jueves, 21 de abril de 2016

Cuide su salud desde la infancia, es por sus hijos lavoz

Prevención. Las enfermedades no transmisibles (ENT) de los adultos reconocen raíces en la etapa fetal y en la primera infancia. Pediatras alertan sobre la necesidad de tomar conciencia sobre los hábitos y condiciones ambientales de los padres, que repercuten en los varones y mujeres del futuro.

Por Jesica Mateu*

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Si bien desde hace varias décadas se estudia el modo en que el entorno y el estilo de vida impactan en la salud, cada vez existen más evidencias científicas que demuestran que la vida fetal y en la primera infancia inciden en el desarrollo de enfermedades no transmisibles (ENT) del adulto.
Con la consigna de aumentar la concienciación sobre este tema, la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) convocó a un encuentro titulado, precisamente, “La salud de las próximas generaciones: un desafío conjunto”, en el que también participaron Unicef, la Organización Panamericana de Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS) y la Dirección Nacional de Maternidad e Infancia del Ministerio de Salud de la Nación.
El propósito era lograr un cambio en el abordaje de la atención, para incorporar la idea de que los cuidados en la salud del niño y de sus padres repercuten en su vida futura. Una vida saludable durante toda la existencia de los padres –y no sólo al comienzo de la búsqueda de la concepción– es fundamental para futuros niños y adultos.
Según la OPS/OMS, tres de cada cinco personas fallecen a causa de las ENT, con especial incidencia de las cardiovasculares, diabetes, patologías pulmonares y algunos tipos de cáncer.
El presidente de la SAP, Jorge Cabana, recalcó la importancia de “insertar hábitos saludables antes, durante y después de embarazo; reforzar la importancia del vínculo afectivo y capacitar al equipo de salud en el concepto del ‘origen temprano de la salud’ (conocido por la sigla DOHaD), que remite al origen de enfermedades y a cómo la salud de la madre puede interferir en la del niño, incluso antes de la concepción”.
“Somos lo que comieron nuestros padres y abuelos. Una madre sin capacidad suficiente de nutrientes para el feto, promueve modificaciones en órganos o sistemas atribuidos a ENT”, añadió la pediatra Adriana Fernández.
El también pediatra e investigador Carlos Grandi –quien luego de 30 años en Neonatología de la Maternidad Sardá, se desempeña en la facultad de Medicina de la Universidad de San Pablo– señaló que “mientras que Brasil, Chile y Uruguay lideran la investigación de DOHaD en Latinoamérica desde hace 35 años, Argentina lo ignora totalmente. Es tiempo de que nos unamos para saber cómo les va a nuestros niños en el curso de sus vidas”.
Un desafío de todos
A partir del concepto DOHaD surge la programación fetal que “implica un proceso en el que un estímulo o agresión en un período crítico del desarrollo, tiene significación a largo plazo, programando enfermedades del adulto”, dice Cabana. Así, por caso, “ha sido demostrada la incidencia del parto prematuro, factores nutricionales maternos, dieta poco saludable, tabaquismo, sedentarismo, estrés, ciertos medicamentos y drogas, exposición a tóxicos ambientales y agentes infecciosos”, enumeró Cabana.
Fernández resaltó puntualmente “la importancia de la nutrición de la infancia en la vida del adulto” y se mostró preocupada por la ingesta masiva de alimentos sobresaturados y azucarados y la falta de actividad física. En ese sentido, hizo hincapié en la necesidad de promover la educación nutricional para la alimentación infantil, así como la lactancia materna –que, dijo, no ha aumentado en los últimos años–, ya que “cuando es exclusiva, disminuye notablemente las tasas de obesidad”.
La OMS advierte sobre el crecimiento de la obesidad en bebés de entre 6 y 60 meses, por lo que Fernández destacó que “el exceso de peso es ganado antes de la pubertad; en los primeros cinco años de vida en el 90 por ciento de las mujeres y en el 70 por ciento de los hombres”. Y afirmó que el 30 por ciento de la obesidad del adulto comienza en la infancia.
Estrés en el embarazo
La doctora Liliana Voto destacó la interacción entre madre, placenta y feto y aseveró que, según estudios clínicos, las mujeres con trastornos de ansiedad o depresión generan un cambio importante “en el ritmo cardíaco fetal al recibir el estímulo”. Para confirmar que la causa no sea genética, sino de origen epigenético –es decir, vinculado a la relación entre la genética y los factores del ambiente– se analizaron casos de embarazos in vitro , con óvulos propios o donados, y “se observó que los chicos tuvieron los mismos problemas, como bajo peso al nacer”. Asimismo, Voto advirtió que “los tratamientos hormonales de las mujeres antes y durante la concepción podrían impactar en el neurodesarrollo” de sus hijos.
