En agosto de 2012 y en una amplia entrevista con Valentín Martínez Pillet, Presidente de la Division II Sun & Heliosphere de la Unión Astronómica Internacional y uno de los mayores expertos de todo el mundo en el Sol, nos adelantaba que el máximo solar de 2013 se preveía bastante tranquilo a pesar de las grandilocuentes noticias que llegaban desde algunos medios. El paso del tiempo y de los acontecimientos ha terminado por darle la razón y, salvo algún evento aislado comola mancha AR 1654, lo cierto es que el máximo solar ha transcurrido de manera bastante apacible.
Incremento de la actividad solar captada por el SDO NASA |
Así pues hemos pasado de leer titulares sensacionalistas que auguraban “la tormenta solar del siglo” a un periodo en el que, ante la aparente tranquilidad en la actividad de nuestra estrella, muchos medios han dado la vuelta a aquellos anuncios y ahora informan de que nos dirigimos hacia una especie de nueva glaciación… parece que no hay término medio y para captar la atención del lector haya siempre que ir asustándolo en lugar de intentar interesarlo e informarlo sobre un tema tan fascinante como éste.
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Por eso he pensado que estaría bien darle un somero repaso a las cosas que sabemos y las que no sabemos para que el lector se pueda hacer una idea más aproximada de lo que está ocurriendo en el Sol.
Comencemos por el Máximo Solar.
Si visitas con frecuencia este blog de Astronomía para terrícolas sabrás ya que el Sol no es un objeto inmóvil e inalterable. Lo vemos en lo alto del cielo, regalándonos luz y calor día tras día tras día y podríamos llegar a pensar que siempre se mantiene estable pero, al igual que en la Tierra tenemos nuestras propias estaciones, nuestra estrella también tiene ciclos en los que su actividad aumenta o disminuye. Uno de estos periodos se da aproximadamente cada once años cuando la gran estrella cambia su polaridad provocando una mayor intensidad en su actividad y provocando eventos como las tormentas solares y las eyecciones de masa coronal.
¿Cómo se mide la intensidad del Sol?
Existen múltiples indicadores pero nos vamos a quedar con el más sencillo de todos: El número de Wolf que consiste, a grandes rasgos, en contar el número de manchas solares y medir su tamaño. Cuantas más manchas solares y más grandes, más actividad solar. Este indicador tiene una ventaja sobre el resto y es que contamos con un extenso registro histórico puesto que ya desde el siglo XVII muchos astrónomos se han dedicado a observar el Sol y anotar el número de manchas que iban apareciendo en él.
Existen registros de manchas solares desde principios de 1600 |
Durante los años 1645 a 1715 nuestro planeta experimentó un súbito enfriamiento denominado Mínimo de Maunder” y que se encuadraba dentro de un periodo mayor que va desde los siglos XIV hasta finales del XIX al que llamaron, con algo de exageración “La pequeña Edad de Hielo”… Lo interesante de este periodo de Maunder es que coincidió con una ausencia de manchas en el Sol que llevó a muchos científicos a relacionar el descenso de temperaturas con la desaparición de las manchas solares.
Existen numerosos estudios que analizan esta correlación entre descenso de temperaturas en la Tierra con el descenso del número de manchas solares en nuestra estrella, sin embargo, el tema aún no cuenta con una conclusión definitiva y los investigadores no ofrecen un consenso generalizado. Nosotros, por el momento, nos vamos a quedar con el consejo válido de que correlación no implica necesariamente causalidad, así pues podemos adelantar que es probable que las manchas solares incidan en la temperatura de nuestro planeta pero, siendo honestos, no podemos asegurarlo con rotundidad, ni siquiera podemos cuantificar en qué medida inciden.
¿Pero cómo se ha llegado a los titulares sobre la glaciación que se nos viene encima?
La aparente tranquilidad de este último máximo solar ha vuelto a traer a escena algunos estudios que predecían una próxima edad de hielo, similar a la que ocurrió siglos atrás, basándose en el descenso de la actividad solar y del número de manchas aparecidas en la última década. Sin embargo, tenemos que tener muy en cuenta que estos estudios son modelos de predicción que, en la mayoría de los casos, tan solo analizan ciertos parámetros del clima.
