miércoles, 31 de julio de 2019

Cómo distinguir entre buena ciencia, mala ciencia y pseudociencia elhuffingtonpost

LAURENCE DUTTON VIA GETTY IMAGES
Por Christian Gortazar, catedrático de Sanidad Animal en el IREC, responsable del grupo SaBio, Universidad de Castilla-La Mancha; José de la Fuente, profesor de Investigación del CSIC. Biología Molecular y Biotecnología, Universidad de Castilla-La Mancha; y Jose Julián Garde López-Brea, catedrático de Producción Animal, Universidad de Castilla-La Mancha:

A pesar de su apariencia seria y técnica, algunos documentos que circulan por las redes, y muchos informes elaborados para empresas y administraciones, no son ciencia. No lo son porque no han utilizado el método científico ni pasado filtros de calidad independientes. Eso es pseudociencia. En otros casos, el artículo ha pasado algunos filtros, pero carece de calidad: eso es mala ciencia. ¿Cómo podemos distinguir unas de otras?

Numerosos filtros de calidad

El método científico es un proceso de experimentación que se utiliza para explorar observaciones y responder preguntas. El objetivo es descubrir relaciones de causa y efecto. Para ello se reúnen y examinan las evidencias y se estudia si toda la información disponible se puede combinar en una respuesta lógica.
El paso final del proceso científico consiste en comunicar los resultados. Estos suelen hacerse públicos primero en congresos, con un póster o comunicación oral. Los congresos serios cuentan con comités científicos que seleccionan los mejores para su presentación, y rechazan otros si la calidad es insuficiente.
Por último se envía el trabajo para su publicación en una revista científica con evaluación por pares. Esta consiste en que el editor encargado y dos o más revisores expertos independientes lean el trabajo y juzguen su calidad, originalidad y rigor. Si el trabajo pasa los filtros, será publicado y sus resultados serán utilizados, criticados y citados por otros. Así pasarán a formar parte del conocimiento científico.
https://youtu.be/dGnd9vF_s2A
 
¿Cómo valorar la calidad de la ciencia?
Hay científicos, grupos y centros de investigación buenos y malos. También congresos y revistas científicas mejores y peores. ¿Cómo valorar la calidad de la ciencia que hacen?
Fijarse solo en el número de artículos es un error, es mejor medir el impacto de los trabajos. Una forma de hacerlo es ver el uso que hace de ellos el resto de la comunidad científica. En otras palabras, analizar cuántas veces es citado por otros trabajos. Para ello, un indicador muy utilizado, aunque debatido, es el índice de Hirsch o índice H.
También se puede estudiar la calidad de las revistas en las que se publican los trabajos, ya que las de mejor nivel son también las que tienen mayor competencia para publicar. Esto se mide con los índices de impacto y de uso, que las revistas suelen anunciar en sus páginas web.
Lo ideal es mirar más allá de los índices y considerar el impacto práctico de las investigaciones. Por ejemplo, si han generado patentes y contratos, han dado lugar a la creación de empresas y si han tenido efectos positivos sobre la sociedad en forma de mejoras en la esperanza de vida, productividad y regulaciones.
Pongamos como ejemplo la investigación sobre vacunas. La vacuna contra la tuberculosis BCG, desarrollada a principios del siglo XX por los investigadores Calmette y Guérin del Instituto Pasteur, es todavía la más utilizada del mundo. Hoy todavía salva miles de vidas cada año. Se estima que los 100 millones de dosis administradas anualmente a bebés previenen 41 000 casos de tuberculosis grave en niños. Los resultados se publicaron en 1927 en forma de libro, que cuenta con más de 200 citas por parte de otros científicos.
Una búsqueda en la base de datos de artículos científicos Scopus revela su impacto real: hay 48 000 entradas sobre la vacuna BCG.
Hoy la buena ciencia accede con frecuencia a las mejores revistas, suele ser muy citada y genera impactos más allá del círculo científico. La mala ciencia es la que solo sirve para engordar el currículum: se publica mal y ni es citada, ni genera debate científico, ni tiene mayor impacto en nuestra sociedad.

