César Bona. |
las charlas de César Bona (Ainzón, Zaragoza, 1972) acuden gentíos, pero él no se siente un gurú de la enseñanza sino "un privilegiado de poder viajar tanto y conocer a tanta gente de la que aprender". Aprender y enseñar son las especialidades de este maestro que está entre quienes piensa que al sistema educativo le falta emotividad y más sensibilidad con el alumnado. La Asociación de Empresarios del Sur de España (Cesur) contó con este docente y escritor que impartió en Sevilla una ponencia centrada en un novedoso tipo de educación y que llevó tituló Claves para una conexión total entre alumno y profesor.
-Optó en 2015 al que consideran el premio Nobel de Educación.
-Fue un amigo músico quien me propuso. Yo no sabía ni que existía.
-Aunque no lo ganara, sería para usted algo importante.
-Lo importante está sucediendo después. El verdadero premio está siendo la posibilidad de viajar a un montón de sitios y de conocer a gente interesante. Entre ellos, a muchos maestros que hacen unas tareas maravillosas anónimamente.
-Una amiga docente quiere que le pregunte cómo hacer para que los alumnos la escuchen en clase.
-Yo me preguntaría cómo hacer para que nosotros los escuchemos a ellos. A todos nos gusta ser escuchados en nuestros trabajos y a los alumnos también.
-Un amigo me ha pedido que le pregunte si sabría decirme los afluentes del Tajo.
-Jejeje... Es el tópico. La educación es más compleja que aprender los afluentes. Cómo se comporta usted conmigo o yo con usted tiene que ver con la educación, cómo respondo a las preguntas o por qué hemos elegido nuestras profesiones también.
-¿Aprenderse los ríos y los afluentes ha dejado de importar?
-No se trata de memoria sí o de memoria no; deberes sí o deberes no. No podemos decir que la memoria no sea importante, pero también hay otras cosas.
-¿Puede decir alguna?
-El respeto a uno mismo y a los demás, a los diferentes; el respeto al medio ambiente; hablar en público; la gratitud, la responsabilidad...
-Ha contado que aprendió de un alumno a tocar el cajón peruano. Luego, en la Selectividad, a él le pedirán que resuelva un problema de trigonometría.
-Que aquel niño me enseñara a tocar el cajón hizo que quisiera volver al aula al día siguiente. Que decenas de alumnos quieran volver al día siguiente es un gran reto, es el primer paso para que luego haya otros pasos para que, al final, algunos hagan la Selectividad.
-Entonces aquello fue una táctica para persuadir a los alumnos.
-Podríamos verlo también como una oportunidad que se me dio para aprender a tocar el cajón. Todos aprendemos de todos.
-Los padres se quejan de los docentes; los docentes, de los niños y de los padres; los padres, de todos ellos... Parece que en la enseñanza nadie asume responsabilidades.
-Thoreau decía que no es lo que ves sino lo que miras. Hay que ver qué cosas positivas puede sacarse del alumnado, teniendo en cuenta que todos los adultos vamos a ser sus ejemplos, por lo tanto, debemos dejar de quejarnos y trabajar juntos.
-Parece que los docentes andan últimamente en el foco del debate.
-No, eso sería lo bueno. Hay muchos profesores que están haciendo las cosas bien y que podrían ser modelos para el resto.
-Algunos docentes dicen verse sin herramientas, indefensos, para según qué tipo de alumnado.
-A mí nadie me enseñó a tratar con grupos de personas ni a tratar sobre las diferencias y con las diferencias. Y es básico. Faltan herramientas, sí, pese a que hay miles de docentes deseando formarse.
-¿Qué postura tiene ante el llamado MIR para docentes?
-No sé. Tengo claro que el acceso a la universidad y el ejercicio de la profesión requeriría atender a más cosas que a una simple nota.
-¿Ha sido el colegio malagueño de La Biznaga un ejemplo de la enseñanza en Finlandia de Andalucía?
-Ni Finlandia ni nada. El colegio de La Biznaga es un gran ejemplo de la educación que se hace en Andalucía y que hay que valorar. Es una educación andaluza y española, un ejemplo del que deberíamos tomar nota. Tuve fortuna de aprender con ellos varios días.
-¿Cómo de distinta sería una sociedad en la que primaran valores como la emotividad en las escuelas o que el niño sea maestro de los maestros?
-No sé. Todos hemos tenido un gran maestro o maestra que nos ha influido. Yo he tenido de todo, también los que me han influido no tan para bien. Convendría que analizáramos eso... Perdón. ¿Cuál era la pregunta?
-Que si la sociedad sería de otro modo habiendo aplicado hace 40 años en las aulas los valores que usted promueve.
-No soy el único que defiende que uno no es sólo conocimiento sino que también es emoción. Y que da igual las carreras que se tengan si un día, en el trabajo, te dejan de escuchar. ¿Usted qué haría?
-... Pues ni idea.
-Un adulto puede cambiar de trabajo, pero un alumno no puede cambiar de centro. Nos gusta sentirnos queridos, escuchados y útiles. A los niños también.
-¿Es más importante que los niños desayunen antes de ir a clase o que desconecten el teléfono móvil antes de entrar?
-Los niños han de desayunar saludablemente, claro.
-¿Y los móviles?
-La tecnología hay que saber cómo usarla. La ética cobra ahí un papel fundamental. Para eso están los maestros, pero también los padres y la sociedad. No puede volcarse el peso de la educación exclusivamente en los maestros.
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