El autor presenta en la Corrala de Santiago 'Tartessos. Un nuevo paradigma', fruto de 30 años de investigación sobre esta civilización que ahora ubica en la provincia de Cádiz
TAMARA GARCÍA
Si hace más de 15 años Alberto Porlan (Madrid, 1947) descolocó los mapas descubriendo sorprendentes coincidencias toponímicas en el viejo continente con Los nombres de Europa, el autor tampoco dejará indiferente a la comunidad científica, y al público general, con su última publicación, Tartessos . Un nuevo paradigma (Libros de la Herida, 2015). El libro, que Porlan presenta esta tarde en la Corrala de Santiago (20:30 horas) en un acto en el que también participarán Luis Melgarejo y Pablo Alcázar, es fruto de una investigación que el escritor ha desarrollado durante 30 años donde, finalmente, cuestiona la tradicional ubicación de la llamada primera civilización europea para situarla en territorio gaditano.
-¿Qué significa, en este caso, un nuevo paradigma?
-En definitiva, lo que significa es que he realizado una recolocación de los datos que tenemos sobre Tartessos y esa recolocación me conduce a otro lugar, no a la desembocadura del Guadalquivir o a las marismas de Doñana, que va, los datos nos llevan al Estrecho de Gibraltar.
-Concretamente...
-Concretamente a una isla fluvial a 25 kilómetros del litoral atlántico y a 40 del mar mediterráneo, una superficie de 75 hectáreas en la antigua laguna de La Janda, actualmente corresponde al término municipal de Medina Sidonia.
-¿En qué se basa para hacer esa recolocación de datos y esa afirmación?
-El libro es una relectura de los datos sobre Tartessos , sobre todo, una relectura de Ora marítima, un poema griego con datos del VI a. C. de Rufo Festo Avieno. El análisis de Ora marítima junto con el resto de datos que he ido recopilando durante tres décadas me llevan a proponer esta ubicación.
-¿Cómo y por qué comienza esta investigación?
-Realmente, fue una coincidencia, llegué a este tema por una errata en el diccionario de símbolos de Cirlot, bueno, que era una errata lo supe ocho años después. (Por ahí también arrancó para emprender la investigación de Los nombres de Europa). En este diccionario buscaba una entrada del zodiaco rupestre muy ligada a Cádiz, porque yo llevo muchísimos años veraneando en Cádiz y me maravilla vuestra provincia, de hecho, estoy estudiando para ser gaditano (bromea). El caso es que ese símbolo que estaba buscando me llevaba a una cueva en la zona de La Janda que no encontré. A partir de ahí compré unos mapas topográficos del ejército y caí en la cuenta que la disposición geográfica se correspondía exactamente con los datos que tenemos sobre Tartessos . A partir de ahí empecé a trabajar. En resumen, lo que he hecho es replantear los datos y leerlos de otra manera.
-¿Se podrían hacer prospecciones en la zona para comprobar su hipótesis?
-Supongo que al ser una zona aluvial eso resulta muy prometedor para las excavaciones porque preserva los restos en buenas condiciones. Quiero decir que si los restos están debajo de metros de barro y tierra es posible que se encuentren en un nivel de conservación aceptable. Pero que se excave o no se excave no depende de mí, yo soy un teórico, soy, digamos, el que lleva al arqueólogo a la zona, pero no el que la excava.
-Pero le gustaría, supongo... -¡Por supuesto! Claro que quiero comprobarlo. Treinta años de investigaciones han sido muchos años de trabajo, de cruce de datos y de elementos independientes... Pero no espero demasiado porque he tenido mucho tiempo para comprobar el interés de las autoridades, en general, por nuestro pasado... De todas formas, yo no sé en qué otro lugar podría estar Tartessos si no es aquí. Así que sería estupendo comprobarlo con excavaciones pero también hay que decir que la investigación en sí es de lo más satisfactorio que existe, puede convertirse en un vicio y cuando las cosas empiezan a encajar, cuando empiezan a encajar en la realidad, no sólo en tu cabeza, es muy excitante y alentador porque, claro, si aciertas lo que te llevas es el premio gordo. Tartessos es el reto histórico más importante que tenemos.