Pseudociencia y mala ciencia

Los informes y otros documentos no publicados ni siquiera son ciencia, pues no han pasado por una evaluación por pares. Los mejores de ellos contienen artículos científicos evaluados por pares, o terminarán dando lugar a alguno.
Otros, a pesar de ser rigurosos en los aspectos técnicos, no reúnen los requisitos de calidad y novedad que exigen las buenas revistas científicas, pero sirven a quien los encargó.
En el peor de los casos, la información contenida en tales documentos está sesgada a fin de obtener las conclusiones deseadas por su promotor o su autor: parece ciencia, pero es homeopatía. Gonzalo Casino escribe lo siguiente en su artículo Contra la mala ciencia:
“La mala ciencia también tiene sus beneficiarios. Y estos son no solo los científicos mediocres incapaces de hacer ciencia excelente, sino también todos aquellos grupos económicos o profesionales que prefieren los resultados defectuosos o ambiguos de la mala ciencia a los de un buen estudio, porque probablemente éstos no les favorecerían”.
Atención: los buenos científicos también pueden hacer mala ciencia. Por interés, por oportunismo o simplemente porque les convenga disfrazar de ciencia lo que es pura especulación. Dependerá de la ética de cada cual identificar cada texto como lo que realmente es, ciencia u opinión. La ciencia se puede reconocer si se siguen los criterios establecidos para ello. Esa es la que avanza el conocimiento y el desarrollo de la sociedad, y cuya financiación y divulgación debe priorizarse.

La ansiedad no es un invento del demonio elhuffingtonpost

TERO VESALAINEN VIA GETTY IMAGES
La ansiedad no es un invento del demonio. Es la forma en la que mente y cuerpo reaccionan para salir vivos de un peligro. 
Lleva siendo así millones de años y viendo que seguimos en la Tierra como especie humana, seguirá siendo así muchos años más. 
Lo malo de la ansiedad es experimentarla ante un peligro que no es real, que no existe. 
Cuando esto sucede, tenemos claro que el peligro está en nuestra mente. Vivimos en una película mental de miedo reproduciéndose en bucle y no salimos de ella. No nos damos cuenta de que se puede parar el rodaje de esa película y posicionarnos en una película más divertida. 
Es fundamental que buceemos por nuestro Netflix particular. 
En el momento en el que nuestro cuerpo empieza a manifestar los síntomas de la ansiedad tenemos que poner atención en qué está pasando por nuestra mente. 
Vale, es cierto que en nuestra mente hay muchas cosas dando vueltas y es complicado enumerar todo lo que hay en nuestra cabecita, pero a ciencia cierta, en el momento en el que se manifiesta la ansiedad, hay un pensamiento dando vueltas con mucha intensidad. 
Y no sólo un pensamiento, hay una película entera que está siendo rodada con mucha intensidad. 
Por ejemplo, el pensamiento podría ser: “tengo miedo a ir a la reunión porque se reirán de mí cuando me toque hablar.”
Ahí tenemos un pensamiento negativo que se acompaña de una emoción negativa, el miedo, y que está provocando una sensación física, como puede ser náuseas, taquicardias, mareos… 
La película puede empezar a rodarse con todo lujo de detalles y añadir la burla de los compañeros después, la bronca del jefe por haberlo hecho mal, los clientes que salen despavoridos porque no quieren  trabajar contigo… y así, hasta la décima temporada de Juego de Miedos
Es necesaria una gran dosis de amor propio para reducir la ansiedad.
Una de las peores cosas de sentir miedo, o rabia, o tristeza, es no expresarla. 
En el momento en el que hablas de lo que estás sintiendo te liberas de parte de sus efectos negativos. 
Pero si sientes además vergüenza de tus propios pensamientos, te sientes culpable por no dominar la situación o te juzgas por no ser una persona perfecta que hace frente con soltura a cualquier situación, te estás haciendo más daño. 
Es necesaria una gran dosis de amor propio para reducir la ansiedad. 
La mayoría de las veces no hablamos de lo que sentimos porque no queremos ser criticados y juzgados por los demás. 
Quizás nos dijeron en la infancia que no estaba bien mostrar la debilidad, o que la gente supiera cuáles eran tus fantasmas. Quizás nos exigieron un nivel de perfección que todavía no hemos alcanzado (y no alcanzaremos), y nos mantenemos en silencio con todo ese cóctel de miedos luchando en nuestro interior por salir. 
Es nuestro cuerpo el que nos pide a gritos que terminemos con esa película mental de miedo. 
Creer que el cuerpo se ha vuelto loco y por eso sufrimos los síntomas de la ansiedad es poner el problema donde no está. 
El cuerpo es nuestro aliado. No puede hablar de otra forma, y nos avisa a través del dolor y el malestar de que hay demasiado estrés en nuestra mente. 
Nos dice que cuando bajemos la guardia y aceptemos que la vida es impredeciblemente interesante, todo será más fácil. 
La gran solución es buscar lo idéntico en lo diferente. 
Si de verdad quieres hacer algo por ti, en este momento tienes que buscar lo idéntico en lo diferente. 
Es decir, tienes que ser capaz de encontrar los elementos en común que hay entre lo que piensas y sientes en el momento del ataque de ansiedad y una situación previa, en el que de verdad viviste un peligro real. 
Tu mente ha identificado que hay elementos en común y tu cuerpo reacciona ante esos pensamientos. 
Es como si hoy me encontrase en la sala de reuniones con un hombre de traje gris, corbata y puro en la boca, muy semejante al hombre de traje gris, corbata y puro en la boca que abusó de mí en el colegio. 
Si mi reacción física ante el hombre que me encuentro hoy es exagerada e incontrolable quizás sea porque se han activado unas alarmas del pasado. 
Si en ese momento en el que empiezo a sentir mareos o se acelera mi respiración, me diese cuenta de que el peligro no es real porque ese hombre no va a abusar de mí (incluso puedo darle una patada donde más le duele) todo cambiaría. 
Lo malo de la ansiedad es experimentarla ante un peligro que no es real, que no existe.
El miedo que siento hoy dejará de tener fuerza porque hoy tengo herramientas para salvar mi vida que quizás no tuve en mi infancia. 
Sé que es un proceso que requiere de mucha atención pero cuanto más lo practicas, más poder te devuelve. 
Todos hemos vivido experiencias terroríficas en nuestra infancia, todos nos hemos sentido inseguros en algún momento y sin saber qué hacer, pero vivir en esa película de miedo por los siglos de los siglos no tiene ningún beneficio. 
Cesar la visualización de películas pasadas aceptando lo vivido y liberando las emociones reprimidas que surgieron, nos pondrá en una mayor predisposición a vivir confiados y sin miedo. 
Y no es que tengas que pensar que la vida va a ser maravillosa cada día de tu vida, pero tampoco te sirve de nada vivir con miedo en estado de alerta permanente. 
Si has llegado hasta este punto de tu vida, tienes muchos más recursos de lo que te crees para salvarte el culo en el caso de que algo malo pase.
Confía en ti y respira.

