España y Andalucía necesitan producir más y mejores científicos, ingenieros y estudiantes de formación profesional, y muchas más empresas que contraten a personas con esa cualificación.
ROGELIO VELASCO
Las investigaciones sobre el cambio en los modelos productivos de los países adoptan distintos enfoques. Uno de ellos se centra en el peso relativo que tienen en el empleo total, los sectores basados en las ciencias físico-naturales, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, siglas en inglés). A estos sectores se añade el empleo de científicos e ingenieros en industrias que no son de alta tecnología.
La razón por la que se añade ese empleo reside en que, aunque la actividad no sea de alta tecnología, el empleo de científicos e ingenieros mejora la calidad y sofisticación de las actividades tradicionales, adaptando mejor los productos y servicios a la demanda del mercado y permitiendo a las empresas ganar competitividad. Los sectores pasan de ser pasivamente sectores de demanda a otros en los que la oferta es la que los dirige.
La venta en el mercado de un tomate cultivado de manera tradicional depende en gran medida de la demanda del mismo. Pero un tomate cultivado con alta tecnología puede ser vendido en cualquier época del año y su apariencia, sabor y propiedades adaptados a lo que el mercado demande. El sector pasa de ser un sector de demanda a otro de oferta competitiva gracias a los científicos e ingenieros. Es lo que ocurre en Almería, en donde la agricultura tradicional ha desaparecido y se ha convertido en una industria que utiliza alta tecnología.
Recientemente, se han llevado a cabo diversas investigaciones para conocer el grado de convergencia en el empleo asociado a altas tecnologías para las regiones de la UE. Se han incluido sólo las regiones con un tamaño mínimo significativo, de un millón de ocupados. El periodo de estudio ha sido desde el año 2000 hasta 2011.
Durante este periodo, el empleo asociado a altas tecnologías creció un 19%, frente a un 8% del empleo total, incluyendo el no tecnológico. En las investigaciones se demuestra que ese ritmo de crecimiento del empleo tecnológico está negativamente relacionado con el nivel inicial. Cuanto menor era la participación del empleo tecnológico en el año 2000 en un país, tanto mayor el ritmo de crecimiento de este empleo hasta el año 2011 para ese país.
Para el caso de España, la participación del empleo tecnológico en el total era del 6% en el año 2000, frente a un 12% en Alemania. Sin embargo, el crecimiento de ese tipo de empleo en el periodo 2000-2011 fue del 51% en España -el más rápido de la UE- frente a sólo el 13% en Alemania. En general, esa relación se cumple para la mayoría de los países europeos y también para sus regiones. Se observa, dentro de la UE, una convergencia en el empleo tecnológico entre los países y las regiones; ese empleo está creciendo más rápidamente en los países y regiones más atrasadas que en las más desarrolladas.
Sin embargo, el ritmo de convergencia observado es extraordinariamente lento. Si el ritmo actual se mantiene, los países y regiones más atrasadas tardarán nada menos que 60 años en acortar a la mitad la actual diferencia en el empleo científico-tecnológico.
Para el caso de España, lo anterior significa que nuestro país tardará 60 años en alcanzar una proporción de empleo tecnológico del 10%, frente, por ejemplo, a Suecia, que cuenta hoy con un 14% de empleo tecnológico.
Para el caso de las regiones españolas, sólo la Comunidad de Madrid aparece entre las diez con mayor número de científicos, ingenieros y tecnólogos, alcanzando el 14% del total del empleo regional. Esta lista está encabezada por Estocolmo y París, con niveles del 18% del total del empleo.
Por el contrario, Andalucía aparece entre las diez últimas de la UE con un 5,3% del empleo total ocupado por científicos e ingenieros. Esto significa que, de mantenerse el actual ritmo, en el año 2070 Andalucía tendría el 11,5% de sus ocupados compuesto por científicos e ingenieros. Este ritmo glacial de convergencia recuerda a la tarea de los habitantes del País de la Reina Roja, enAlicia a través del Espejo, de Lewis Carroll, que corrían sin parar para quedarse en el mismo sitio porque el país también se movía con ellos.
Lo que le ocurre a Andalucía le sucede también a otras regiones del sur y este de Europa. Una baja inversión en I+D, tanto pública como privada. Hay que advertir, en todo caso, que esa inversión se refiere a actividades científicas y tecnológicas, pero no de otro tipo. Una investigación sobre temas jurídicos o arqueológicos no contribuye a la convergencia tecnológica y económica.
Además, son regiones en las que las redes de contacto de agentes que se dedican a la misma actividad, son muy escasas. De aquí la figura del emprendedor tecnológico que se encuentra aislado en su ciudad o región y termina por marcharse a otra en donde pueda contactar con muchos agentes dedicados a actividades similares. Además, esas actividades tienen efectos multiplicadores sobre otras actividades innovadoras que contratan a científicos e ingenieros, generando círculos virtuosos.
Adicionalmente a la debilidad de I+D y de las redes de contacto, la falta de confianza en las instituciones regionales o locales es otra de las características compartidas por esas regiones menos desarrolladas. Si esas instituciones son utilizadas para las actividades de búsqueda de rentas próximas al poder político, los agentes encontrarán más rentable dedicarse a esas actividades que a otras de carácter empresarial.
