Estas fiestas son perfectas para que tanto los más pequeños como los mayores se sienten juntos a la mesa y celebren el banquete en familia.
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La mesa de los niños es un elemento de la Navidad casi tan típico como el árbol, los turrones, las discusiones sobre política y las sobras que quedan para el día siguiente.
No obstante, es hora de plantearse si conviene seguir separando a los niños de la mesa principal.
Hay tradiciones estupendas que jamás deberían extinguirse (como tener la excusa para reunir a la familia), pero apartar a los niños no es una de ellas.
La mesa de los pequeños existe para darles a los adultos un respiro de sus impertinencias. Al fin y al cabo, todo el mundo ha sido niño y sabe de qué va esto. Es razonable no querer pasar toda la cena de Navidad oyendo niñerías, pero hay motivos que llevan a pensar que hay que dejar de apartar a los más pequeños.
Es mejor prestar atención a los niños que al móvil
Diversos estudios señalan que muchos padres prefieren prestar atención al móvil que a sus hijos. ¿Por qué no convertir las comidas de Navidad en ocasiones en las que todo el mundo se olvide de las redes sociales, comparta mesa con su familia y realmente preste atención a los pequeños cuando tengan algo que decir? Lo único que vas a ver en Instagram son fotos de otras familias y otros niños llenándose la cara de comida. Internet puede esperar; seguirá estando ahí después de la reunión familiar.
Los niños deberían llevar la voz cantante en la mesa
¿De qué hablan los adultos? De trabajo y de anécdotas aburridas sobre las normas de su oficina. Como si no hubiera vida más allá del trabajo. Los niños son exploradores. Todo les resulta nuevo. Son aprendices voraces. Y, ciertamente, es más interesante oír a un niño hablar sobre la babosa muerta que se encontró en el campo que oír al tío Antonio quejándose de sus jefes.
Los niños se asegurarán de que las discusiones no chafen la noche
Claro que los adultos pueden disfrutar de la comida con otros adultos y hablar de cosas de adultos, como las noticias o su pareja, pero estamos terminando 2018, hay otros 360 días mejores al año para hablar de ello. Las reuniones de Navidad no tienen por qué ser el momento. Y cuando hay un niño llorando porque quiere más salsa, es imposible discutir sobre la crisis o los resultados de las elecciones andaluzas... La velada transcurrirá más tranquila así.
La mesa de los niños deja en una posición rara a los jóvenes solteros
Cuando estás soltero y no tienes hijos, a veces la familia te sigue viendo como un niño. No es tan infrecuente como suena y es una práctica que debe terminar ya. Además, ¿de qué va a hablar un treintañero en la mesa de los niños? Del campamento de verano, desde luego que no.
La muerte es parte de la vida, así que carpe diem
No es el tema que uno se espera encontrar en un artículo navideño, pero es algo de lo que es necesario hablar, ya que es una parte inevitable de la vida. Todos los años parecen iguales, salvo porque estáis todos un año más viejos. Sin embargo, a veces la vida tiene otros planes.
La Navidad es un momento perfecto para que tanto los más pequeños como los mayores se sienten juntos en una sola mesa y celebren un banquete feliz y ruidoso, valorando este y cada uno de los años que puedan seguir todos juntos.
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