Madrileña de nacimiento y andaluza de adopción, Sofía Calero (Madrid, 1970) ha pasado a la historia por ser la primera persona que recibió el premio anual de excelencia Marie Curie en un centro andaluz.
A aquel galardón, logrado en 2005 por sus trabajos en química computacional, le han seguido una multitud.
El último, este año, el Premio de Excelencia de la Real Sociedad de Química, aunque ninguno de ellos adorne su despacho de la Pablo de Olavide.
Profesora además de investigadora, aconseja a sus alumnos sacar las mejores notas, condición sine qua non para empezar a dar pasos y seguir dándolos.
–Trabajan en la captura de gases que provocan el efecto invernadero...
–No se sabe, pero el agua es de los gases que más efecto invernadero produce? Hay también otros más contaminantes, como el CO2. El efecto invernadero debe existir, es lo que hace que haya temperaturas suaves en el planeta, pero hay que controlarlo.
–¿Es el cambio climático un síntoma de descontrol?
–¡Y hay gente que discute que esté sucediendo! Hay mucha normativa europea para evitar las emisiones que aceleran el cambio climático, pero va muy lento.
–Las cosas de palacio...
–Sí, como los plásticos, que los quieren quitar en 2021. Y no sé, según están los océanos de bolsas, si va a quedar mar en 2021. De todos modos, creo que el ser humano es un superviviente nato. Cuando se acerca el problema, lo aborda. Tenemos que vernos al borde del precipicio para actuar.
–Si no, nos vamos a Marte.
–No me apetece. Mejor la Tierra que Marte sin destruir.
–¿Un investigador de excelencia nace o se hace?
–Se hace. Sin duda.
–¿Fue su caso?
–Quería ser médico. Mi padre lo es y mi madre es enfermera. Saqué buenas notas en Selectividad, se me fue la pinza y me metí en Ingeniería Aeronáutica. Hice dos años, pero aquello era muy técnico y decidí hacer Química. Fue otro salto y me gustó.
–¿Por qué son tan temidas en los institutos la química y la física?
–Creo que es una combinación de factores sociales, familiares, los profesores, las experiencias vitales, gustos propios y luego, también, la capacidad de cada uno. Hay gente mejor con los números o con los idiomas pero peor escribiendo o con la música. Y al revés. Cada uno tiene unas capacidades.
–Gilbert Lewis, quien ideó el concepto de enlace covalente, decía que la físicoquímica es toda cosa interesante que ocurre día a día.
–Es que todo es química y física. La velocidad, la energía, el calor... Lo que comemos cada día es química.
–Sorprende, ¿verdad?
–A mis alumnos de Derecho y Criminología, que la mayoría no ha estudiado química desde el instituto, les llama la atención por qué explota un explosivo o por qué quema más el café que el agua cuando ambos hierven.
–Cuente...
–La mezcla. El punto de ebullición de una mezcla de agua con otro componente es siempre más alto que el agua sola. Y el punto de congelación baja cuando a la nieve se le arroja sal.
–Hay un principio de la Termodinámica que afirma la tendencia al desorden del universo. ¿Cómo influye eso en nuestro día a día?
–Todo tiende al desorden y por eso nos morimos. En la vida estamos ordenados. La muerte es puro desorden.
–A veces causa sorpresa la complejidad del mundo que nos rodea, el macroscópico, pero no somos conscientes de la cantidad de cosas que pasan en el microscópico.
–No hace falta irse tan adentro. A mí me llaman la atención los insectos. Una mosca mismo. La vemos volando, tan normal, pero luego las miramos al microscópico y hay qué ver la de cosas que tiene una mosca. Igual pasa con el átomo.
–¿Son las fuerzas de los enlaces atómicos más o menos fuertes que las del animal más poderoso?
–La ruptura de los átomos, la fisión, es el fundamento de la bomba atómica. Y la fusión del hidrógeno genera la energía del sol. Son dos ejemplos de magnitud.
–Con las carestías de los últimos años será difícil investigar.
–Yo no puedo quejarme. Mi grupo de investigación es fuerte y no ha sufrido los recortes, pero otros grupos que hacen ciencia muy buena se han quedado fuera. Eso es muy dañino para la ciencia.
–Carmen Vela, la ex secretaria de Estado para la Ciencia, defendía el "hacer más con menos". Eso cabrearía a muchos colegas.
–La ciencia es una competición. A nosotros nos presionan para que publiquemos y para que nos presentemos a convocatorias europeas con grupos que hacen más con más. Es como en el fútbol. El Madrid o el Barcelona, con más millones para fichar, siempre lo van a tener más fácil para ganar. En la ciencia es igual
–Usted es experta en química computacional. ¿Para qué sirve el simulador molecular que ha diseñado con su equipo?
–Equivale a un simulador de vuelo, pero llevado al mundo de los gases y líquidos. Igual que un piloto antes de coger un avión, si una empresa quiere saber si un material funciona, se usa el simulador y se ve si compensa.
–Ponga un ejemplo.
–Si tenemos un material que creemos que puede funcionar para obtener una gasolina eficiente y queremos patentarlo, algo que cuesta una pasta, hay que ver si vale la pena. Nosotros lo probamos para ver si funciona. También podría usarse, otro ejemplo, para comprobar qué ocurriría a las condiciones extremas de presión y temperatura de Marte sin tener que ir.
–Ha mencionado el Sol y Martes. En ciencia se ha pasado de un ministro diplomático a uno astronauta.
–Un astronauta tiene una base científica que no tiene un economista, claro, pero a mí lo que me gusta más es que tengamos un ministerio con las palabras ciencia y universidades. Ya tocaba.
–Y si hay dinero sería la bomba.
–En política no me meto porque lleva demasiado tiempo sin gustarme. En España somos del pan para hoy y el hambre para mañana, en vez de apostar por una estructura que funcione 30 años. Cuando llega el dinero, si llega, lo hace de golpe y para gastarse rápido. Sin cabeza. Nos limitamos a ir apagando fuegos. Falta una política científica de futuro.
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