COLUMNAS / EL OBSERVATORIO
«Monteseirín decidió quitarle un millón de euros al Teatro Maestranza y casi otro millón a la Orquesta Sinfónica»
No descubro América si digo que nuestro Ayuntamiento, con su alcalde a la cabeza, ha demostrado muy poco interés por la cultura. Algunos de sus representantes hablan de él en privado, con sencillez y naturalidad, como si te dieran la hora, de «El bárbaro», y no precisamente en su séptima acepción («excelente, llamativo, magnífico») sino en la quinta («inculto, grosero y tosco»). Posiblemente exageren, pero su forma de gobernar se acerca más a la séptima que a la quinta, como ha dejado claro, por última vez, con los recortes presupuestarios. El ejercicio del poder supone decidir entre distintas opciones, en función de los intereses generales. En un marco restrictivo presupuestario como el que sufre el Ayuntamiento, el alcalde tiene que decidir a qué dar el dinero y a qué no. Y Monteseirín decidió quitarle un millón de euros al Teatro Maestranza y casi otro millón a la Orquesta Sinfónica, los dos instrumentos culturales más importantes de la ciudad. «A la misma vez», que diría Lopera, extrajo de los presupuestos municipales un millón y medio de euros para dárselo a la recién creada televisión municipal, a la que ha entregado en año y medio de andadura cerca de siete millones de euros. Cojamos perspectiva: ni el Ayuntamiento de Málaga ni el Ayuntamiento de Granada, que también tenían problemas de tesorería, recortaron un solo euro a sus orquestas, a las que tratan como sus «joyas culturales», metiendo la tijera en otros sitios. El Ayuntamiento de Madrid acaba de anunciar que cerrará la televisión municipal por su situación deficitaria y la necesidad de emplear ese dinero en necesidades más urgentes. Existe otra forma de hacer las cosas, sin pensar en intereses personales o electorales, pero a este alcalde, al que felizmente le ha dado boleto su partido, se le ha olvidado. No sé si será un bárbaro, pero de lo que no hay duda es que antepone la propaganda a la cultura.
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