viernes, 13 de abril de 2012
García Montero lee entre amigos en Granada ideal.es
Luis García Montero lee sus poemas en presencia de su amigo el pintor Juan Vida. :: ALFREDO AGUILAR
Luis García Montero presenta sus poemas en el ciclo Poesía en el Palacio y protagoniza un número doble de EntreRíos
INÉS GALLASTEGUI | GRANADA.
El ciclo Poesía en el Palacio, que dirige el poeta Javier Bozalongo, celebró ayer su quinto aniversario con un encuentro especial. Luis García Montero, el poeta que inauguró estas lecturas en 2007, regresó ayer para compartir con sus lectores y muchos de sus amigos versos de su último libro, 'Un invierno propio', y varios poemas inéditos. En el mismo acto, que llenó a rebosar la sala del Hospes Palacio de los Patos, se presentó el número que la revista EntreRíos, dirigida por Mari Luz Escribano, dedica al más universal de los poetas granadinos actuales.
La directora adjunta, Remedios Sánchez, se felicitó por que la revista haya cumplido siete años «en una ciudad tan difícil como Granada, con tantas sensibilidades y tantos malos entendidos». El doble número que ahora está en las librerías, explicó, recoge no solo la faceta de Luis García Montero «como poeta queridísimo en todo el mundo», sino también artículos que recogen la visión de muchos especialistas, críticos y amigos de España y el extranjero sobre su valor literario y humano. «Es la figura más representativa de las letras granadinas desde la desaparición de Lorca», subrayó Sánchez. «Luis nos ha llegado al alma con su sensibilidad social, su conocimiento de los sentimientos del ser humano y su capacidad para meterse en la piel del otro y vivir sus pesares y sus alegrías», dijo.
Miguel Ríos era la persona anunciada para presentar la lectura, pero la agenda se le complicó y faltó a la cita, por lo que fue el pintor Juan Vida, autor de muchas de las ilustraciones del último EntreRíos, quien asumió el papel. «Buenas noches, bienvenidos», dijo para romper el hielo. El artista rememoró los comienzos de su amistad en los años ochenta, cuando en la librería que frecuentaba junto a Mariano Maresca, Javier Egea, José Carlos Rosales o Antonio Muñoz Molina apareció «un niño que aunque era de buena familia y no lo necesitaba se colocó de chico de los recados». «Aquel niño empezó a crecer y a crecer, como persona y como artista, y se convirtió en mi hermano mayor», explicó Vida, quien definió a García Montero como «un poeta y profesor extraordinario» y «un catalizador de la gente».
En el encuentro estuvieron, entre otros representantes de la cultura y la política de la ciudad, la delegada de la Junta, María José Sánchez, y el concejal de Cultura, Juan García Montero. Ambas instituciones patrocinan el monográfico.
En ese sentido, el Premio Nacional de Poesía de 1994 aseguró que el dinero que se dedica a la cultura «es inversión, no derroche», y citó a Albert Camus para recordar que un tiempo de ocio zafio es tan degradante como un mal trabajo. García Montero dio a EntreRíos «las gracias como poeta y el elogio como ciudadano», aunque restó importancia a las críticas a Granada como ciudad hostil con sus mejores hijos. Malafollá, vino a decir, también hay en Nueva York.
Poemas inéditos
García Montero leyó uno de los poemas inéditos que ha cedido para el monográfico, 'Quiero todo esto', un «diálogo» con un escrito de José Agustín Goytisolo en el que, entre su lista de deseos, pedía que el Granada subiera a primera. También recitó varios textos de su último poemario, 'Un invierno propio' (Visor, 2011), como 'Los idiomas persiguen el desorden que soy', inspirado en las lecciones de inglés de su hija pequeña, o 'La tristeza del mar cabe en un vaso de agua'. Dio cuenta de un entrañable poema sobre Rafael Alberti, al que frecuentó ya anciano en su «leonera» de la calle Princesa, y de unos versos de amor dedicados a su mujer, la novelista Almudena Grandes. Al hilo de un texto sobre los dogmas y las prisas, dijo: «Estamos empezando a pensar en titulares. No tenemos tiempo para tomar una copa con un amigo, para ver crecer a nuestros hijos, para mirar a los ojos a nuestra pareja a lo largo del día...».
El principal exponente de la 'poesía de la experiencia' finalizó con dos poemas dedicados a las dos mujeres con las que más discute, las dos Elisas: su madre, a la que en su libro 'Vista cansada' prometía llevar a París para compensar parte de su vida de renuncias, y a su hija menor, una rebelde punk de 15 años.
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