España y Andalucía necesitan producir más y mejores científicos e ingenieros, y estudiantes de formación profesional, para actividades que demande el mercado. Y muchas más empresas que contraten a personas con esas cualificaciones que permitan cambiar el modelo productivo, tanto en nuevas actividades como en otras tradicionales que pueden mejorarse profundamente utilizando la ciencia y la ingeniería.
La razón por la que se añade ese empleo reside en que, aunque la actividad no sea de alta tecnología, el empleo de científicos e ingenieros mejora la calidad y sofisticación de las actividades tradicionales, adaptando mejor los productos y servicios a la demanda del mercado y permitiendo a las empresas ganar competitividad. Los sectores pasan de ser pasivamente sectores de demanda a otros en los que la oferta es la que los dirige.
La venta en el mercado de un tomate cultivado de manera tradicional depende en gran medida de la demanda del mismo. Pero un tomate cultivado con alta tecnología puede ser vendido en cualquier época del año y su apariencia, sabor y propiedades adaptados a lo que el mercado demande. El sector pasa de ser un sector de demanda a otro de oferta competitiva gracias a los científicos e ingenieros. Es lo que ocurre en Almería, en donde la agricultura tradicional ha desaparecido y se ha convertido en una industria que utiliza alta tecnología.
Recientemente, se han llevado a cabo diversas investigaciones para conocer el grado de convergencia en el empleo asociado a altas tecnologías para las regiones de la UE. Se han incluido sólo las regiones con un tamaño mínimo significativo, de un millón de ocupados. El periodo de estudio ha sido desde el año 2000 hasta 2011.
Durante este periodo, el empleo asociado a altas tecnologías creció un 19%, frente a un 8% del empleo total, incluyendo el no tecnológico. En las investigaciones se demuestra que ese ritmo de crecimiento del empleo tecnológico está negativamente relacionado con el nivel inicial. Cuanto menor era la participación del empleo tecnológico en el año 2000 en un país, tanto mayor el ritmo de crecimiento de este empleo hasta el año 2011 para ese país.
Para el caso de España, la participación del empleo tecnológico en el total era del 6% en el año 2000, frente a un 12% en Alemania. Sin embargo, el crecimiento de ese tipo de empleo en el periodo 2000-2011 fue del 51% en España -el más rápido de la UE- frente a sólo el 13% en Alemania. En general, esa relación se cumple para la mayoría de los países europeos y también para sus regiones. Se observa, dentro de la UE, una convergencia en el empleo tecnológico entre los países y las regiones; ese empleo está creciendo más rápidamente en los países y regiones más atrasadas que en las más desarrolladas.
Sin embargo, el ritmo de convergencia observado es extraordinariamente lento. Si el ritmo actual se mantiene, los países y regiones más atrasadas tardarán nada menos que 60 años en acortar a la mitad la actual diferencia en el empleo científico-tecnológico.
Para el caso de España, lo anterior significa que nuestro país tardará 60 años en alcanzar una proporción de empleo tecnológico del 10%, frente, por ejemplo, a Suecia, que cuenta hoy con un 14% de empleo tecnológico.
Para el caso de las regiones españolas, sólo la Comunidad de Madrid aparece entre las diez con mayor número de científicos, ingenieros y tecnólogos, alcanzando el 14% del total del empleo regional. Esta lista está encabezada por Estocolmo y París, con niveles del 18% del total del empleo.
Por el contrario, Andalucía aparece entre las diez últimas de la UE con un 5,3% del empleo total ocupado por científicos e ingenieros. Esto significa que, de mantenerse el actual ritmo, en el año 2070 Andalucía tendría el 11,5% de sus ocupados compuesto por científicos e ingenieros. Este ritmo glacial de convergencia recuerda a la tarea de los habitantes del País de la Reina Roja, enAlicia a través del Espejo, de Lewis Carroll, que corrían sin parar para quedarse en el mismo sitio porque el país también se movía con ellos.
Lo que le ocurre a Andalucía le sucede también a otras regiones del sur y este de Europa. Una baja inversión en I+D, tanto pública como privada. Hay que advertir, en todo caso, que esa inversión se refiere a actividades científicas y tecnológicas, pero no de otro tipo. Una investigación sobre temas jurídicos o arqueológicos no contribuye a la convergencia tecnológica y económica.
Además, son regiones en las que las redes de contacto de agentes que se dedican a la misma actividad, son muy escasas. De aquí la figura del emprendedor tecnológico que se encuentra aislado en su ciudad o región y termina por marcharse a otra en donde pueda contactar con muchos agentes dedicados a actividades similares. Además, esas actividades tienen efectos multiplicadores sobre otras actividades innovadoras que contratan a científicos e ingenieros, generando círculos virtuosos.
Adicionalmente a la debilidad de I+D y de las redes de contacto, la falta de confianza en las instituciones regionales o locales es otra de las características compartidas por esas regiones menos desarrolladas. Si esas instituciones son utilizadas para las actividades de búsqueda de rentas próximas al poder político, los agentes encontrarán más rentable dedicarse a esas actividades que a otras de carácter empresarial.
España y Andalucía necesitan producir más y mejores científicos e ingenieros, y estudiantes de formación profesional, para actividades que demande el mercado. Y muchas más empresas que contraten a personas con esas cualificaciones que permitan cambiar el modelo productivo, tanto en nuevas actividades como en otras tradicionales que pueden mejorarse profundamente utilizando la ciencia y la ingeniería.
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