Va a cambiar tu vida cotidiana y también los supermercados.
JAMIE GRILL VIA GETTY IMAGES |
Investigadores del Imperial College London (Reino Unido) han desarrollado unos nuevos sensores, conocidos como sensores eléctricos de gas basados en papel (PEGS, por sus siglas en inglés), que podrían ayudar a detectar el deterioro y reducir el desperdicio de alimentos tanto en supermercados como en los hogares.
Su fabricación cuesta alrededor de cuatro céntimos y detectan gases de descomposición como el amoníaco y la trimetilamina en productos cárnicos y pesqueros. Los datos de los sensores se pueden leer en los ‘smartphones’, de modo que las personas puedan usar su teléfono móvil frente al envase para ver si el alimento es seguro para comer.
Los investigadores desarrollaron los PEGS imprimiendo electrodos de carbono en papel de celulosa. Los materiales biodegradables son respetuosos con el medio ambiente y no son tóxicos, por lo que no dañan el medio ambiente y son seguros para su uso en el envasado de alimentos. Los sensores se combinan con etiquetas de NFC, una serie de microchips que pueden ser leídos por dispositivos móviles cercanos.
Durante las pruebas de laboratorio en pescado y pollo empaquetado, PEGS detectó trazas de gases de descomposición de forma rápida y más precisa que los sensores existentes, a una fracción de su precio. Los investigadores dicen que los sensores también podrían en el futuro reemplazar la fecha de caducidad, un indicador menos confiable de frescura.
Los PEGS son los primeros sensores de frescura alimentaria comercialmente viables. El autor principal, el Dr. Firat Güder, del Departamento de Bioingeniería de Imperial, ha dicho:
“Aunque están diseñados para mantenernos a salvo, las fechas de caducidad pueden hacer que los alimentos comestibles se tiren a la basura. De hecho, no son completamente fiables en términos de seguridad, ya que las personas a menudo se enferman de enfermedades transmitidas por los alimentos debido a un almacenamiento deficiente, incluso cuando un artículo está dentro de su fecha de caducidad”, explica Firat Güder, autor principal del trabajo, que se ha publicado en la revista ACS Sensors.
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