Además, el estrés en el embarazo sería causante de complicaciones, como insuficiencia de vitamina D y patologías de la gestación como preeclampsia (que se asocia a la hipertensión durante el embarazo y lo pone en riesgo) y diabetes gestacional, además de bajo peso.
Voto manifestó que la realización de controles médicos durante el embarazo permite saber “de dónde partimos y adónde podemos llegar”, pero también indicó que es importante enfocar la mirada en los varones, cuya salud influye igualmente en la de su descendencia.
Evidencias
En la actualidad, las ENT toman mayor relevancia porque “originariamente eran enfermedades de la adultez, pero desde hace un tiempo aparecen en la infancia; sobre todo a partir de que la obesidad infantil va en aumento”, afirmó Grandi. La hipertensión arterial, la diabetes y demás problemáticas, tienen relación con la mala nutrición.
“Encontré una fuerte relación entre el peso al nacer y la presión arterial. Todo influye para que los chicos vengan modificados dentro del útero por condiciones adversas”, aseguró Grandi. Y lo graficó así: “Si una madre nace con bajo peso y se cría en un ambiente desfavorable, tiene alta probabilidad de que su hijo repita el ciclo”. Por eso, destacó la importancia de mantener una alimentación nutritiva y equilibrada siempre, realizar controles periódicos –además de consultas prenatales y pregestacionales– para observar niveles de glucemia y presión arterial. En este sentido, advirtió que “muy pocos hipertensos saben que lo son. No se enteran hasta que les duele mucho la cabeza o tienen un infarto. Y, además, solo uno de cada tres pacientes cumplen con el tratamiento”.
Por otra parte, lamentó que “muy pocos médicos pregunten cuánto pesó una persona al nacer”, un dato relevante porque puede implicar mayores posibilidades de padecer ENT. “Un médico generalista puede detectar precozmente” esa factibilidad y, en consecuencia, trabajar para contrarrestarla.
Por otra parte, Grandi indicó que cada vez hay más bebés prematuros. Al respecto, en diálogo con La Voz del Interior, 
indicó que la interrupción del embarazo es un factor a tener en cuenta y que la tasa de cesárea “aumenta dramáticamente”.
Los primeros mil días del bebé, desde la concepción hasta los 24 meses de nacido, son claves. “Ese es el tiempo en el que crece el cerebro”, describió Grandi. “Al cabo de ese lapso, su población de neuronas y conexiones está terminada y madurada. Un niño expuesto en el útero a condiciones adversas, que además no nace en un contexto adecuado, no logra alcanzar las metas. Es un período crítico, de mucha vulnerabilidad afectiva, además de nutricional”, añadió. “Toda la carga que arrastra la madre y le pasa al bebé a través del a placenta, es irrecuperable. Porque, si a un niño que no fue bien alimentado en el útero, por ejemplo, luego se lo sobrealimenta para compensar, a lo mejor se le hace un daño porque el organismo ya está programado para ser desnutrido y eso le da más probabilidad de tener enfermedades”, completó.
Tras la jornada, la SAP, junto con el Ministerio de Salud de la Nación y organizaciones como Fasgo, Fundasamin, Fundación Voto; hospital Italiano, Sani y Asumen, firmaron un “Compromiso conjunto para la prevención de Enfermedades Crónicas No Transmisibles (ENT)”, con la idea de que “la mejor manera de avanzar en la prosecución de los objetivos planteados es actuar en forma interdisciplinaria e intersectorial”.
Un pueblo para criar a un niño
“El principal problema de salud en la Argentina es el retraso en el desarrollo. Esto genera adultos con desventajas, desocupación y descendencia en riesgo”, afirmó el pediatra Horacio Lejerraga en la jornada de la Sociedad Argentina de pediatría, donde expuso sobre amenazas ambientales al desarrollo infantil en el país.
Uno de los creadores de la Prunape (Prueba Nacional de Pesquisa) para el reconocimiento oportuno de niños con trastornos inaparentes del desarrollo, señaló que un espacio familiar y físico desfavorable “impide la influencia significativa de la genética”, porque, “a medida que crece el niño, más crece el impacto de los efectos medioambientales en el cumplimiento de pautas de desarrollo psicomotor”. Es decir, su posibilidad o imposibilidad de lograr cambios de la conducta sensomotriz, respuesta emocional, inteligencia, lenguaje y aprendizaje.
Asimismo, el especialista advirtió que el 50 por ciento de los problemas de desarrollo no se detectan oportunamente; y que el promedio de tiempo que pasa entre que los padres sospechan que su hijo tiene algún inconveniente y la intervención pediátrica, es de tres años. Así, se pierde un período demasiado valioso. 
Y, en su explicación, destacó un proverbio africano que marca la necesidad y la importancia del trabajo conjunto entre sociedad y Estado en pos de la salud de las generaciones venideras: “Se necesita un pueblo entero para criar a un niño”.
*Especial desde Buenos Aires

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