Actualmente es prácticamente imposible hacer un modelo fiable de la futura actividad solar. Existen infinidad de variables que no están a nuestro alcance y realizar predicciones basándose solo en unos pocos aspectos o datos, no asegura de ningún modo, que ese modelo se termine cumpliendo.
Escena en el hielo de Hendrick Barentsz en 1625 |
Recuerdo una frase que me dijo Valentín en aquella entrevista y que pone en contexto la capacidad de estos modelos solares: “Los meteorólogos que aparecen en el telediario con la predicción del tiempo suelen acertar el parte del día siguiente. Cuando se trata de predicciones a tres o cuatro días su acierto comienza a bajar y si hablamos de semanas o meses, la fiabilidad es muy dudosa… y no digamos de predecir el tiempo que hará el año que viene. Pues bien, los meteorólogos solares no damos ni una. Nuestra capacidad de predicción de la actividad solar es muy limitada, casi nula”
Para acompañar esta frase del astrónomo del IAC, recuerdo cómo la propia NASA en junio del año pasado escribía un artículo sobre la calma reinante en pleno SolarMax y apenas una semana después… ¡zas!, aparecieron en solo unos días hasta 65 manchas solares, acompañadas de intensas llamaradas solares, algunas con varias veces el tamaño de la Tierra.
- Se pueden hacer modelos matemáticos sobre la futura actividad solar… Sí, pero son modelos muy poco fiables.
- También se pueden coger esos dudosos modelos matemáticos solares e intentar relacionarlos con algo tan amplio y variable como el futuro clima en nuestro planeta… Sí, pero será aún menos fiable.
- Se puede incluso intentar augurar la relación de una incierta actividad solar dentro de unas décadas y relacionarla además con el clima que hará en la Tierra en ese futuro… pero, seamos claros, es imposible asegurarlo con exactitud.
Por eso cuando leáis titulares como “Las manchas solares van a desaparecer en unas décadas” o “Se acerca una glaciación por la baja actividad solar” mi consejo es que seáis muy escépticos con esas predicciones.
Aunque así fuese, el descenso de las manchas solares en relación con el futuro clima en la Tierra debería ponerse en contexto con miles de estudios y datos externos al Sol y debería tener en cuenta otros fenómenos que no se dieron en siglos pasados como el calentamiento global o el incremento de los gases de efecto invernadero en la atmósfera… algo que, como la propia Skeptical Science indica, podría anular o incluso dar completamente la vuelta a cualquier estudio o predicción.
Lo que sí sabemos, y no deberíamos olvidar, es que nuestra estrella es un objeto muy complejo y sus ciclos no son un reloj exacto. Podríamos estar entrando en una etapa similar a la del mínimo de Maunder, es cierto, pero también podría tratarse simplemente de un ciclo solar algo más largo que de costumbre y que en unos años vuelva a repuntar su actividad, vuelvan las manchas solares y todos estos titulares queden en agua de borrajas... Incluso si se produjese no podemos adelantar qué efectos tendría puesto que nuestro planeta está experimentando multitud de fenómenos que alterarían esos efectos… Lo realmente cierto es que aún no lo sabemos.
Así pues, y haciendo un repaso final a todo este tema, los propios expertos reconocen con sinceridad que son incapaces de predecir la actividad solar, siquiera de los próximos meses. El clima global de nuestro planeta y la actividad de nuestra enorme estrella son fenómenos tan complejos que cualquier predicción relacionándolos, y aún más a tan largo plazo, debería tomarse con altas dosis de precaución. Que un modelo realizado tomando solo algunos datos indique algo, no significa necesariamente que sea preciso o que se vaya a cumplir. Hoy por hoy, no estamos en disposición de realizar aseveraciones fiables sobre la influencia del Sol en el clima futuro de nuestro planeta, es así de simple y directo.
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