Una especie australiana de abeja -Trigona carbonaria- convierte a los parásitos intrusos vivos en momias.
El pequeño escarabajo de las colmenas(Aethina tumida), originario del sur de África, fue transportado en 2002 a Australia y allí se ha convertido – tras serlo en Norteamérica – en un temible parásito asociado a las colonias de abejas. Su dura coraza de quitina le protege de la picadura de las abejas, por lo que éstas se han visto obligadas a poner en práctica estrategias de defensa alternativas. La técnica a la que ha recurrido la Trigonacarbonaria, una especie de abeja sin aguijón, se ha revelado especialmente eficaz. Esta especie endémica de Australia detiene el avance del enemigo recubriéndolo en vida con una mezcla pegajosa de resina, como ha descubierto un equipo de científicos dirigido por Peter Neumann en el Centro Suizo de Investigación Apícola de Berna (Suiza). La sustancia provoca la deshidratación rápida del parásito, que se marchita en unos minutos como una momia.
Para observar este peculiar sistema de defensa, los científicos colocaron pequeños escarabajos parasitarios en la entrada de la colmena de las abejas y tomaron a continuación las imágenes de lo que sucedía mediante un escáner o tomografía axial computerizada. El comportamiento de las abejas resultó un trabajo en equipo perfecto: mientras un grupo de obreras guardianas atacaba permanentemente a los parásitostratando de inmovilizarlos para impedir su avance, otro grupo embadurnaba a los intrusos con una mezcla pegajosa de resina, barro y cera. Al cabo de diez minutos los escarabajos estaban completamente cubiertos con esta sustancia adhesiva – que las abejas emplean para poner parches en los agujeros de sus colmenas – y eran incapaces de moverse. Las abejas perdieron entonces cualquier interés por estas momias vivientes, que murieron finalmente de inanición.
Un estratega del reino animal
En comparación con la Trigona Carbonaria, la estrategia defensiva que desarrolla la abeja europea, también conocida como abeja melífera (Apis mellifera), muy extendida en el mundo occidental y que enÁfrica, América y Australia se las tiene que ver constantemente con el pequeño escarabajo parásito, parece mucho menos efectiva. De acuerdo con los descubrimientos que realizó Neumann en ensayos comparativos, la abeja melífera se limita a encerrar a los intrusos en cámaras fabricadas con resina. Allí, los escarabajos imitan el comportamiento animal gregario y sumiso de las abejas obreras y así reciben alimento de las abejas guardianas que vigilan la entrada de la colmena. De esta forma pueden sobrevivir varias semanas en cautiverio e incluso reproducirse cuando son varios los que comparten una misma celda.
Si las abejas no retiran cuidadosamente todos los huevos que ponen los escarabajos en la colmena, las larvas arremeten contra la miel, el polen y los nidos de sus anfitrionas involuntarias, destruyen los panales y ensucian la miel. Y aún cuando no lleguen tan lejos, las abejas melíferas tienen que gastar mucho tiempo y energía en la vigilancia de sus cautivos, mientras que sus parientes australianas pueden continuar su vida tranquilamente con un par de "cadáveres en la bodega“.
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