El festival Sierra Nevada por Todo lo Alto acoge esta noche la actuación de Corizonas junto a Pájaro Jack.
ANDREA KAISER GRANADA
Corizonas son expertos en el arte del coqueteo. Con absoluta promiscuidad, este sexteto de barbas y melenas se adueña de cualquier sonido que se precie: lo mismo psicodelia, country, folk, sonidos fronterizos o el surf rock de los sesenta. Hasta introducen jazz y blues si hace falta. Sin culpa. Sus antecedentes les amparan: tres miembros de Arizona Baby y cuatro de Los Coronas, con Javier Vielba y Fernando Pardo al frente de cada banda. El encuentro de ambos grupos en la gira Dos bandas y un destino fue tan explosivo que acabaron fusionándose y haciendo colisionar hasta sus nombres. El resultado recoge a su paso una fiel corriente de devotos. Tras versionar a todos los clásicos se estrenaron con The news today, su primer largo. Ahora recorren los escenarios veraniegos, imponiendo con irreverencia su eléctrico Lejano Oeste. Esta noche lo presentan en el festival Sierra Nevada por Todo lo Alto, junto a Plastic Frostik Machine y Fila India.
-Tras dos años volcados en sus respectivos grupos, preparan el regreso de Corizonas con una gira de verano y un nuevo disco. ¿Qué añade Corizonas a la suma de sus miembros ?
-Corizonas ha dejado de ser un proyecto paralelo para convertirse en una banda con entidad propia. La suma de Coronas más Arizona Baby sólo fue al principio: entonces los terrenos estaban más delimitados y se sabía dónde empezaba y acababa cada grupo. Ahora esto es otra cosa, se ha creado una dinámica diferente. Cada grupo es un mundo distinto: es lo realmente bonito de la música. Para nosotros es algo muy bueno a lo que siempre nos gusta volver.
-¿Hacia dónde apunta el futuro del grupo?
-Ahora mismo estamos tocando canciones de The news today, retomando la química del directo e improvisando nuevos sonidos. Desde casa, cada miembro del grupo está preparando nuevos temas pero aún no hemos puesto nada en común. Aún es pronto para decir en qué dirección musical vamos, pero en los próximos meses acotaremos terreno.
-Entre tanta variedad de estilos e influencias, ¿cómo consiguen un sonido propio que les defina?
-Creo que sobre todo es una cuestión de personalidad, de reunir lo mejor de cada uno de nosotros. Todo nace de impulsos muy espontáneos, muy nuestros, de cosas que nos representan casi inconscientemente. Lo que más nos define como personas son nuestros pequeños gestos y tics, esos giros que pasan inavertidos ante nosotros... En el grupo ocurre lo mismo. Nosotros no decidimos el tipo de música que hacemos: sólo nos juntamos a tocar y esperamos ver qué surge de ello. Si tenemos un estilo, ese estilo es rock and roll primitivo. Es un término lo suficientemente ambiguo para que todos estemos contentos. En el caso de Corizonas debemos optar por conceptos amplios, porque limitarnos a otro tipo de etiquetas más reducidas me parece injusto.
-Como líder del grupo, ¿qué es lo más estimulante en este cruce de bandas?
-Arizona Baby es algo parecido a comer en casa rodeado de tus padres y hermanos: algo que haces todos los días y que conoces a la perfección. Corizonas es una fiesta de domingo, el cumpleaños del abuelo donde se junta toda la familia... Es todo un festín en el patio. Me parece algo muy bonito y estimulante. Al fin y al cabo, el arte consiste en conjugar emociones, y la música en sí misma es un lenguaje de sensaciones... El contexto en el que hacemos cada cosa se filtra inevitablemente en nosotros.
-¿Qué diferencias hay entre trabajar en el formato de una 'gran banda' como Corizonas y una formación convencional?
-Una producción como Corizonas entraña mucha más dificultad. Todo orbita en torno al dinero y la rentabilidad, por lo que resulta más complicado mover equipos con más integrantes. Logísticamente, es un engorro trabajar con Corizonas que con sus grupos por separado. Artísticamente, creo que cada grupo aporta un estímulo y una manera de disfrutar distinta.
-¿Qué sacrifica Arizona Baby en favor de una convivencia feliz con Corizonas?
-En mi caso, por ejemplo, tengo una función diferente: aquí toco menos la guitarra y me centro más en cantar y escenificarlo todo... Otras veces colaboro a los tambores o me pongo con el batería. En definitiva, se trata de interactuar con las canciones de otra forma.
-¿Cren que con su trabajo están abriendo una nueva línea de exploración dentro del rock?
