Uno de los productos más socorridos.
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El tomate frito de bote es uno de los productos más socorridos que se pueden encontrar en el supermercado. Puede salvar de más de un apuro porque se puede abrir y servir para acompañar a comidas como las pastas o el arroz.
Ahora, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha elaborado un informe tras analizar el perfil nutricional de 79 marcas que se pueden encontrar en el supermercado.
Para ello, el organismo ha revisado en sus etiquetas la composición nutricional y el listado de ingredientes y se han detenido en el contenido de cuatro nutrientes cuyo consumo es aconsejable vigilar: grasas, grasas saturadas, azúcares y sal.
Dejando a un lado las salsas de tomate y los tomates triturados y centrándonos sólo en el frito, la OCU aconseja tener cuidado “con la literatura que se usa para dar un barniz más saludable o casero al producto y para vender más”.
“Por ejemplo, los términos artesano, tradicional, etc., no están regulados y cada fabricante los usa según su propio criterio. Suelen hacer referencia a la receta empleada”, explica a la par que subraya que es habitual que se destaque en las etiquetas la presencia de algún ingrediente “con buena prensa o la ausencia de los más denostados”.
En este sentido, la OCU destaca que en los etiquetados se suele sacar pecho con el contenido del aceite de oliva, pero recalca que sólo “es un plus” si es virgen o virgen extra.
“Algún tomate frito especifica que lleva sal ‘marina’, como si fuera algo especial. Sepa que se trata de la sal más habitual”, apunta el organismo, que ha detectado que las marcas empiezan a sustituir el azúcar tradicional por otros tipos, como el de caña, sirope o agave. También, añade, hay otros que llevan la etiqueta “sin azúcar” porque sustituyen ese ingrediente por edulcorantes.
“La buena noticia es que ya hay tomates fritos que no recurren a los edulcorantes y solo llevan de azúcar lo que aporta el propio tomate. Además, en contra de lo que a veces se cree, no se abusa del azúcar en estos alimentos”, dice la OCU, que indica que valores de azúcar en torno al 5% “se pueden considerar aceptables”, ya que más de la mitad de esa cifra procede del propio tomate y no se añade.
En cambio, el análisis alerta de que en algún tomate frito hay que tener cuidado con la sal y recomienda fijarse en que no llegue al 1%.
En el informe se explica que la presencia de aromas puede dar una pista de la calidad del tomate frito, ya que “a veces se usan si faltan ingredientes o estos son de baja calidad”.
“Ten claro que todos los tomates que hemos revisado son alimentos procesados y, aunque presentan pocos problemas a nivel nutricional, su consumo debiera ser moderado”, zanja la OCU, que anima a los consumidores a preparar sus propias salsas de tomate.
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