Una historia de otro mundo granadahoy.com

Nuestros mayores nos pueden enseñar muy bien eso que llamamos desarrollo sostenible

Colección de fotos con distintos paisajes de la Sierra de Segura, protagonista de esta entrega de la sección Ciencia Abierta
No se asusten, no les voy a hablar de extraterrestres, sino de terrestres y de tiempos no muy lejanos.
Cuando aprietan los rigores del verano por estos lares granadinos y la pertinaz sequía se encarga de secar fuentes, pulverizar la tierra o no dar tregua al canto de la chicharra, uno tiene la tentación de refugiarse en otro mundo donde estas visiones apocalípticas no alcancen. Pudiera pensarse en Alaska, en la Amazonia o en Nueva Zelanda, lugares sin duda de ensueño para los naturalistas, pero prefiero comenzar por lo más cercano. Cuando se van cumpliendo años la nostalgia emerge casi sin notarlo y en mi caso uno de los referentes de juventud es la Sierra de Segura. Por el contrario, a la Sierra de Cazorla hace tiempo que renuncié horrorizado al contemplar la proliferación humana en los innumerables lugares de ocio y estancia generados en las últimas décadas, digamos que por desgracia allí hoy se practica naturaleza de mercadillo.
Emprendí pues la marcha hacia tierras segureñas sorteando como pude las obras eternizadas de la nueva autovía a Albacete. Nada más descender desde Villanueva del Arzobispo hacia el pantano del Tranco el paisaje se transformó radicalmente, el murmullo del río Guadalquivir, la frondosa vegetación de ribera, el color verde inundándolo todo me insuflaron nuevos ánimos. Con esa grata compañía proseguí hasta mi destino, cuyo nombre me van a permitir no pronunciar amparado por la ley de protección de datos o por no violar su intimidad, que para el caso es lo mismo.
Llegado a mi meta comprobé alborozado que el tiempo se había detenido desde que allí acampé con unos amigos hace la friolera de casi cinco décadas. Bien empieza la historia, pensé. A partir de ahí pude ir penetrando en sus secretos transportado en mi vehículo ecológico de dos ruedas, llámese bicicleta. ¿Era cierto lo que contemplaban mis ojos?, ¿no estaba en el Pirineo o en los Picos de Europa?, ¿o más al norte de nuestra frontera? Me iba haciendo estas preguntas retóricas disfrutando de la soledad más enigmática, la que abrazamos ardorosamente los amantes de la naturaleza que habitualmente trabajamos para un público numeroso.
Barrancos profundos rebosantes de humedad, prados salpicando de vez en vez el paisaje, ejércitos de helechos bien formados, pinos laricios creando bosques tupidos o menos densos pero con su gran magnitud apuntando hacia la bóveda celeste, fragmentos de acebos, encinas, quejigos, arces… me acompañaban en los carriles rompepiernas que por allí serpentean. Y de cuando en cuando alguna aldea casi deshabitada, cortijos sucumbiendo al paso del tiempo, otros habitados por ancianos que se resisten a abandonar lo que siempre fue suyo, mientras algunos más han sido reconstruidos en viviendas inmersas en enclaves idílicos para estancias estivales. Realmente me encontraba en otro mundo.
PIDO A QUIEN VISITE LA SIERRA DE SEGURA QUE LA CUIDE Y APRECIE COMO HE PRETENDIDO HACERLO AQUÍ
