Desde 1998, la Estación Espacial Internacional (EEI) permanece operativa en órbita alrededor de la tierra. 20 años de existencia que supone el doble de lo previsto en un primer momento. Las grandes potencias han mostrado su compromiso de alargar aún más su vida útil, aunque ya se buscan una alternativa para la conquista de la Luna y Marte.
"Desde el punto de vista tecnológico, el estado de la EEI permitirá su explotación hasta 2028-30", dijo Yevgueni Mikrin, portavoz de la corporación rusa Energuia, la fabricante de las naves Soyuz.
Todos los socios que participan en su construcción, en particular Rusia y EEUU, expresaron con ocasión del aniversario su deseo de prolongar otros diez años, como mínimo, la vida de la plataforma orbital, habitada desde hace 18 años.
"Prolongar la vida útil de la EEI es la decisión correcta. Debemos seguir cooperando internacionalmente, al tiempo que comercializamos la conquista del espacio", comentó el legendario astronauta Robert Cabana, director del Centro Espacial Kennedy.
Fruto de un histórico acuerdo suscrito hace 25 años por los presidentes de Rusia, Boris Yeltsin, y EEUU, Bill Clinton, la estación es el mejor ejemplo de la cooperación internacional en el ámbito del espacio que se abrió con la caída de la Unión Soviética y una buena solución en tiempos de crisis económica.
"Es un gran modelo sobre cómo vamos a explorar el espacio exterior en el futuro. Es muy caro, pero muy bueno. Pese a nuestras diferencias políticas, seguimos trabajando juntos en la estación, EEUU, Rusia, Japón, Canadá, la Agencia Espacial Europea (ESA), como si fuéramos uno", agregó Cabana, que fue invitado en Moscú a un congreso científico dedicado a los 20 años de la EEI.
El presidente ruso, Vladímir Putin, también quiso sumarse a las felicitaciones. No dudó en calificar el ingenio espacial de "proyecto global" y llamó a seguir utilizando las posibilidades que ofrece la plataforma para conquistar otros planetas con naves tripuladas.
"Demostró que, pese a las contradicciones políticas, las dificultades económicas y los cambios sociales, podemos trabajar de manera efectiva y coordinada, superar todas las dificultades y encontrar compromisos", dijo en un mensaje.
La plataforma tuvo dos antecesores en el marco de la carrera espacial que marcó la Guerra Fría, el Skylab estadounidense (1973-74) y la Mir soviética, que arrancó en 1986 y fue deshabitada unos poco meses antes de que la EEI recibiera a sus primeros inquilinos: los rusos Krikaliov y Guidzhenko, y el estadounidense Bill Shepherd.
Desde entonces, las condiciones de vida han mejorado e incluso se puede decir que, salvando las distancias, los astronautas cuentan con toda clase de comodidades, desde gimnasio a biblioteca, y no digamos ya de dos retretes.
Echando la vista atrás, el jefe adjunto de operaciones espaciales de la NASA, William Gersteinmeier, destacó a Efe que construir la estación espacial, proceso que aún está en marcha -los rusos enviarán el próximo año un nuevo módulo, el Nauka (Ciencia)-, "fue muy difícil".
Trabajos dentro de la Estación Espacial Internacional. |
"Una vez construida, estoy sorprendido de cuánto hemos podido usarla. No estoy sorprendido de que aún esté allí, pero sí de la calidad del trabajo, la ciencia y la investigación. Somos capaces de trazar la secuencia del ADN en la misma estación", comentó.
Subrayó que la NASA está "muy satisfecha" con la estación y tiene intención de utilizar sus instalaciones hasta que se encuentre una alternativa fiable, para lo que se basarán "en lo aprendido construyendo la EEI".
Recientemente, el jefe de la NASA, Jim Bridenstine, reconoció que un proyecto de ley para prolongar la vida de la EEI de 2024 hasta 2030 ya ha sido remitido al Congreso, mientras la ESA apoya abiertamente la prórroga, pero no tomará una decisión hasta la reunión del Consejo Ministerial el próximo año o principios de 2020, según explicó hoy su director Jan Woerner.
Además, otro motivo para prolongar el trabajo de la estación es que los turistas espaciales regresarán en 2019 o 2020 tras un paréntesis de diez años, lo que no dejar de ser un estímulo financiero, dado que el último de ellos, el payaso canadiense Guy LaLiberté, pagó 35 millones de dólares en 2009 por una estancia de ocho días.
Mientras, tanto Rusia como EEUU miran de nuevo a nuestro satélite, con Marte en un segundo plano. La NASA considera prioritario el retorno a la Luna a través de una estación cislunar, mientras los rusos también se ponen como plazo poner su pie en la Luna a partir de 2030, algo que ni siquiera pudo lograr la URSS.
"¿La Luna o Marte? Primero iremos a la Luna y desde allí a Marte", aseveró Cabana
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