No sólo afecta al sabor, sino que influye positivamente en nuestro cuerpo con el calor del verano.
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Cuando tenía 5 años, un día estaba jugando en el patio de mi vecino y vino su madre con una bandeja llena de rajitas de sandía. Y yo le pedí sal.
"¡¿Sal?!", soltó un coro de niños en tono acusador, volviendo sus dulces cabecitas incrédulas hacia mí. De repente, en mi más tierna infancia, supe lo que era ser La Rara.
Echarle una pizca de sal a la sandía es un hábito que aprendí de mi padre, que —ahora que lo pienso— tenía unas costumbres culinarias raras, como comer palomitas y leche (todo junto, en un bol, como si fueran cereales) y freír el pollo sin la piel (daba asco). De sus gustos raros, yo he heredado el de salar la sandía.
¿Los motivos para echar sal a una buena raja de sandía? Simplemente, porque sabe bien. Si estás acostumbrado, es algo que parece natural, como el pan con queso o el melón con jamón, pero para quien nunca lo ha probado, puede sonar como echarle kétchup a una tarta. Nunca se les habría ocurrido.
Misión: liberar el dulzor de la sandía
Según Barb Stuckey, autora del libro Taste What You're Missing, The Passionate Eater's Guide to Why Good Food Tastes Good, añadir sal a una sandía dulce puede parecer contraintuitivo, pero hay algo de ciencia alimentaria detrás de ello.
"La sandía tiene tres elementos del sabor: dulce, ácido y amargo", explica. El amargo refrena el dulce y, de hecho, lo suprime hasta cierto punto. La sal tiene el efecto de tumbar el amargor y realzar el dulzor o, como afirma Stuckey, de "liberar [el dulzor] del yugo del amargor".
Y aunque cueste justificar la idea de añadir (aún más) sal a nuestra dieta, en verano hay motivos fisiológicos para buscar la sal, argumenta Stuckey.
"Nos apetecen cosas saladas cuando tenemos calor porque perdemos sodio con el sudor", afirma, "y no hay forma de que nuestro cuerpo almacene sodio. Así que la Madre Naturaleza crea nuestras ganas de salado para mantener así equilibrados los electrolitos de sodio en nuestro cuerpo".
Pero no todo el mundo tiene predisposición al gusto por mezclar dulce y salado. De hecho, en Estados Unidos es completamente normal comer crema de cacahuete, mientras que en Italia (de donde es mi marido) lo dolce-salato es muy raro.
En cualquier caso, lo importante antes de echar sal a la sandía es encontrar una buena sandía. Aquí puedes encontrar varios trucos. Y un consejo más si lo de la sal no te convence: prueba primero con un chorrito de limón.
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