Joaquín Gutiérrez Acha, durante el rodaje de 'Dehesa'. |
RAFAEL NAVAS
–¿En qué empleó el tiempo durante el confinamiento un naturalista como usted que trabaja al aire libre?
–En preparar proyectos y en reflexionar sobre cuál va a ser el futuro del planeta. He entendido que cuando el hombre se retira de la naturaleza, ésta avanza inexorablemente. Hemos dejado de asediar los espacios naturales y la naturaleza ha respondido de forma increíble: animales salvajes entrando en poblaciones, lobos cruzando carreteras a la vista de todos, osos entrando en pueblos… Una prueba más de que el hombre es el agente agresor por excelencia del medio natural
–¿Cree que ahora se valora más el medio ambiente?
–Sí, de alguna manera el habernos privado de acceder a los espacios naturales, de pasear, ha creado más afición por la Nnaturaleza. Cada vez el hombre se acerca más al campo y hay más concienciación por la conservación.
–Tras 26 meses de rodaje, ¿fue muy duro tener que estrenar Dehesa en plena pandemia?
–Para mí lo fue y supongo que para todo el equipo y los productores, que sabían que no podían esperar resultados buenos estrenando en pandemia. Para mí ha sido muy duro porque han sido muchísimos meses de rodaje, un esfuerzo personal muy importante, para conseguir todas las imágenes, con jornadas de 18 horas quieto bajo el sol bajo una lona y con una cámara. La ilusión es compartirlo con el gran público. Nuestra obra no acaba de estar terminada si no la compartimos. Conocer para poder conservar, en este caso la dehesa.
–¿Sigue siendo el documental el pariente pobre del cine?
–No sé si el pariente pobre pero sigue siendo un género que no está tan reconocido como las películas de ficción. Vamos avanzando y estamos abriendo brecha con los años para que el cine de naturaleza acabe siendo un género para todos y creo que lo estamos consiguiendo aunque nos queda para estar a la altura de países como Francia o el Reino Unido.
–¿Cómo han cambiado las plataformas de pago el sector del cine documental?
–Hay una apuesta relativa de momento. Movistar+ lleva tiempo, Netflix tiene una parte dedicada a las grandísimas producciones extranjeras como la BBC y el resto de plataformas aún no ha hecho una apuesta decidida por el cine documental de naturaleza.
–¿Y la tecnología?
–Muchísimo. Ya cambió con el paso del celuloide a las cintas de soporte digital. De los tiempos de Félix pasamos a las cámaras que llevamos ahora, de altísima gama, diseñadas para las grandes pantallas con calidades de 4, 6 y 8K y tecnologías de infrarrojos, los drones que nos ayudan a hacer los traveling que antes hacíamos con dispositivos muy pesados, pueden volar por encima de los bosques, cruzar ríos… Trabajamos con equipos de alta velocidad capaces de ralentizar imágenes imperceptibles para el ojo humano.
–¿Se ha planteado hacer una serie como hizo Félix Rodríguez de la Fuente?
–Hemos intentado hacerla pero no hemos tenido los apoyos suficientes para sacarla. Todavía no ha llegado el momento o quizá ese momento se quemó después de Félix con varias series documentales que no tuvieron el éxito que se esperaba y el experimento se quedó ahí.
–De la trilogía, ¿cuál le ha marcado más?
–Guadalquivir fue entrañable porque filmé la tierra en la que vivo y prácticamente de la que soy. Cantábrico fue especialmente duro, una aventura. Pero el resultado final y el éxito nos ha dado muchas satisfacciones. Y Dehesa es la niña bonita, un reto porque la dehesa es un ecosistema bastante conocido y accesible. Teníamos que llegar mucho más allá y enseñar lo que no se ve.
–De poder rodar un documental fuera de España, ¿a dónde iría?
–A ningún lado. He tenido muchas oportunidades pero creo que donde puedo dar a conocer mi trabajo es aquí. España es infinita para un documentalista, hay muchas especies que quedan por filmar. Es importante seguir contando al mundo la riqueza natural del país con la mayor biodiversidad de Europa, que es España.
–¿Qué le parecen las críticas por las subvenciones al cine español?
–Soy uno de los favorecidos por esas subvenciones. Sin estas ayudas sería difícil hacer trabajos cinematográficos en nuestro caso, que son de casi tres años de duración, pero entiendo las protestas de otras artes que se quedan sin subvenciones.
–¿Tiene la espinita clavada de no haber logrado el Premio Goya tras dos nominaciones?
–Para nosotros el premio es la nominación. Porque es muy complicado que nos den un goya. Siempre y cuando existan documentales donde la política y los aspectos sociales están más presentes, será difícil. Sé que lo que voy a decir es políticamente incorrecto pero no nos van a dar un goya porque no califican este tipo de trabajos como cine, así de claro. Para los académicos esto es como si le dieran el premio a una actividad casi extra cinematográfica. Creo que no nos lo van a dar nunca.
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