En una de esas rutas conocí a Estanislao, un jubilado encantador nacido en aquellas tierras y dedicado ahora al noble oficio de mantener con vida aquellas construcciones familiares de antaño. Me habló de cómo la inmensa mayoría de los jóvenes como él fueron emigrantes hacia esas tierras que la Constitución del 78tuvo la feliz idea de nombrar como Comunidades Históricas (seguimos con la historia). Con Estanislao tuve la ocasión de conocer de primera mano la vida de mediados del siglo pasado, lo que allí se sembraba, los canjes de patatas por aceite, las fiestas improvisadas que reunían a los vecinos en uno de los cortijos compartiendo viandas y música, las ayudas que todos se prestaban para sacar adelante cosechas y familias (la mayoría numerosas); eran tiempos en que la tierra daba para vivir y no se pasaba el hambre de otras zonas de la España de la posguerra. Como testimonios de los usos de la tierra de antaño sobreviven a duras penas frutales como nogales, ciruelos, cerezos o manzanos que hoy solo sirven de alimento a la avifauna.
También nos preguntamos el porqué de la escasa vida animal que ahora se observaba; antes abundaban conejos, perdices, ruiseñores, truchas…, sin lograr entender las causas de tal declive cuando la presencia humana es tan infrecuente. ¿Habría entonces una simbiosis entre aquellas especies y la forma de vida de esas gentes?, ¿era eso lo que ahora solemos llamar 'desarrollo sostenible'?
Me habló también de que conocía a Antonio Castillo, geólogo jienense afincado en Granada y coautor de ese bello libro editado y reeditado por la Universidad de nuestra ciudad llamado La Sierra del Agua, que relata como un entrañable manual antropológico historias sucedidas en las Sierras de Segura y Cazorla, y cuya lectura recomiendo encarecidamente a los conocedores de las mismas o a los que se sientan atraídos por ellas.
A pesar de esta visión de la Sierra de Segura que rezuma optimismo, algunos nubarrones se ciernen sobre esta isla en medio de un entorno socionatural tan poco proclive a ese sentimiento. Las huellas de un incendio reciente son dolorosamente visibles, según me contaron causado por un pirómano mediante la quema de cuatro rollos de papel higiénico estratégicamente situados para asegurar el desastre. Se advierte cierto malestar social cuando se lee en pintadas "Infoca mafia". Se observan instalaciones de acampada o casas forestales abandonadas a su suerte. En algunas monterías los cazadores matan a todo cuadrúpedo viviente, incluyendo hembras y crías, sin alcanzar a explicarme la ausencia de vigilancia en estos eventos…
He alcanzado a pintar una primera semblanza de estas tierras tan cercanas a nosotros pero para concluir solo me resta pedir a quien las visite que las cuide y aprecie como yo he pretendido hacerlo en esta crónica, con la esperanza de que los jóvenes de hoy puedan recordarlas como las vieron transcurrido otro medio siglo.

lunes, 29 de julio de 2019

¿Cómo puedo apoyar a un ser querido que sufre de una enfermedad mental? elhuffingtonpost

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ómo puedo apoyar a un ser querido que sufre de una enfermedad mental?’ apareció originalmente en Quora, un lugar para adquirir y compartir conocimiento y entender mejor el mundo.
Respuesta por Dani Piper, estudiante actual de Criminología y Ciencias Forenses;
ómo puedo apoyar a un ser querido que sufre de una enfermedad mental?’ apareció originalmente en Quora, un lugar para adquirir y compartir conocimiento y entender mejor el mundo.
Respuesta por Dani Piper, estudiante actual de Criminología y Ciencias Forenses;

Si hablas en sueños, esto te interesa elhuffingtonpost

Los expertos explican todos los motivos por los que se produce esta extraña costumbre.


