Cada día recibimos en consulta a mujeres asustadas planteándonos si es normal lo que les está ocurriendo.
Por Mónica Molner
Médica de familia y especialista en salud sexual y reproductiva
Qué es lo normal? He aquí la gran pregunta. En mi cabeza, lo normal sería lo natural o, pensando en las funciones del cuerpo, lo fisiológico. Partiendo de ahí, hay muchas cosas a mi alrededor que no acabo de entender.
Cada día recibimos en consulta, en estos momentos sobre todo llamadas, a mujeres asustadas planteándonos si es normal lo que les está ocurriendo. Probablemente, porque habrán oído a alguien en su entorno, que les ha dicho “eso no es normal”.
En condiciones normales, naturales, nuestro cuerpo funciona solo: respiramos, hacemos la digestión y nuestro corazón sigue latiendo, queramos o no. Leí que había unos monjes capaces de frenar los latidos meditando, pero eso no es lo habitual.
Desde nuestro ordenador central, se envían las señales a cada recóndito lugar para que se produzcan pequeños milagros como el simple hecho de mover el meñique del pie. A su vez, funciona todo tan bien, que si notamos que nos estamos quemando al coger una taza de leche, somos capaces sin ni siquiera pensarlo, de soltarla.
En el increíble micromundo de las hormonas que trabajan como hormiguitas, sucede que pequeños desbarajustes, pueden no ser percibidos por el gran cerebro que todo lo sabe, como el ojo de Sauron del El señor de los anillos. Puede pasar que desde fuera lleguen intensas señales en forma de estrés, broncas, pandemia, noticias tristes, pérdidas o también acontecimientos alegres como nacimientos, bodas, viajes o reencuentros con amigos o familiares, que ocasionen manifestaciones evidentes en el exterior.
Si entendemos que cualquier cambio en nuestro ambiente puede impedirnos dormir bien, quitarnos el hambre o llevarnos a picotear sin fin a la nevera, deberíamos considerar normal el que los ciclos menstruales varíen. Esto puede ocurrir porque las hormonas enviadas desde el hipotálamo e hipófisis —el ordenador central— a nuestros ovarios y útero se alteren, provocando la desaparición brusca del sangrado sin estar embarazada y estando muy lejos la menopausia o que los sangrados se vuelvan irregulares sin haber entrado en climaterio. Todo esto, a pesar de estar usando un anticonceptivo como la píldora, el parche o el anillo, con el que antes tenías sangrados regulares.
Los conductores nóveles —que llevan la L— a veces se equivocan con las marchas o con los pedales. Así como cuando un paciente empieza a tomar una medicación puede ocurrir que tenga efectos, que, con el tiempo, desaparezcan. Cuando este conductor ya maneja el coche más de un año, no debería ya confundirte con la palanca de cambios.
Estas son algunas situaciones normales en relación a los ciclos, por los que no hay que preocuparse:
1) Los tres primeros meses de iniciar cualquier método anticonceptivo, el cuerpo de la mujer lleva la L y pueden desaparecer los sangrados o encontrarlos cuando no se esperan. Esto también puede suceder, como decía antes, ante cambios importantes.
2) Con los dius, tanto hormonales como de cobre, los ovarios siguen trabajando, así que es normal notar las ovulaciones y los cambios en el pecho. Al igual que la mala leche o la creatividad según en la fase del ciclo en la que se esté.
3) Cuando se usa un método que solo tiene una hormona —gestágenos— como el implante del brazo (“la pila”), el pinchazo cada tres meses, la mini píldora (sin descanso) o el diu hormonal, la pared del útero está frenada. Igual de normal es que desaparezca la regla, como que se produzcan sangrados irregulares. Resulta imposible predecir lo que le ocurrirá a cada mujer al ponerlo.
4) A partir de los 40 años, con pandemia o sin ella, se puede empezar con la etapa de transición hacia la desaparición de los ciclos menstruales y tener irregularidades propias y normales.
5) El tono de la sangre puede ir cambiando, desde el marronáceo al rosado , al negro o al rojo pasión. Dependerá del tiempo que tarde en salir entre otras cosas y no hay que estar pensando en alteraciones.
A pesar de todo esto, puede haber alteraciones que sí precisen acudir a una consulta para descartar infecciones o alteraciones que tengamos que valorar.
En el lado contrario, me encuentro con situaciones consideradas normales que para mí no lo son. No es normal que se se escape la orina al reír o al toser, tampoco lo es tener relaciones sexuales y que no resulten placenteras. Si estás en alguna de estas situaciones, no te conformes, pide ayuda a profesionales que te podamos ayudar.
Programar las relaciones sexuales para buscar un bebé, es igual de normal que programar una cesárea en un embarazo no complicado para que no caiga en fin de semana o parir tumbada sin aprovechar la fuerza de la gravedad que pensará lo absurdos que somos a veces los humanos.
No es normal o natural, llevar melena en cabeza y dejar el pobre Monte de Venus desnudo sin su bosque. Hablar de nueva normalidad cuando lo que escuchas o lo que ves, no te cuadra en tu cabeza como normal.
Como sigo siendo humana, y por ello, llena de incongruencias, sigo sintiendo la necesidad de depilarme las axilas y las piernas y llevo un diu hormonal que me impide ver sangrados obligándome así a estar más pendiente de cuando despierta mi musa de la fase creativa.
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