Las lluvias invernales y las temperaturas inestables de la primavera han hecho que se observen en la Charca de Suárez 30 especies menos y una bajada del 20% en el número de aves de este ecosistema
ROSA FERNÁNDEZ 
Cuenta la tradición que Aisha Al Hurra, madre del rey Boabdil, cuando llegaba el final del verano bajaba al Castillo de Salobreña para refugiarse en la Costa de los fríos invernales. Coincidiendo con su real presencia, el ruiseñor azul, al igual que miles de aves paseriformes regresan a la Charca de Suárez para pasar el invierno. De ahí que a esta especie se la conozca como reina mora, ya que su llegada a esta zona de la costa era simultánea y, de hecho y pesar de los caprichos de la climatología de estas últimas temporadas, es de las que se mantiene fiel a esta cita.
Este año, sin embargo, en los censos de aves y en los anillamientos científicos que se realizan en colaboración con el grupo de anillamiento Nevadensis se ha detectado que el número de especies registradas en el humedal motrileño ha bajado considerablemente en la cifra de individuos, de ahí que 'la corte' de la reina mora haya disminuido.
Se calcula que unas 30 especies no han venido o han bajado significativamente el número de visitas a la conocida charca, aparte de que en el pasado invierno muchos días, precisamente por el mal tiempo, no se ha hecho esta tarea, "porque cuando hace frío no se puede molestar más a los animales, pero en cantidad podríamos estar hablando de unos 300 aves diferentes menos, que de un total de 1.500 a cerca de 2.000 que suelen pasar el humedal, representa un 20%", explica el técnico de la reserva natural concertada, José Larios.
El motivo se encuentra en las intensas lluvias del invierno y en los cambios frecuentes de la primavera, que han hecho que los pájaros se hayan vuelto un poco 'locos'.
Así, había días en los que hacía un intenso calor y a las pocas horas se producía frío y lluvia. El principal efecto de estos cambios tan drásticos es que la reproducción de aves se ha visto afectada, ya que los polluelos tienen más dificultades para prosperar en un escenario adverso. "Muchas especies que ya tenían la puesta, con los pollos a punto de salir, o incluso que ya habían nacido, al sufrir de repente el frío de una semana, estos animales han muerto", explica Larios.
La reserva concertada de la Costa granadina es un espacio muy dinámico, en el que cualquier cambio climático afecta sobremanera. "Los efectos aquí son muy rápidos y sensibles, todos los sistemas ecológicos, todos los biotopos están totalmente en cambio, por lo que una temporada no tiene nada que ver con otra", comenta este experto.
Así entre las especies que este año han venido muy poco al humedal se encuentran los carriceros (acrocephalus scirpaceus) y los mosquiteros (phylloscopus).
Estas alteraciones climatológicas también han motivado la presencia, (al contrario que otras especies) del papamoscas, ya que incluso en esta época se pueden contemplar en la variedad de cerrojillos (fycedula hypoleuca), que es un ave que migra a África más en invierno, o de petirrojos (erithacus rubecula) que ya se han visto los primeros ejemplares, cuando lo normal es que estos pájaros se puedan observar en invierno.
Cambios de clima que están afectando al discurrir diario de uno de los ecosistemas más importantes de la provincia: la Charca de Suárez.
Este año, sin embargo, en los censos de aves y en los anillamientos científicos que se realizan en colaboración con el grupo de anillamiento Nevadensis se ha detectado que el número de especies registradas en el humedal motrileño ha bajado considerablemente en la cifra de individuos, de ahí que 'la corte' de la reina mora haya disminuido.
Se calcula que unas 30 especies no han venido o han bajado significativamente el número de visitas a la conocida charca, aparte de que en el pasado invierno muchos días, precisamente por el mal tiempo, no se ha hecho esta tarea, "porque cuando hace frío no se puede molestar más a los animales, pero en cantidad podríamos estar hablando de unos 300 aves diferentes menos, que de un total de 1.500 a cerca de 2.000 que suelen pasar el humedal, representa un 20%", explica el técnico de la reserva natural concertada, José Larios.
El motivo se encuentra en las intensas lluvias del invierno y en los cambios frecuentes de la primavera, que han hecho que los pájaros se hayan vuelto un poco 'locos'.
Así, había días en los que hacía un intenso calor y a las pocas horas se producía frío y lluvia. El principal efecto de estos cambios tan drásticos es que la reproducción de aves se ha visto afectada, ya que los polluelos tienen más dificultades para prosperar en un escenario adverso. "Muchas especies que ya tenían la puesta, con los pollos a punto de salir, o incluso que ya habían nacido, al sufrir de repente el frío de una semana, estos animales han muerto", explica Larios.
La reserva concertada de la Costa granadina es un espacio muy dinámico, en el que cualquier cambio climático afecta sobremanera. "Los efectos aquí son muy rápidos y sensibles, todos los sistemas ecológicos, todos los biotopos están totalmente en cambio, por lo que una temporada no tiene nada que ver con otra", comenta este experto.
Así entre las especies que este año han venido muy poco al humedal se encuentran los carriceros (acrocephalus scirpaceus) y los mosquiteros (phylloscopus).
Estas alteraciones climatológicas también han motivado la presencia, (al contrario que otras especies) del papamoscas, ya que incluso en esta época se pueden contemplar en la variedad de cerrojillos (fycedula hypoleuca), que es un ave que migra a África más en invierno, o de petirrojos (erithacus rubecula) que ya se han visto los primeros ejemplares, cuando lo normal es que estos pájaros se puedan observar en invierno.
Cambios de clima que están afectando al discurrir diario de uno de los ecosistemas más importantes de la provincia: la Charca de Suárez.
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