Si alguna vez has compartido cama o has dormido cerca de otra persona, es probable que hayas oído a alguien hablar en sueños. Puede que hasta seas tú quien habla durante la noche.
Casi el 66% de la población ha hablado en sueños en algún momento, según un estudio de 2010. Algunas personas murmuran sinsentidos, otras sueltan monólogos interesantes y otras llegan incluso a seguir conversaciones complejas.
Aunque no se sabe a ciencia cierta por qué muchas personas hablan en sueños, los expertos en salud aseguran que la mayoría de las veces no es motivo de preocupación. También es verdad que, en contadas ocasiones, puede ser un síntoma de un problema más grave. Esto es lo que tienes que saber si algún conocido o tú habláis en sueños.
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No se ha investigado mucho este fenómeno

Lo primero que hay que aclarar sobre este fenómeno conocido como somniloquia es que todavía queda mucho por investigar.
Antiguamente aparecía como un tipo de parasomnia (un trastorno del sueño) en la Clasificación Internacional de Trastornos del Sueño, pero hace poco se reclasificó como un simple fenómeno que puede darse durante el sueño.
Ahora, al no ser un trastorno oficial, no hay demasiado interés en investigarlo, según Rafael Pelayo, especialista en sueño del Stanford Health. Por lo tanto, hablar en sueños sigue siendo un asunto poco estudiado y entendido.

Lo que dices cuando duermes no suele tener sentido

Lo que se dice en sueños no refleja los recuerdos o comportamientos previos a echarse a dormir, según la Clasificación Internacional de Trastornos del Sueño. Por lo tanto, aunque hayas tenido un mal día en el trabajo o problemas familiares, no es probable que hables de ello cuando duermas.
Es un dato importante, ya que las personas que hablan en sueños tienden a decir barbaridades durante la noche y algunas pueden desconcertar al compañero de cama. Por ejemplo, Pelayo ha presenciado acusaciones de infidelidad por algo que dijo alguien mientras dormía.
Así que hay que dejarlo claro: lo que dice una persona en sueños no tiene por qué tener un significado real.

La edad a la que empiezas a hablar en sueños importa

Este es el factor más importante: el momento exacto en el que empiezas a hablar tiene mucho que ver con lo que te pasa.
Si llevas toda la vida hablando en sueños, no tienes por qué preocuparte. De hecho, hablar en sueños tiende a ser muy frecuente en niños y adolescentes: alrededor del 50% de los niños de entre 3 y 10 años hablan mientras duermen.
“Si llevas hablando en sueños desde que eras muy pequeño, no le des importancia”, tranquiliza Pelayo. No hace falta que vayas al médico.
Además, muchas personas descubren que hablan en sueños cuando rondan los 20 o los 30 años, que es la edad más habitual a la que empiezan a compartir cama o habitación con otra persona. Esto no quiere decir necesariamente que hayan empezado a hablar en ese momento, sino que al fin se ha dado cuenta alguien.
No obstante, si tienes 50 años o más y de repente empiezas a hablar mucho en sueños, podría ser una señal de que estás a punto de desarrollar una enfermedad, como la enfermedad de Parkinson o demencia. En este sector de la población, hablar en sueños podría indicar que al cerebro le está pasando algo malo, que el cableado cerebral empieza a estar enmarañado, sostiene Pelayo.
“Si llevas años hablando en sueños, no me preocuparía, pero si es algo nuevo, lo vigilaría”, advierte el doctor.
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Hablar en sueños a menudo se asocia con otros problemas para dormir