-Afortunadamente en el panorama independiente español hay cada vez más grupos con mucha personalidad, casi inclasificables. Y lo mejor es que cada uno hace una cosa diferente. Nosotros nos sentimos muy cercanos a grupos así porque tienen una filosofía libre: somos parte de una generación en la que hay mucha originalidad, mucha falta de complejos y enfoques puramente artísticos. Siempre hemos reivindicado la artesanía de nuestro arte, pero también queremos reivindicar el arte de nuestra artesanía. Y estamos encantados si nuestro trabajo puede servir de influencia o inspiración a alguien, pero tampoco somos muy conscientes de ello.
-¿Cuánto hay de impertinencia en el discurso de Corizonas?
Nosotros somos muy activistas y guerreros. Somos una banda de rock como podríamos ser una banda callejera de los sesenta, y tenemos ideas que intentamos que se reflejen a través de nuestras acciones. Si bien no hemos querido enarbolar bandera alguna ni ergirnos como faro de nadie, siempre hemos apostado por la música en directo, por el apoyo a las nuevas bandas y el apoyo entre ellas. Nos fijamos mucho en aquellas bandas que han hecho bien las cosas, y procuramos repetir el modelo. En cualquier caso, el arte siempre va a la contra y está por encima de la política porque conecta con muchas otras cosas, ya sea lo espiritual, lo mágico o lo inexplicable. El problema es que la música en este país es tratada como un bien de consumo, y eso demuestra lo ignorantes que somos. La escena independiente ahora mismo está más politizada que nunca, y la gente se moja como en ningún otro momento. Gente como Pony Bravo, Nacho Vegas o Amaral, entre muchísimos otros, están haciendo canciones protesta. Hay muchos fuegos encendidos ahora mismo.
-¿Cómo se explica este crisol de influencias americanas en un grupo formado por vallisoletanos y madrileños?
-Estando vivos en el siglo XX en un país occidental, lo cual demuestra que la música es viajera y que las artes no son de nadie, sino universales. Hay miles de referencias históricas y pruebas de ADN que pueden explicar lo que hacemos, y que lo raro sería que no estuviéramos haciendo un tipo de música que llamamos americana pero que en realidad hunde sus raíces aquí. Desde las divisiones católicas que fueron a evangelizar los pueblos del sur de Estados Unidos o las rancheras que proceden de romances castellanos, hay cientos de referencias que explican que hagamos lo que hacemos. Sin embargo, tampoco creo que importe demasiado.
-¿Miramos demasiado hacia fuera a la hora de buscar referencias musicales y construir una identidad artística?
Inevitablemente, la cultura americana ha colonizado al resto de países y nos ha tocado alimentarnos de cultura anglosajona y estar bajo su influjo. En consecuencia, catalizamos todas esas cosas a nuestra manera, tratando de hacerlas lo más de aquí posible. Pero también es cierto que miramos demasiado hacia fuera. Deberíamos empezar a ser un poco nosotros mismos: hay que echarle personalidad al asunto.
-Tras dos años volcados en sus respectivos grupos, preparan el regreso de Corizonas con una gira de verano y un nuevo disco. ¿Qué añade Corizonas a la suma de sus miembros ?
-Corizonas ha dejado de ser un proyecto paralelo para convertirse en una banda con entidad propia. La suma de Coronas más Arizona Baby sólo fue al principio: entonces los terrenos estaban más delimitados y se sabía dónde empezaba y acababa cada grupo. Ahora esto es otra cosa, se ha creado una dinámica diferente. Cada grupo es un mundo distinto: es lo realmente bonito de la música. Para nosotros es algo muy bueno a lo que siempre nos gusta volver.
-¿Hacia dónde apunta el futuro del grupo?
-Ahora mismo estamos tocando canciones de The news today, retomando la química del directo e improvisando nuevos sonidos. Desde casa, cada miembro del grupo está preparando nuevos temas pero aún no hemos puesto nada en común. Aún es pronto para decir en qué dirección musical vamos, pero en los próximos meses acotaremos terreno.
-Entre tanta variedad de estilos e influencias, ¿cómo consiguen un sonido propio que les defina?
-Creo que sobre todo es una cuestión de personalidad, de reunir lo mejor de cada uno de nosotros. Todo nace de impulsos muy espontáneos, muy nuestros, de cosas que nos representan casi inconscientemente. Lo que más nos define como personas son nuestros pequeños gestos y tics, esos giros que pasan inavertidos ante nosotros... En el grupo ocurre lo mismo. Nosotros no decidimos el tipo de música que hacemos: sólo nos juntamos a tocar y esperamos ver qué surge de ello. Si tenemos un estilo, ese estilo es rock and roll primitivo. Es un término lo suficientemente ambiguo para que todos estemos contentos. En el caso de Corizonas debemos optar por conceptos amplios, porque limitarnos a otro tipo de etiquetas más reducidas me parece injusto.
