Claire Marin. |
Claire Marin (París, 1974) es doctora en Filosofía por la Universidad de París y miembro del Centro Internacional de Filosofía Francesa Contemporánea. Trabaja como profesora asociada de la escuela Ionesco en Issy-les-Moulineaux. Su primera novela, Fuera de mí, recibió el Premio Literario de la Academia de Medicina y el Jean Bernard. Su último libro, Rupturas (Alienta) ha vendido más de 50.000 ejemplares en su país; aborda rupturas sentimentales, familiares, profesionales, ecológicas, de salud y de bienestar... Y muestra cómo podemos aplacar la violencia de los sentimientos que suscitan en nuestro interior.
–Perdone el atrevimiento, pero es que uno se imagina a un profesor francés y le viene a la cabeza la imagen de una huelga. ¿Cuándo fue la última vez que dio cuatro días seguidos de clase?
–No subestime las habilidades que se necesitan para planificar tantas huelgas cada año... Es un trabajo a tiempo completo. Pero, como no se me da bien protestar, debo confesar que no falté a una clase durante meses.
–Escribir un libro titulado Rupturas suena en principio un poco deprimente...
–Le presento mis libros anteriores: Fuera de mí, Violencia de la enfermedad, violencia de la vida e Íntimo desastre. ¡Rupturas es el comienzo de la fase optimista de mi escritura!
–Su obra es oportuna porque vivimos una época de rupturas, y no sólo en el plano emocional... ¿Sirve también para entender los procesos de catarsis social que se avecinan?
–Hay tanta ira y resentimiento por venir, después de estos meses o años de frustración y miedo, que todo poder político debería preocuparse por ello. Pero es muy raro que ellos piensen en esto más de cuatro días seguidos...
–Rompa el mito: ¿es más fácil dejar o que te dejen?
–Es más fácil dejar porque puede que seas el malo pero no eres el humillado o el rechazado y tú decides dejarlo. Es más positivo que ser el dejado.
–Cada vez más hombres y mujeres hacen las maletas y se van de casa por incompatibilidad con su pareja, ¿no estamos programados para la monogamia?
–Quizás precisamente no estemos programados, vivimos en una mezcla caótica de emociones irracionales y cambiantes. A veces ni siquiera somos compatibles con nosotros mismos: las cosas que le reprochamos a nuestra pareja son aquellas que no podemos soportar de nosotros mismos. Deberíamos culparnos primero a nosotros mismos, pero es más fácil culpar al otro.
–Son excepción las rupturas que acaban bien. ¿Por qué sacamos a relucir nuestro lado más irracional, egoísta, animal cuando terminamos nuestras relaciones a pesar de nuestra supuesta inteligencia?
–Porque todo esto tiene que ver con la autoestima, con el amor, la traición, con efectos tan poderosos que la inteligencia no puede competir con ellos. Somos inteligentes cuando se trata de temas insignificantes, pensamientos abstractos, cuestiones metafísicas, pero no somos serios con cosas como el amor, el odio, la comida y el vino.
–Una ruptura amorosa puede ser traumática, es evidente, pero, ¿no cree que mucho más a menudo de lo que reconocemos es una experiencia liberadora?
–Sí, puede ser una experiencia liberadora, pero reconocerlo abiertamente es como admitir que hemos sido lo suficientemente estúpidos como para quedarnos durante años con alguien de quien ahora estamos tan felices de deshacernos.
–Hubo una época en la que, tras un fracaso matrimonial, las mujeres se iban a un convento. Ahora enseguida nos apuntamos a Tinder. ¿No estaba la virtud en el término medio?
–Quizás es mejor que pensemos en una aplicación Monjer.
–Ha asegurado: "En la ruptura está la esperanza de encontrarse y el riesgo de perderse". ¿No es mejor eso que el conformismo?
–Por supuesto que lo es. También, nos perdemos a nosotros mismos en el conformismo.
–Siempre decimos que lo único que no tiene solución es la muerte. ¿Por qué nos preparamos poco o nada para ese momento?
–¿Estás preparado para la vida que estás viviendo ahora? ¿Cómo podemos pretender estar preparados para nuestra muerte?
–En El dilema de las redes (Netflix) explican cómo Google, Facebook, Twitter… manipulan psicológicamente al ser humano y no sólo lo convierten en producto sino que influyen en su comportamiento y en su conducta. ¿La ética ha muerto, Claire?
–No vemos mucha ética y cuidado en este mundo desesperado, pero individualmente aún podemos creer en estos valores y dejar que gobiernen nuestra vida. Ésa es mi forma de ser optimista.
–Cita a Donald Winnicott, que afirmaba que hacerse adulto es ser capaz de estar solo. ¿No vinculamos al solitario con un ser extraño, insociable, huraño?
–Sí, lo hacemos, pero sólo porque no sabemos soportarlo. ¿Cómo nos enfrentamos a nosotros mismos y descubrimos qué es lo que podemos hacer por nosotros mismos? Es bastante paradójico porque vivimos en un mundo bastante individualista. Podemos soportar estar solos con nosotros mismos (como alguien dijo).
–Si el dinero es el culpable de la mayoría de las peleas familiares, ¿no sería una solución que las herencias fueran donadas a la caridad y aquí paz y después gloria?
–Deje que le dé mi cuenta del banco y así lo ayudaré a solventar este problema de peleas familiares…
–Señora profesora, he aquí la clave de bóveda de la filosofía cartesiana en versión posmoderna: "Pienso, luego estorbo".
–Pensar siempre ha sido inquietante. Es perturbador para los demás pero también para ti mismo. Pero no es una versión posmoderna, es un hecho muy antiguo: ¡Sócrates era tan perturbador que fue condenado a muerte!
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