En la Galaxia Internet nada es gratis. Si lo parece, pregúntese si el producto en venta no es usted
No recuerdo ni una sola vez que le haya dicho no a una galleta. Ni a un pestiño, a una torrija, a un buñuelo... "Aceptar", es un golpe de ratón tan automático como el "buenos días" de la forzada cortesía, el "disculpe" fariseo y el "gracias" más universal. El juego es muy sencillo: nosotros cogemos las galletitas y los gigantes de Internet -Google, Facebook y Amazon acaparan tres cuartas partes de la inversión publicitaria en el entorno digital-, suman ceros a su cuenta de resultados.
Muy al contrario, cada vez que en los medios de comunicación hablamos de sostenibilidad, de rentabilidad y negocio aunque sólo signifique un voluntarista ejercicio de supervivencia, nos tragamos sin preguntar la trampa del "paywall": el "muro de pago" en que ahora están inmersos los principales actores del mapa nacional aun sabiendo que el resultado no es otro que asustar a nuestros lectores. Porque no hay nada que espante más al otro lado de la pantalla del móvil que hablar de puertas con candados. Y porque poco importa la altura de la pared ni si la restricción es por número de noticias, por tiempo o por tipo de contenidos. No voy a entrar en el falso debate de defender que la información de calidad hay que pagarla (¡claro que sí!); la pregunta es por qué todos los caminos llegan a un único destinatario: el generoso lector, el que paga dos veces por los mismos servicios, el que financia el arte y la cultura con crowdfunding, el que ha de salvar hasta la sanidad y, por qué no, la industria de los medios.
Pero en las estrategias (supuestamente innovadoras y disruptivas) de las tecnológicas no hay margen para la casualidad. Ni para el altruísmo. Juegan con el inconsciente (y con el desconocimiento y la desinformación) como lo hacía Weber en la etapa dorada de la manipulación. Los dictadores de Palo Alto acaban de anunciar que en dos años eliminarán las cookies para "protegernos" como usuarios. Que se va a imponer una "trazabilidad" como del pescado fresco; que ya no nos saltarán publicidades de las ciudades que visitamos ni de las tiendas en las que sólo practicamos el window shopping.
¿Entonces cuál será el negocio? Porque, en la Galaxia de la Información, nada es gratis. Y si lo parece, es el que el producto en venta es usted. Y yo...
No es una reflexión sectorial ni marginal; hablamos de quienes manejan los hilos en un entorno donde la información se ha convertido en el nuevo petróleo. Con y sin cookies.
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