El satélite impactará de noche en hora española y los expertos consideran que el riesgo de que pueda causar daño a las personas es extremadamente bajo.
La NASA prevé que este viernes impacte sobre la Tierra un satélite del tamaño de un autobús que fue retirado de funcionamiento en 2005, pero insiste en que el riesgo para las personas es "extremadamente pequeño". El impacto se produciría durante la noche en hora española, en torno a las 22:00 horas.
La Agencia espacial estadounidense (NASA) descartó este jueves que el satélite artificial vaya a caer sobre América del Norte, aunque todavía no puede precisar el lugar del impacto. Sólo hasta dos horas antes no se podrá determinar el lugar exacto del impacto.
Según la agencia, "es todavía demasiado temprano para predecir la hora y el lugar de reingreso con más certidumbre, pero las predicciones serán más precisas en las próximas 24 horas", tal y como recoge EFE.
La probabilidad de que alguno de los restos del satélite de Investigación de la Alta Atmósfera (UARS) alcance a una persona es muy remota, según la agencia espacial estadounidense, que la cifra en una entre 3.200. El aparato pesa 5.675 kilogramos y tiene el tamaño de un autobús.
La NASA prevé que caerá sobre la zona de Papúa Nueva Guinea y es "muy improbable" que España sea el destino de alguno de los desechos del satélite. Aún así, ha señalado que hay "una gran incertidumbre" sobre el destino de las piezas porque "a actividad solar puede cambiar bastante", y es uno de los factores que favorece su movilización. "El Sol emite ondas y generan cierta presión sobre los satélites y los mueven y además calienta la atmósfera y cambia las condiciones de rozamiento", ha explicado.
Estaba previsto que el satélite llegara a finales de septiembre o principios de octubre, pero su caída se adelantará debido al fuerte aumento de la actividad solar la semana pasada. Los científicos de la NASAcalculan que el satélite se despedazará al entrar en la atmósfera y que al menos 26 grandes piezas sobrevivirán a las altas temperaturas del reingreso y caerán sobre la superficie de la Tierra.
Escasas posibilidades provocar daños a personas
En este sentido, el director de la Unidad de Ingeniería Espacial del grupo empresarial GMV, Miguel Ángel Molina, ha señalado que "hay más probabilidades de que a una persona le caiga un rayo, con toda la improbabilidad que ésto conlleva, que una pieza del satélite" de la NASA, cuya reentrada en la atmósfera está prevista para las 20.00 horas de este viernes.
Así, Molina ha explicado a Europa Press que las probabilidades que se barajan acerca de que una de las piezas del satélite acabe con la vida de una persona es de "una entre un billón" y que lo que "si es cierto es de que hay la posibilidad de que caiga sobre una zona "habitada". En este caso los números suben y las probabilidades son "una entre 3000 o 4000", ha apuntado.
Además, ha señalado que "no se conoce la altura a la que está el satélite" ni "que superficie se va a enfrentar a la atmósfera", dos aspectos que mantienen la incertidumbre acerca del destino del cuerpo.
El de este satélite de la NASA, dedicado a la observación de las capas altas de la atmósfera de 1991 a 2005, es un caso "poco habitual" ya que, tal y como ha explicado Molina a Europa Press, la reentrada es "un proceso natural" por el que pasan todos los satélites aunque "no nos enteramos de ello porque se desintegran completamente".
En este caso, el satélite "tiene el tamaño de un autobús, pesa seis toneladas y tiene en su interior muchas piezas y de gran tamaño, ha indicado Molina, por lo que no podrán desintegrarse al roce con la atmósfera y acabarán cayendo sobre la Tierra.
La vida útil de un satélite
La vida útil de un satélite ronda los 15 años aunque, depende de las condiciones en las que tengan que trabajar "más o menos cerca de la atmósfera", puede durar entre 3 y 10 años. Tras su vida útil, durante la cual van perdiendo altura y se produce la reentrada.
Acerca de este momento, Molina ha señalado que en los satélites antiguos, aquellos que terminaron su misión a finales de los 90, se les acababa el combustible y el proceso de reentrada "no era controlable porque no se podía forzar al satélite a caer en un punto concreto de la Tierra". "Si el satélite tiene combustible en un momento dado se encienden los motores y se empuja en una dirección para que reentre en el área que interesa", ha explicado el experto.
Según ha señalado Molina en este caso tampoco hay posibilidad de dirigir la reentrada del satélite,de ahí "la situación de incertidumbre en que se encuentra actualmente la NASA".
Del mismo modo, ha apuntado que en otros tipo de misiones, en las que los satélites no están tan cerca de la Tierra como los de observación o los de telecomunicaciones, los aparatos "son llevados a una órbita en la que no moleste".
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