Hablar mientras duermes no es equiparable a otras alteraciones del sueño. Si empiezas a gritar en sueños o a alterarte mucho, es probable que te pase algo.
Por ejemplo, algunas personas sufren terrores nocturnos, un trastorno grave del sueño. Los terrores nocturnos suelen incluir gritos escalofriantes y movimientos violentos en vez de un murmullo. Si gimes por la noche al exhalar, es posible que padezcas cataternia, otro trastorno relacionado con la apnea del sueño.
Las personas que padecen trastorno por estrés postraumático hablan o incluso gritan con más frecuencia en sueños.
Hablar en sueños es un fenómeno que también puede estar causado por el estrés, la ansiedad o la depresión, según James Rowley, jefe de división de neumología del Detroit Medical Center.
Si tú o un ser querido presentáis alguno de estos síntomas, lo mejor es acudir a un especialista, ya que podría indicar que hay un problema subyacente que requiere tratamiento.
“Si cuando hablas en sueños también tienes pesadillas recurrentes, ronquidos o apneas, tienes motivos para ir al médico”, señala Rowley. “En algunos casos, es posible que tengan que hacerte una prueba de seguimiento del sueño, como una polisomnografía, para determinar si tienes otro trastorno”.
Dicho eso, lo más probable es que no te pase nada. “Hay que destacar que en la gran mayoría de los casos, hablar en sueños es algo inofensivo”, insiste Rowley.
En resumen, hablar en sueños rara vez es perjudicial, no es más que una molestia para el compañero de cama. Cómprate una máquina de ruido blanco, unos tapones de oídos y recuerda que diga lo que diga la otra persona, no debes buscarle sentido a sus palabras.

Cómo acariciar a su gato, según la ciencia elhuffingtonpost

FJOLA DOGG THORVALDS VIA GETTY IMAGES
Por Lauren Finka, investigadora de postdoctorado, Universidad de Nottingham Trent:

No somos pocas personas las que hemos conocido a un gato de lo más cariñoso que parece estar encantado con las caricias que le propinamos y un minuto después nos muerde o nos obsequia con un zarpazo. Lo más fácil cuando eso ocurre es culpar al gato, pero cabe la posibilidad de que no lo estuviéramos acariciando correctamente.
Para comprender el porqué, lo primero que necesitamos es conocer un poco más sobre la ascendencia de estos animales. Es probable que el gato salvaje africano, el antepasado más inmediato del gato doméstico, fuera utilizado únicamente para el control de plagas, pero en la actualidad los felinos son considerados una valiosa compañía, hasta el punto de que para mucha gente son “bebés peludos”.
Se cree que esta metamorfosis social de la relación entre humanos y felinos tuvo lugar hace alrededor de 4.000 años, un poco después de la aparición del “mejor amigo del hombre”. Aunque podamos considerar que 4.000 años es una cantidad de tiempo suficiente para que una especie se adapte completamente a la vida en sociedad, no parece ser el caso de nuestro bigotudo compañero.
Y es que los gatos domésticos muestran una divergencia genética relativamente reducida respecto a sus ancestros. Es decir, sus cerebros todavía están programados para pensar como un gato salvaje. Estos llevan vidas solitarias e invierten un tiempo y un esfuerzo considerables en comunicarse de manera indirecta, mediante mensajes visuales y químicos, para evitar relacionarse demasiado. Así pues, no parece muy probable que los gatos domésticos hayan heredado las complejas habilidades sociales de sus predecesores.
Los humanos, por su parte, somos seres inherentemente sociales para los que el acercamiento y el contacto son muestras de afecto. Además, nos sentimos atraídos por los rasgos estéticos infantiles (ojos y frente grandes, nariz pequeña y cara redondeada), motivo por el que a muchos nos parecen tan bonitos los gatos.
Sabiendo esto, no es ninguna sorpresa que nuestra reacción inicial al ver uno sea querer acariciarlo, hacerle carantoñas o simplemente sonreír embobados. De igual manera, tampoco debería sorprender que algunos gatos consideren este tipo de interacciones un poquito abrumadoras.

El cariño en los gatos

Aunque a muchos gatos les gustan las caricias y, en determinados contextos, nos elegirían antes que a la comida, deben aprender a disfrutar de la interacción con humanos durante su corto período de adaptación (de las dos a las siete semanas de vida).
Al hablar de la relación entre gatos y humanos, las características de las personas también son importantes. Aspectos como nuestra personalidad y género, las partes de la anatomía del gato que tocamos y cómo solemos manejarlos son muy importantes a la hora de entender cómo el animal responde a nuestras muestras de cariño.
Algunos gatos reaccionan con agresividad al contacto físico no deseado, mientras que otros pueden tolerar nuestros acercamientos a cambio, simplemente, de comida y un sitio donde dormir. A pesar de ello, un gato tolerante no es necesariamente un gato feliz. De hecho, los niveles más altos de estrés se observan en gatos cuyos dueños afirman que se muestran conformes con las caricias en lugar de demostrar que no les gustan.