-¿Y la Atlántida correspondería con el territorio tartessio? -Esperaba que me preguntaras eso (ríe). Yo no soy el primero que sugiere eso, ya lo sugirió Schulten y es una hipótesis plausible. Yo lo que me permito es ofrecer unos cuantos datos sobre cómo pudo Platón obtener esas informaciones. Defiendo que las obtuvo de los pitagóricos quienes tenían conocimiento de la visita secreta de una embajada jonia a Tartessos en el siglo VI. Esos datos refuerzan la hipótesis de Schulten.
-¿Qué significa, en este caso, un nuevo paradigma?
-En definitiva, lo que significa es que he realizado una recolocación de los datos que tenemos sobre Tartessos y esa recolocación me conduce a otro lugar, no a la desembocadura del Guadalquivir o a las marismas de Doñana, que va, los datos nos llevan al Estrecho de Gibraltar.
-Concretamente...
-Concretamente a una isla fluvial a 25 kilómetros del litoral atlántico y a 40 del mar mediterráneo, una superficie de 75 hectáreas en la antigua laguna de La Janda, actualmente corresponde al término municipal de Medina Sidonia.
-¿En qué se basa para hacer esa recolocación de datos y esa afirmación?
-El libro es una relectura de los datos sobre Tartessos , sobre todo, una relectura de Ora marítima, un poema griego con datos del VI a. C. de Rufo Festo Avieno. El análisis de Ora marítima junto con el resto de datos que he ido recopilando durante tres décadas me llevan a proponer esta ubicación.
-¿Cómo y por qué comienza esta investigación?
-Realmente, fue una coincidencia, llegué a este tema por una errata en el diccionario de símbolos de Cirlot, bueno, que era una errata lo supe ocho años después. (Por ahí también arrancó para emprender la investigación de Los nombres de Europa). En este diccionario buscaba una entrada del zodiaco rupestre muy ligada a Cádiz, porque yo llevo muchísimos años veraneando en Cádiz y me maravilla vuestra provincia, de hecho, estoy estudiando para ser gaditano (bromea). El caso es que ese símbolo que estaba buscando me llevaba a una cueva en la zona de La Janda que no encontré. A partir de ahí compré unos mapas topográficos del ejército y caí en la cuenta que la disposición geográfica se correspondía exactamente con los datos que tenemos sobre Tartessos . A partir de ahí empecé a trabajar. En resumen, lo que he hecho es replantear los datos y leerlos de otra manera.
-¿Se podrían hacer prospecciones en la zona para comprobar su hipótesis?
-Supongo que al ser una zona aluvial eso resulta muy prometedor para las excavaciones porque preserva los restos en buenas condiciones. Quiero decir que si los restos están debajo de metros de barro y tierra es posible que se encuentren en un nivel de conservación aceptable. Pero que se excave o no se excave no depende de mí, yo soy un teórico, soy, digamos, el que lleva al arqueólogo a la zona, pero no el que la excava.
-Pero le gustaría, supongo... -¡Por supuesto! Claro que quiero comprobarlo. Treinta años de investigaciones han sido muchos años de trabajo, de cruce de datos y de elementos independientes... Pero no espero demasiado porque he tenido mucho tiempo para comprobar el interés de las autoridades, en general, por nuestro pasado... De todas formas, yo no sé en qué otro lugar podría estar Tartessos si no es aquí. Así que sería estupendo comprobarlo con excavaciones pero también hay que decir que la investigación en sí es de lo más satisfactorio que existe, puede convertirse en un vicio y cuando las cosas empiezan a encajar, cuando empiezan a encajar en la realidad, no sólo en tu cabeza, es muy excitante y alentador porque, claro, si aciertas lo que te llevas es el premio gordo. Tartessos es el reto histórico más importante que tenemos.
-¿Y la Atlántida correspondería con el territorio tartessio? -Esperaba que me preguntaras eso (ríe). Yo no soy el primero que sugiere eso, ya lo sugirió Schulten y es una hipótesis plausible. Yo lo que me permito es ofrecer unos cuantos datos sobre cómo pudo Platón obtener esas informaciones. Defiendo que las obtuvo de los pitagóricos quienes tenían conocimiento de la visita secreta de una embajada jonia a Tartessos en el siglo VI. Esos datos refuerzan la hipótesis de Schulten.
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