El politólogo y comunicador Pablo Simón. |
PILAR VERA
Politólogo y profesor en la Universidad Carlos III de Madrid, Pablo Simón (Arnedo, La Rioja, 1985) empezó a escribir durante el confinamiento ‘Corona. Política en tiempos de pandemia’ (Debate). El objetivo era tratar de explicar, y explicarse, qué estaba ocurriendo: “La incertidumbre, la situación cambiante, la desazón eran también una oportunidad para continuar haciendo reflexiones”, comenta. El ensayo, un texto breve en el que toca multitud de palos, muestra cómo la pandemia ha venido a acelerar procesos que ya estaban en marcha.
–Apunta en ‘Corona’ que la pandemia ha puesto sobre la mesa inercias que ya se veían a nivel global... Por ejemplo, la orfandad ante la globalización. ¿Sería posible, por ejemplo, que viéramos relocalizaciones industriales?
–Desde luego. Vamos a ver dos dinámicas fundamentales. Por un lado, el cuestionamiento de la hiperglobalización: llevamos tiempo viendo voces, tanto a la izquierda como a la derecha, planteándose la vigencia del Estado Nación como marco de seguridad: voto a Brexit, Trump, los populismos... Ya antes del coronavirus había una especie de repliegue nacional. La segunda cuestión es que el covid nos mete en una dinámica en la que todos los países nos vamos a parecer más a China, con un capitalismo de Estado en sectores estratégicos.
–Uno podía pensar que lo mismo llegaba una especie de “Espíritu del 45”.
–Es cierto que la pandemia en sí misma y las medidas al respecto inciden en la desigualdad: los más afectados son aquellos que trabajan frente al público, gente con dolencias crónicas, quien vive en casas pequeñas, con menos recursos... Sufren los sospechosos habituales: mujeres, jóvenes, inmigrantes. Pero también está la hipótesis de que, en una situación de mal sobrevenido, la gente está dispuesta a ser más solidaria, incluso a permitir que el Estado intervenga. En última instancia, claro, es una cuestión política.
–Muchos de los sectores que hemos llamado “indispensables” no sólo son los más precarios, sino los más amenazados por la inminente automatización.
–La tecnificación es algo que se va a acelerar. En muchos de estos sectores, la intervención pública va a marcar la diferencia: hay que llevar a cabo una recualificación muy intensa o la gente perderá su empleo. Ocurre que con un abandono escolar del 18%, a alguien que se puso a poner ladrillos, y después a poner copas, ¿qué le dices? Máxime cuando, si ahora hay chavales que se plantean si estudiar o no, lo que querrán es ganar dinero si pueden. Se va a generar una cicatriz que acentuará mucho más la precariedad de los más vulnerables. Y, como país, tenemos muy pocos contrafuertes sociales, nuestra red de seguridad es muy lenta y tiene muchos agujeros, como vemos con el IMV.
–Lo mejor contra los bulos, dice, es la formación y la transparencia.
–El tema de las fake news nos enfrenta a un reto que no ha de conectar con la acción del gobierno sino con la de los medios: debería existir una ética compartida de mínimos asumibles para dar salida a una información. Pero dejar que un gobierno decida cómo me regulo es mucho más problemático. Habría que apostar por la alfabetización digital entre gente mayor. Y una administración en lo que tiene que incidir en es la transparencia: en este caso, el gobierno actual ha tenido déficits importantes que han generado luego muchos problemas, y el hecho de formar un ‘Comité de la Verdad’... es lógico que despierte críticas.
–¿Cómo queda en este escenario el liderazgo mundial?
–Es difícil de decir si China saldrá como vencedor absoluto: ya está fuera de la zona de contagio, pero EE.UU. tendrá pronto una vacuna... Creo que la tensión existente entre ambas va a continuar.
–¿En qué medida ha influido el covid en las elecciones estadounidenses?
–Lo normal en unas elecciones es que se repita ciclo, a no ser que, como vemos, ocurra una catástrofe. En vez de tomar una postura más parecida a la de Merkel (estoy aquí para ayudar a la gente), Trump escogió ser más parecido a Boris Johnson, con una gestión errática, negacionista, de erosión. Muchos estados del midwest han ido a las elecciones con tasas de paro más altas que cuando Trump llegó a la Casa Blanca.
–Viendo las medidas de control de China, ¿algo así es posible en democracia?
–Hay países, como Corea del Sur o Taiwán, que también lo han gestionado muy bien. El control de la pandemia no tiene por qué tener relación directa con intrusiones a un nivel intolerable. Todos ellos habían vivido antes el SARS-1, pero parece que nosotros ni siquiera hemos aprendido lecciones mínimas respecto a factores como: atención primaria, rastreadores, atención a las residencias, instrucciones claras... La gente tiene la percepción de que hay un descontrol total, y no sabe cómo ordenar mínimamente su vida. Lo que peor gestiona el ser humano es la incertidumbre.
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