Cómo acariciar a un gato

La clave para triunfar en nuestra gatuna empresa es conceder al felino la capacidad para elegir y controlar las interacciones. Por ejemplo, es importante que manifieste si desea recibir cariño y que controle la zona de su cuerpo en la que está dispuesto a ser acariciado y durante cuánto tiempo.
Debido a nuestra naturaleza táctil y a la atracción que sentimos hacia los animales bonitos, puede que nos cueste ignorar nuestros instintos y que precisemos de altas dosis de autocontrol. Sin embargo, podría compensar, ya que un estudio demuestra que es más probable que las interacciones duren más cuando es el gato, y no la persona, el que las empieza.
De izquierda a derecha y de arriba abajo: Levi, Noa, Charlie, Simon y Chris, Rocket y Luna, Smokey Joe, Barry y Pod.
También es importante prestar atención al comportamiento y a las posturas que adquiere el felino durante las interacciones para asegurarnos de que está cómodo. Al establecer contacto físico, menos es más, y no solo en los reconocimientos veterinarios, sino también cuando el gato se relaciona con gente en un entorno más relajado.
Como norma general, a la mayoría de los gatos les encanta que les toquen alrededor de las zonas en las que se localizan las glándulas faciales, como la base de las orejas, bajo la barbilla y cerca de las mejillas. Por el contrario, no disfrutan tanto del contacto en la barriga, el lomo y la base de la cola.
Signos de disfrute del gato:
• Mantiene la cola erguida e inicia el contacto.
• Ronronea y hace algo parecido a amasar con las patas delanteras.
• Mueve suavemente la cola de lado a lado mientras la estira en el aire.
• Exhibe una postura y una expresión facial relajadas, con las orejas apuntando hacia delante.
• Le empuja con cariño si detiene las caricias para que continúe.
Signos de rechazo o tensión:
  • • Mueve o voltea la cabeza en dirección contraria a usted.
  • • Se muestra pasivo (no ronronea ni busca el contacto físico).
  • • Parpadea de forma exagerada, sacude la cabeza o el cuerpo o se lame la nariz.
  • • Se asea repentina y apresuradamente durante poco tiempo.
  • • Se le eriza el pelo o contrae la espalda.
  • • Mueve o agita la cola o golpea con ella.
  • • Aplana las orejas y las orienta hacia los lados o hacia atrás.
  • • Gira bruscamente la cabeza para encararse con usted o con su mano.
  • • Le muerde, o le aparta o golpea su mano con una pata.

Así las cosas, es discutible si los gatos pueden ser considerados unos “bebés peludos”. A muchos les encanta que les toquen, mientras que otros, como mucho, lo soportan. En cualquier caso, es importante respetar los límites que el gato salvaje que llevan dentro establece, aunque eso suponga admirar su belleza desde lejos.

Cuatro signos de que tiene una inteligencia emocional alta elhuffingtonpost

PEXEL
Por Jose M. Mestre, profesor de Emoción y Motivación, Universidad de Cádiz; y Kimberly A. Barchard, profesora asociada de Psicología Cuantitativa, Universidad de Nevada, Las Vegas:

La Inteligencia Emocional (IE) puede significar la diferencia entre comportarse de una manera socialmente aceptable y estar fuera de lugar en una situación social determinada. Es decir, la IE puede marcar la diferencia entre un buen o un mal funcionamiento social. Aunque la mayoría de la gente habrá oído hablar de la IE, pocos saben cómo detectarla, ni en sí mismos ni en los demás.
Esencialmente, la inteligencia emocional es la capacidad de percibir, expresar, comprender y gestionar las emociones. Y es importante porque cuanto más comprendamos estos aspectos de nosotros mismos, mejor serán nuestra salud mental y nuestro desarrollo social.
Puede que usted crea ser una de esas personas capaces de desarrollar estas cualidades sin tener conciencia de ello. O puede que usted ya sepa, o aún no, que necesita desarrollar estas destrezas.
En cualquier caso, si mejora su IE notará que habrá sido muy útil hacerlo en diferentes tipos de circunstancias, ya sea en el trabajo, en casa, en la escuela o incluso cuando esté socializando con sus amigos.
Así que si usted quiere saber si es emocionalmente inteligente o no, simplemente chequee la siguiente lista sobre cuatro signos que denotan una adecuada IE.

