La clave para reducir el estrés emocional es hablar
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No hay derecho a que tu cuerpo te esté hablando y tú le sigas ignorando.
Si te estuviera hablando tu hijo, o tu amigo del alma y no le hicieras caso, entenderías su enfado. Y supongo que te dirías en algún momento “tengo que prestarle más atención cuando me habla, no está bien que no le haga ni caso a mi hijo o a mi colega”.
Pero no te importa ni un poquito ignorar los mensajes de tu cuerpo. Ni siquiera porque tú eres quien más sufre los efectos de no escucharle.
Hipócrates, el padre de la medicina moderna, ya dijo hace 2.500 años (sí, cinco siglos antes de Cristo) que la enfermedad no era producida por supersticiones ni malos augurios. Para él era clave entender el pasado, el presente y el futuro del enfermo para aplicar la terapéutica.
Es decir, que había que observar el contexto en el que estaba viviendo esa persona para comprender los factores que le estaban llevando a enfermar, la cual nunca iba a ser producto de la mala suerte.
Así que olvídate de que te pasa lo que te pasa por ser gafe o porque todo lo malo te toca a ti.
Hay una correspondencia entre lo que estás viviendo en tu vida personal, en tu vida social y lo que manifiesta tu cuerpo. Y para cuando las exigencias de la vida te llevan a olvidarte de ti mismo está previsto que tu cuerpo te envíe señales y corrijas la situación.
Ya te he contado en otras ocasiones la correspondencia entre el estrés y la salud.
El estrés se origina en forma de pensamientos negativos, se acompaña de sentimientos negativos, y cuando adquiere una magnitud que alcanza el límite superior tolerable de cada uno, enciende todas las alarmas de la biología y se plasma en el cuerpo.
Nuestro cuerpo es muy sabio
¿Por qué funciona así nuestra biología?
Para asegurarnos nuestra supervivencia.
Es decir, que la enfermedad tiene una intención positiva. La enfermedad no tiene el único objetivo de hacerte sufrir, amargarte la existencia y aniquilarte mientras sigues haciendo lo posible para pagar la hipoteca.
La naturaleza quiere que vivas el máximo tiempo posible (no sólo para pagar impuestos) y para eso, quiere que resuelvas todas las circunstancias que te hacen sufrir.
La clave para reducir el estrés emocional es hablar. Expresar lo que te quita la paz, lo que te da miedo y lo que no perdonas.
Y con esto no digo que tengas que resolver el mal del mejillón cebra en el mundo si es lo que te quita la alegría de vivir. Es que aprendas a gestionar el estrés que te produce el mejillón cebra para que no te mate (el estrés, no el mejillón).
Las señales que te envía tu cuerpo y la sordera con la que las atiendes tienen los días contados. Lo sé. Aunque también sé que necesitas más información.
Quizás tengas muchos focos de estrés. Sé que es complicado sentirse afectado sólo por una causa en la vida, y sé que es complicado de entrada saber qué es exactamente lo que te pide tu cuerpo a través de ese dolor o malestar, pero para eso te voy a dar dos preguntas con las que comprenderás perfectamente qué es lo que tienes que gestionar mejor.
La primera pregunta con la que comprender el aprendizaje, el mensaje y la intención positiva que oculta ese síntoma es “¿qué es lo que me impide el síntoma?”.
Cuando yo estaba enferma y sufría los efectos de la fibromialgia y de la fatiga crónica era muy obvio lo que me impedía la enfermedad. Me impedía levantarme por las mañanas con energía, me impedía hacer deporte, me impedía salir con mis amigas, me impedía ayudar a mi madre…
La segunda pregunta es “¿qué es lo que te impone el síntoma?”.
A mí me imponía descansar, parar, frenar, reposar…
Es decir, que el mensaje de mi enfermedad era “para ya porque no puedes seguir haciendo lo que haces de la forma en que lo haces”.
No tienes que pasar por una fibromialgia para entender que tienes que bajar el ritmo, pero en mi caso, tuvo que ser así.
Hay quien necesita un esguince para no seguir avanzando en la dirección en la que va, o quien necesita un infarto.
Todo depende del estrés emocional con el que vives, y que callas.
Porque la clave para reducir el estrés emocional es hablar. Expresar lo que te quita la paz, lo que te da miedo y lo que no perdonas.
Entender el mensaje que te envía tu cuerpo y reducir el estrés es compatible con cualquier práctica o tratamiento.
Para eso tu cuerpo te habla y eleva el tono hasta que consigue que le hagas caso, para que reduzcas tu estrés. Y para los casos en que no se sabe cuál es el frente por el que se están produciendo más daños, lo mejor es responder a esas dos preguntas: qué te impide y qué te impone el síntoma.
A esas preguntas sólo vas a poder responder tú así que demuestra lo mucho que te quieres y respóndelas.
Y las puedes responder mientras sigues el tratamiento médico, mientras quitas de tu alimentación saludable los donuts de la merienda o mientras vas a yoga los miércoles.
Entender el mensaje que te envía tu cuerpo y reducir el estrés es compatible con cualquier práctica o tratamiento. Es así de bueno.
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