30 años después de aquel asentamiento sobre terreno de dominio público, la imagen es chocante. Los agricultores construyeron una inmensa escollera para salvar sus explotaciones y en vez de playa, en La Rábita y en el Pozuelo, hay invernaderos. En estos tiempos en que todo es biodegradable y que la franja litoral es lo que triunfa, ver la transparencia del mar junto a los plásticos sorprende. Pero ellos, quieren dejarlo bien claro, no son los malos de la película. No son los que idearon pegarse al rompeolas. Ellos hicieron lo que se les indicó cuando el hambre apretaba.
En el año 2004, las 104 familias que se alimentan de los invernaderos de La Rábita y El Pozuelo crearon la Plataforma para la defensa de los agricultores del litoral de Albuñol. Sonaban campanas de eliminar las explotaciones bajo plástico y hacer un paseo marítimo. La lucha de estos hombres de campo frenó esos planes.
Costas -dependiente del ministerio de Medio Ambiente-, ahora, ha vuelto a la carga y ha mandado -hace unos meses- una orden de desahucio a ocho agricultores que tienen su invernadero pegando al mar. Se supone que detrás de ellos irán todos los demás y no es que no quieran irse, es que entienden que las cosas se tienen que hacer «en condiciones».
Los agricultores no comprenden por qué tienen que marcharse ya si «todavía no hay ningún proyecto». Ellos proponen que antes de desahuciarlos se construyan espigones, se drague la rambla y se regenere la playa. «Una vez que se recupere el litoral, ya veremos cuánto tenemos que retranquearnos». Lo que no están dispuestos es a marcharse y a que «hagan un paseo sin protección y que el mar se coma todo esto».
«Como pensaban que éramos 'arrancapapas' nos buscamos un experto de Valencia que indicó que, con espigones, la playa se regeneraría y tal vez no tendríamos que marcharnos porque quedaríamos mucho más atrás», exponen los agricultores que se retranquearían, si no, lo que hiciese falta.
Además, aunque la tierra no es suya -hay algunos que sí la tienen escriturada y registrada- piden que se les indemnicen cuando tengan que marcharse por todas las inversiones realizadas «porque llevamos treinta años cuidando y conservando estas tierras que se han mantenido gracias a la escollera que construimos». En los invernaderos han hecho grandes inversiones y no quieren ni imaginarse cómo sería quedarse sin nada después de una vida soportando hasta cincuenta grados bajo los plásticos. Antonio Jesús Vázquez, José Andrés Montes y Antonio Castilla forman parte de la plataforma para la defensa de los agricultores. Todavía no les ha llegado el desahucio, pero se solidarizan con los ocho compañeros a los que ya han mandado marcharse de su invernadero. «Están amargados, no saben si sembrar o no», exponen. El sindicato agrario Coag, está ayudando a estos agricultores y ha elaborado un recurso que ya está en Madrid.
«Quieren desmantelarnos por desmantelarnos y si quitan la escollera y no ponen espigones, la mar llegará al pueblo porque la mar no frena», cuentan estos miembros de la plataforma. Miguel Monferrer, Secretario Provincial de Coag Granada, se ha propuesto ayudar a estos agricultores y trasladar su postura para que se comprenda. «Los invernaderos están ahí por una circunstancia histórica y quieren quitarlos sin ni siquiera un proyecto. Quieren comprobar hasta donde come el mar el terreno y ellos están dispuestos a retirarse pero cuando haga falta y con una compensación. Vamos a agotar todos los plazos legales para tratar de evitarlo», explica Monferrer.
Antonio Jesús, José Andrés y Antonio pasean por el pequeño camino de tierra que hay entre los invernaderos y la escollera. José Andrés saca una carpeta de una bolsa de plástico y de la carpeta a su vez un mapa de por dónde iría el paseo. Insisten en que esperan que no hay «excepciones ni favoritismos» a la hora de expropiar sobre todo con el «tramo que va desde El Pozuelo hasta la rambla Huarea». Están dispuestos a que se recupere la playa pero sin salir dañados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario