Cartel de agradecimiento de los sanitarios en el HUSC al final de la primera ola de la pandemia PHOTOGRAPHERSSPORTS |
DESDE marzo, los artículos de opinión inundan la prensa de nuestro país explorando el drama de la pandemia desde diversos puntos de vista. Ello debería servir para ayudar a concienciar a la población española sobre las diversas aristas del problema y para generar un sano pluralismo de creencias en torno suyo. Si esto es necesario para el correcto funcionamiento de las sociedades democráticas, lo es todavía más cuando éstas se ven obligadas a recurrir a medidas excepcionales que implican una limitación de los derechos fundamentales. Pero aquello que en unos casos puede insuflar vida y dinamismo a la democracia, se convierte en un serio obstáculo cuando nace y obedece a un propósito cainista y reductivamente ideológico.
En este sentido, quiero referirme a un artículo reciente de Arcadi Espada en el que afirma que "la intuición dice que el toque de queda será inútil para la protección de la salud ante el virus y ahondará la ruina económica". Sostiene, además, que también el confinamiento de marzo fue inútil, ya que supuso la ruina económica sin conseguir acabar con el virus.
La calidad argumentativa de este artículo es tan mejorable que cualquier lector medianamente inteligente debería descubrir sus fallas si no fuera por la distorsión ideológica que a menudo nos lleva a comulgar con las ideas más disparatadas. Así que, aunque puedan parecer obvios para muchos, es necesario desmontar dos errores fatales del artículo y, por extensión, del modo de pensar de gran parte de la ciudadanía; errores fatales porque distorsionan nuestra comprensión de la grave situación en la que nos encontramos.
En primer lugar, nuestras intuiciones tienen muy poco valor en la actual situación pandémica. La intuición es un facilitador de la respuesta a través de hábitos constituidos ante situaciones familiares y comunes, pero suelen carecer de validez en circunstancias nuevas y complejas. Por ello, la mejor manera de enfrentar la pandemia no pende de intuiciones comunes, sino de la concienzuda reflexión de los expertos, más concretamente, de epidemiólogos y virólogos.
En segundo lugar, estos expertos no trabajan con el objetivo inmediato de acabar con el virus, sino de controlarlo. Sus medidas son exitosas si consiguen que no colapse el sistema de salud. Ese fue el sentido que tuvo el confinamiento y ese es el sentido que tiene el actual toque de queda ante el alarmante crecimiento de los contagios.
La encarnizada batalla ideológica, y la prioridad del objetivo de desgaste del enemigo que implica, dificulta enormemente la tarea de luchar contra el verdadero enemigo: a la desorientación de la ciudadanía ante el cambio de estrategias, que exige tanto el conocimiento aun deficiente del Covid-19 como la necesidad de ajustar las medidas sanitarias a las exigencias económicas, se une una crítica que no tiene como prioridad colaborar en la lucha contra la pandemia.
Si esta actitud es irresponsable desde el punto de vista periodístico, lo es aún más cuando nos referimos a los representantes políticos. Muestra de ello son la moción de censura de Vox o el uso instrumental de la pandemia por parte del PP en la Comunidad de Madrid, que hace que Isabel Díaz Ayuso, ante el asombro de gran parte de los ciudadanos de la capital e incluso de sus compañeros de coalición, actúe más como oposición a Pedro Sánchez que como presidenta.
La grave situación que nos ha tocado vivir exige lo mejor de nosotros para que nuestras opiniones, creencias y argumentos se conviertan en armas que nos ayuden a luchar contra el Covid-19 en vez de para derribar a aquellos que no piensan como nosotros, sobre todo cuando tienen la responsabilidad de tomar decisiones.
Creo que la grave crisis que sufrimos la pasada primavera debería ser suficiente para comprender cuál es la prioridad. Y si bien es cierto que los humanos olvidamos rápido, puede ayudarnos a refrescar la memoria la mención de algunos datos a modo de ejemplo: a 27 de octubre, el Hospital Virgen de las Nieves de Granada tenía 231 hospitalizaciones por Covid-19; de ellas, 39 en ese mismo día (con un aumento de 11 casos respecto al día anterior). El drama de lo que significan tales números puede ser subrayado con otro dato estadístico: la tasa de mortalidad de los enfermos por Covid-19 ingresados en este mismo hospital alcanza el 17,42 %. ¿Alguien tiene dudas respecto al aumento de este dramático porcentaje si el colapso de la sanidad impide que los enfermos sean tratados adecuadamente?
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