-Como líder del grupo, ¿qué es lo más estimulante en este cruce de bandas?
-Arizona Baby es algo parecido a comer en casa rodeado de tus padres y hermanos: algo que haces todos los días y que conoces a la perfección. Corizonas es una fiesta de domingo, el cumpleaños del abuelo donde se junta toda la familia... Es todo un festín en el patio. Me parece algo muy bonito y estimulante. Al fin y al cabo, el arte consiste en conjugar emociones, y la música en sí misma es un lenguaje de sensaciones... El contexto en el que hacemos cada cosa se filtra inevitablemente en nosotros.
-¿Qué diferencias hay entre trabajar en el formato de una 'gran banda' como Corizonas y una formación convencional?
-Una producción como Corizonas entraña mucha más dificultad. Todo orbita en torno al dinero y la rentabilidad, por lo que resulta más complicado mover equipos con más integrantes. Logísticamente, es un engorro trabajar con Corizonas que con sus grupos por separado. Artísticamente, creo que cada grupo aporta un estímulo y una manera de disfrutar distinta.
-¿Qué sacrifica Arizona Baby en favor de una convivencia feliz con Corizonas?
-En mi caso, por ejemplo, tengo una función diferente: aquí toco menos la guitarra y me centro más en cantar y escenificarlo todo... Otras veces colaboro a los tambores o me pongo con el batería. En definitiva, se trata de interactuar con las canciones de otra forma.
-¿Cren que con su trabajo están abriendo una nueva línea de exploración dentro del rock?
-Afortunadamente en el panorama independiente español hay cada vez más grupos con mucha personalidad, casi inclasificables. Y lo mejor es que cada uno hace una cosa diferente. Nosotros nos sentimos muy cercanos a grupos así porque tienen una filosofía libre: somos parte de una generación en la que hay mucha originalidad, mucha falta de complejos y enfoques puramente artísticos. Siempre hemos reivindicado la artesanía de nuestro arte, pero también queremos reivindicar el arte de nuestra artesanía. Y estamos encantados si nuestro trabajo puede servir de influencia o inspiración a alguien, pero tampoco somos muy conscientes de ello.
-¿Cuánto hay de impertinencia en el discurso de Corizonas?
Nosotros somos muy activistas y guerreros. Somos una banda de rock como podríamos ser una banda callejera de los sesenta, y tenemos ideas que intentamos que se reflejen a través de nuestras acciones. Si bien no hemos querido enarbolar bandera alguna ni ergirnos como faro de nadie, siempre hemos apostado por la música en directo, por el apoyo a las nuevas bandas y el apoyo entre ellas. Nos fijamos mucho en aquellas bandas que han hecho bien las cosas, y procuramos repetir el modelo. En cualquier caso, el arte siempre va a la contra y está por encima de la política porque conecta con muchas otras cosas, ya sea lo espiritual, lo mágico o lo inexplicable. El problema es que la música en este país es tratada como un bien de consumo, y eso demuestra lo ignorantes que somos. La escena independiente ahora mismo está más politizada que nunca, y la gente se moja como en ningún otro momento. Gente como Pony Bravo, Nacho Vegas o Amaral, entre muchísimos otros, están haciendo canciones protesta. Hay muchos fuegos encendidos ahora mismo.
-¿Cómo se explica este crisol de influencias americanas en un grupo formado por vallisoletanos y madrileños?
-Estando vivos en el siglo XX en un país occidental, lo cual demuestra que la música es viajera y que las artes no son de nadie, sino universales. Hay miles de referencias históricas y pruebas de ADN que pueden explicar lo que hacemos, y que lo raro sería que no estuviéramos haciendo un tipo de música que llamamos americana pero que en realidad hunde sus raíces aquí. Desde las divisiones católicas que fueron a evangelizar los pueblos del sur de Estados Unidos o las rancheras que proceden de romances castellanos, hay cientos de referencias que explican que hagamos lo que hacemos. Sin embargo, tampoco creo que importe demasiado.
-¿Miramos demasiado hacia fuera a la hora de buscar referencias musicales y construir una identidad artística?
Inevitablemente, la cultura americana ha colonizado al resto de países y nos ha tocado alimentarnos de cultura anglosajona y estar bajo su influjo. En consecuencia, catalizamos todas esas cosas a nuestra manera, tratando de hacerlas lo más de aquí posible. Pero también es cierto que miramos demasiado hacia fuera. Deberíamos empezar a ser un poco nosotros mismos: hay que echarle personalidad al asunto.
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