Hablamos con una de las portavoces del colectivo, que ha dado sus primeros pasos en el pasado mes de abril | Granada cuenta con una población musulmana de 34.775 personas, con un porcentaje destacado en algunos municipios de la provincia
El colectivo de exmusulmanes lleva creciendo exponencialmente en todo el mundo en la última década | Foto: Facebook Asociación de Exmusulmanes en España
«Musulmán se nace o se es, no se elige». Así explica Naomi, miembro del grupo promotor de la Asociación de exmusulmanes en España, su visión de la religión que hasta hace no mucho marcó su vida. Las problemáticas para dejar el Islam, de hecho, no tienen ninguna dificultad administrativa. No existe ningún papel, ni nada que se asome a la apostasía cristiana. Se trata más bien de una decisión en firme, de libertad, trazada como una reconfiguración de uno mismo, de sus raíces, que en la mayoría de las ocasiones también supone cortar los lazos familiares. «En mi familia el Islam era la vida. Cuando empecé a rebelarme, de hecho, empecé a recibir maltrato psicológico y físico. Es muy complicado. La idea del infierno te pesa. El miedo. La culpabilidad. El tener que esconderte. Sales de ahí porque quieres empezar a tomar decisiones tú misma. Decides poder vivir tu vida».
El relato de Naomi es uno entre tantos que han llegado a la Asociación en los últimos cuatro meses. Su nacimiento se encuentra precisamente en casos como el suyo, que puesto en común junto a un grupo de chicas que también habían abandonado el Islam, deciden dar cobertura y comprensión, en ocasiones logística, para salir. En este colectivo, casi al completo de origen magrebí y gran parte de segunda generación, es decir, plenamente españoles y europeos, la mayoría son lo que ellos mismos denominan como primeras víctimas del Islam: mujeres y miembros del colectivo LGTBI. «No es que nos quieran mucho» apostilla Naomi. La mayoría de ellos son jóvenes normales, que simplemente quieren realizar lo que lógicamente se atañe a su edad. «Con nuestra edad quieres salir, experimentar, «.
A la contra queda toda la experiencia vivida y la necesidad de estrechar nuevos lazos: «la diferencia entre lo bueno y lo malo, que es la base de la religión musulmana, no convenía a la mayoría de los que nos hemos ido. No teníamos sitio. Llegamos a la conclusión de que había que dar un espacio de apoyo a gente como nosotros». Abogan por «la libertad de elección y pensamiento» y se oponen «a todo fundamentalismo y extremismo religioso». Y lo más importante, no ponen ambages: «como Exmusulmanes rechazamos todo tipo de discriminación, por religión, orientación sexual, etnia o género» reza su manifiesto.
Mi padre me acaba de enviar un mail con esta foto, ni asunto ni nada. No sé qué querrá decir, pero le he respondido con otra foto, por si de eso iba la cosa |
Las redes sociales son el principal canal de comunicación por el que reciben las experiencias de otras personas en la misma situación. Hay un formulario abierto y tienen su cuenta de Twitter y Facebook como principal fuente. «Te das cuenta de que somos muchísimos. Al final acabas siendo casi como una familia». Al mismo tiempo, van recopilando mensajes y exclamando los suyos propios, casi siempre ligados a los derechos de la mujer y al rechazo al fundamentalismo islámico. «Nadie saca conclusiones violentas de un libro que, supuestamente, vela por la paz. El Islam no es una religión que quiera la paz, jamás lo ha sido y jamás lo será. El problema no son las interpretaciones, el problema es la religión en si» reza uno de sus últimos post. A pesar de ello, no quieren dar alas a la islamofobia: «la intención de todos nosotros y todas nosotras jamás ha sido ni será hacer apología a la islamofobia. Esta plataforma se ha creado para dar voz a quienes sufren el fundamentalismo islámico en sus propias carnes» explican.
Entre la aún escasa estructura de esta nueva Asociación, pionera en España y que acumula aún así más de cien personas en sus pocos meses de vida, se encuentran con el objetivo de proporcionar una segunda vida a quienes deciden dejarlo un amplio perfil de profesionales que han ido colaborando desde que se pusiera en marcha el pasado abril. Trabajadores sociales, abogados, expertos en la materia al fin y al cabo, que hacen de alguna forma más llevadera la transición. «Dejar el Islam, como digo, es en realidad muy fácil. Lo difícil son las consecuencias. Somos muy realistas. No tenemos más actividad que esta. Por ahora lo que queremos es que aquellos que se sientan solos sepan que no lo están».
Un movimiento sin fronteras
Granada tiene una población musulmana, según el último informe demográfico del Observatorio Andalusí, de 34.775 personas. Por poner sobre la mesa la relevancia del dato, se trataría del doble de personas que votó al actual alcalde de Granada. Un 3,5% de la población en general, pero con una trascendencia evidente, sobre todo en lo que respecta a nivel cultural e histórico. Únicamente dando un paseo por la ciudad ya denota que Granada es un lugar mestizo, donde a día de hoy conviven con relativa tranquilidad, al menos en las zonas céntricas, diferentes sensibilidades religiosas.A pesar de que los parámetros la dejan como una de las 20 provincias con más residentes musulmanes, con algunos lugares de imponente concentración, como es el caso de Albuñol, Granada no aparece aún como uno de los principales solicitantes a la Asociación. «Recibimos muchos mensajes de Andalucía, sobre todo de Almería y de Málaga. Es pronto aún, porque sólo están empezando a salir los primeros correos».
No es baladí que el proceso pille de nuevas. A pesar de ello, el corto recorrido de la asociación contrasta con el vivido a lo largo y ancho del mundo, donde este tipo de colectivos no ha surgido hasta que las segundas generaciones de migrantes han hecho acto de presencia. El movimiento, de hecho, se manifiesta en 2007, en Alemania, un lugar con una cantidad de residentes musulmanes mucho mayor que la Española y que incluso ha llegado a ser considerada como el laboratorio del Islam europeo.
El país germano ha sido además un ejemplo a día de hoy, donde gracias a asociaciones como esta se ha fomentado el diálogo con la vertiente laica de la población como camino para buscar un factor de enriquecimiento y de apertura. Aún así, tal y como apunta la propia Naomi, no conviene generalizar al respecto. «Exmusulmanes hay en todos lados. También en países tradicionalmente musulmanes, con hombres que son heterosexuales, que no son primeras víctimas, y que simplemente no están de acuerdo con lo que dicta la religión».
Queda por ver, eso sí, si el éxito de esta iniciativa tendrá un futuro a largo plazo al igual que ha ocurrido con sus homónimas en EEUU, Canadá, Bélgica y las decenas de países en las que el movimiento ha ido cobrando fuerza en la última década. Por ahora la Asociación pretende ir con pies de plomo, caso a caso. A la pregunta de qué le diría a aquellos musulmanes en duda que aún guardan silencio es clara: «que escuchen como se siente en su interior. Que lleguen a una conclusión, en qué se ven reflejados, en qué no y que piensen que si deciden estar fuera, hay futuro».
Álvaro Holgado
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