Esta muestra bucea en un fenómeno que surgió a finales del siglo XVI como consecuencia de las tensiones religiosas de la época
GRANADA
La Casa Molino Ángel Ganivet acoge desde este viernes y hasta el próximo 30 de abril la exposición ‘La Granada falsificada: el pícaro Juan de Flores’ que gira en torno a las falsificaciones que van en Granada desde finales del siglo XVI hasta llegar a las protagonizadas por Juan de Flores quien fuera un beneficiado de la Catedral de Granada que vivió en el siglo XVIII.
Como experto en objetos y monumentos de la Antigüedad, inició sus excavaciones arqueológicas en la Alcazaba Cadima donde consiguió importantes resultados para, a continuación, dedicarse a simular hallazgos de objetos y documentos que él mismo mandaba fabricar y enterrar consiguiendo engañar durante cierto tiempo a gran parte del público y a los especialistas, hasta que se descubrió el fraude.
Este personaje estaba movido por el deseo de avanzar en el conocimiento de la época romana granadina y, de paso, engrosar el inventario de su colección particular y corroborar su fama de entendido en antigüedades. Realizaba excavaciones arqueológicas en algunas de las más prometedoras zonas del hoy barrio del Albaicín fabricando innumerables restos arqueológicos durante los años que duraron los trabajos, entre 1754 y 1763, y con la ayuda de expertos artesanos.
Las piezas las hacía enterrar de noche para que fueran descubiertas durante el día, ante la admiración y el entusiasmo de los curiosos observadores de los trabajos de excavación.
Tal y como ha explicado el diputado delegado de Cultura, José Antonio González Alcalá, este viernes en rueda de prensa, la exposición y, en concreto, “la figura de Flores simboliza en cierto modo todas las luces y sombras de la sociedad granadina de una buena parte del siglo XVIII” con un trasfondo en el que se pueden adivinar “los conflictos religiosos entre comunidades y el de la invención de un pasado a medida de unos intereses concretos”.
Tras la toma de la ciudad en 1492 por los Reyes Católicos, la antigua capital nazarí se enfrentaba al problema derivado de la inexistencia de un legado cristiano que la igualara al resto de las ciudades hispanas y que hiciera a sus habitantes partícipes de la recién lograda unidad religiosa. Los Libros Plúmbeos hallados en el Sacromonte son el ejemplo más conocido del trasunto de esta exposición.
El diputado de Cultura ha incidido en la importancia que para el actual equipo de Gobierno tiene abrir un espacio cultural de prestigio como es la Casa Molino Ángel Ganivet a la divulgación histórica y ha agradecido, en este sentido, la colaboración del Instituto Gómez Moreno de la Fundación Rodríguez Acosta, el Museo Arqueológico, la Abadía del Sacromonte, la Academia de Bellas Artes Nuestra Señora de las Angustias y, especialmente, al coleccionista privado Carlos Sánchez, un arquitecto capaz de “sacrificar su patrimonio y su tiempo para hacerse con piezas de incalculable valor para la historia de Granada que luego pone al alcance de eruditos y público en general”.
La muestra, contiene piezas, legajos y mapas de la época, verdaderos y falsificados, que logran “hacernos reflexionar sobre ciertas características de la historia de Granada que llegan hasta nuestra contemporaneidad”, ha apuntado José Antonio González Alcalá.
El pícaro Juan de Flores desarrolló una compleja organización para dar lugar a la cantidad de falsificaciones que generó en aquellos años. En lo referente a los documentos escritos, además, tuvo la necesidad de inventar, dentro del proceso, una serie de alfabetos, con unos anagramas complicados para el público en general y para algún despistado experto. Tan sorprendentes hallazgos aumentaron el prestigio de su principal artífice. La admiración crecía a medida que se comprobaba la “habilidad” de Juan de Flores para descifrar aquellos textos antiguos, escritos en una serie de alfabetos que solo él lograba descifrar.
Responsable de esta exposición junto con el profesor de Teología Manuel Sotomayor, la catedrática de Arqueología de la Universidad de Granada, Margarita Orfila, ha señalado este viernes que Juan de Flores era conocido en el siglo XVIII “porque tenía una colección estupenda de objetos antiguos en su casa”. Cuando, en una obra de una casa de la antigua calle del Tesoro, en el hoy Alto Albaicín, se encontró un enlosado de época romana, Flores, “por una serie de circunstancias, pudo empezar a trabajar en ese lugar, en 1754”. Posteriormente, “compra esa casa, vuelve a localizar ese enlosado y sigue el enlosado de lo que sabemos que era la plaza más importante de la Florentia Ilirrebitana, que era el nombre que tenía Granada en época romana”.
Margarita Orfila ha reseñado que esto llamó la atención de la Abadía del Sacromonte, surgida a partir de los falsos Libros Plúmbeos, que vio la oportunidad de, a raíz de esos elementos de época romana, “retomar de nuevo esa idea de falsificar”.
Para los expertos, el límite entre lo verdadero y lo falso era considerado irrelevante en los autores de las falsificaciones, estrictamente auténticas hoy día como fenómeno histórico. En palabras de Víctor Nieto Alcaide, “(…) han sido también una forma de creación. Porque, haciendo extensible la idea, parece cierto que muchos de los revivals no dejan de ser falsificaciones que al convertirse en estilo dejan de serlo (…)”.
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