1. Pensar en sus reacciones

Ante determinadas circunstancias, como por ejemplo una discrepancia que termina en una discusión, la IE puede marcar la diferencia entre distintas reacciones: la buena sería tratar de no tomárselo como algo personal, y la mala sería dejarse llevar por el enfado y terminar faltando el respeto a su interlocutor.
Efectivamente, las emociones pueden contener información útil para el funcionamiento personal y social, pero a veces estas emociones también pueden abrumarnos y hacernos actuar de maneras que después lamentamos.
Las personas que carecen de inteligencia emocional raramente suelen pensar bien en situaciones como la descrita, y son más propensas a reaccionar sin darse el tiempo necesario para sopesar los pros y los contras de cómo afrontar esa situación.
Pensar primero. Pexels.
Las personas menos capacitadas para regular sus sentimientos negativos también son más propensas a tener dificultades para funcionar socialmente, lo cual puede exacerbar los sentimientos depresivos.
Las personas con depresión severa han demostrado tener dificultadespara comprender y manejar sus emociones. La investigación también muestran que hay más síntomas depresivos en personas con menor IE, aunque no estén clínicamente deprimidas.

2. Ver las situaciones como un desafío

Si somos capaces de reconocer las emociones negativas en nosotros mismos y de ver las situaciones difíciles como un reto –centrándonos en las emociones positivas y perseverando– lo más probable es que tengamos una alta IE.
Por un momento, imagínese que su puesto de trabajo peligra; pues bien, ante esta incertidumbre laboral, una persona emocionalmente inteligente puede percibir un incremento de su ansiedad y dejar de preocuparse y empezar a ocuparse de esta situación (fíjense que basta quitar el prefijo “pre” para empezar a lidiar con la ansiedad mentalmente); en este caso, su IE le ayudaría a regular su ansiedad y a tratar de superar este desafío.
Sin embargo, si tuviese escasa IE, ante esta misma situación podría empezar a rumiar sobre su incertidumbre laboral, comenzando una espiral de desesperanza, constante preocupación hasta caer en una depresión.
Las personas con alta inteligencia emocional no se rinden. Pexels.

3. Modificar sus emociones

Por supuesto, hay momentos en que las emociones pueden quitarnos lo mejor de nosotros mismos, pero si es una persona emocionalmente inteligente es probable que cuando esto suceda tenga las habilidades necesarias para controlarse.
Por ejemplo, en el caso anterior de la ansiedad ante la incertidumbre laboral, mientras que un nivel moderadamente bajo de ansiedad puede mejorar el desempeño cognitivo, aumentando la concentración y la motivación para afrontar esa situación, un nivel muy bajo de ansiedad no ayudaría a motivarse y un elevado nivel de ansiedad nos dificultaría mantenernos concentrados por la constante preocupación. Conocer el valor adaptativo de los niveles moderados y bajos de ansiedad para afrontar los desafíos de la vida puede ser útil. Así que, si puede modificar su ansiedad, llevándola a niveles moderados, sabrá que tiene mas posibilidades de lidiar con la situación que le generó incertidumbre.
Las personas emocionalmente inteligentes pueden regular sus emociones. Pexels
Las personas emocionalmente inteligentes saben que necesitan regular el nivel de activación de sus emociones de forma apropiada. Por esta razón, se ha evidenciado que una adecuada IE está relacionada con niveles más bajos de ansiedad.

4. Ponerse en el lugar del otro

Si usted es capaz de extender estas habilidades más allá de su propio funcionamiento personal, entonces esa es otra señal de que tiene altos niveles de inteligencia emocional.
La IE puede ser particularmente importante en puestos que requieren de un intenso “trabajo emocional”, como la atención al cliente, –un desempeño profesional en el que los trabajadores deben gestionar sus emociones y las de los clientes de acuerdo con las normas de la empresa. Aunque, en ocasiones un cliente decepcionado les esté gritando.
Por esta razón, el entrenamiento en inteligencia emocional en el puesto de trabajo es ahora algo habitual. El entrenamiento en IE más efectivo se centra en la gestión y en la expresión de las emociones, las cuales están directamente vinculadas a un buen desempeño laboral y a una mejora de la comunicación con clientes y compañeros de trabajo.
También merece la pena señalar que la IE es una competencia cognitiva que puede mejorar a lo largo del ciclo vital. Así que si cree que no tiene ninguna de estas cuatro capacidades, no tema, porque todavía está a tiempo de trabajar y desarrollar su inteligencia emocional.