martes, 17 de febrero de 2015

Cómo es el trabajo de los arqueólogos y forenses que buscan los restos de Cervantes ELHUFFINGTONPOST




"Si lo que busca es ver el féretro de Cervantes, no va a ser posible", responde una trabajadora del Convento de las Trinitarias de Madrid a un turista extranjero interesado en conocer el horario de acceso a la iglesia.
Su contestación responde a un reciente fenómeno. Desde que el domingo 25 de enero se filtró que los expertos que trabajan en la búsqueda del cuerpo del autor de El Quijote encontraron un féretro con las iniciales M.C., el templo no para de recibir visitas de periodistas, turistas y madrileños. La mayoría de los que pasan por este convento situado en la calle Lope de Vega, antes Cantarranas, intentan sin éxito ver la cripta donde se supone descansa el escritor español más universal. Y lo único que pueden llevarse a cambio es una foto de la fachada del convento del siglo XVIII.
Pero para entender bien este fenómeno mediático y turístico habría que remontarse a 1616. En concreto al 23 de abril de ese año, día en que murió Don Miguel de Cervantes Saavedra, y día en el que autor de El Quijote recibió sepultura en este templo situado en pleno Madrid de los Austrias por deseo propio. El escritor nacido en Alcalá de Henares "mándose enterrar en las monjas Trinitarias", una congregación por la que sentía especial entrega. Esta orden religiosa recaudó fondos para la liberación de Cervantes y su hermano Rodrigo tras su cautiverio en Argel. "En aquel tiempo la gente se enterraba en sus parroquias, pero excepcionalmente algunas personas que tenían más influencia podían hacerlo en los conventos. Se sabe que Cervantes por su vinculación y proximidad —era vecino de la colindante calle del León—, pidió ser enterrado en el templo. Años después ocurriría lo mismo con su mujer Catalina de Salazar y Palacios", explica el forense Francisco Etxeberría.
En esa época, cuando Cervantes fue enterrado, se sabía exactamente dónde quedaba su cuerpo pero las remodelaciones posteriores del lugar provocaron que se perdiera la pista. La iglesia que hoy conocemos—y por la que preguntaba ese turista— se erigió entre 1673 y 1698, mientras que la basílica donde se realizó el enterramiento es de 1612. El convento, hospedería y casa de capellanes se alzaron entre los años 1718 y 1752. Este proceso supuso la consiguiente deslocalización del cuerpo de Cervantes, que lleva casi 400 años perdido. A estas alturas serán muchos los que traten de encontrar una explicación a este hecho: ¿por qué nunca antes nadie había buscado al autor del segundo libro más leído de la historia? "No es que no se buscase, lo que pasa que antes era mediante documentación… La búsqueda con la metodología arqueológica y con un equipo multidisciplinar no se había hecho nunca. Podía haber ocurrido hace seis años o incluso hace 20, pero hace 80 años hubiese sido imposible". ¿Cuestión de medios? Sí, pero también de ciencia. "Ahora es posible plantearse un análisis con alguna posibilidad de éxito", señala Echevarría.

El especialista en medicina forense, famoso por haber descubierto con sus investigaciones que Salvador Allende se suicidó y no lo asesinaron, es uno de los pocos que tienen hoy acceso a la cripta donde yace el novelista. Sólo entra el equipo de expertos que desde el sábado 24 de enero trabajan sin parar en la segunda fase del llamado Proyecto Cervantes, que en 2010 iniciara el historiador Fernando Prado Pardo-Manuel de Villena. Su jornada empieza a las ocho de la mañana y termina alrededor de las siete. No hay descanso, ni siquiera los fines de semana. "Trabajamos en torno a 20 personas, y ahí también se incluye la gente que está haciendo el trabajo de documentación audiovisual y los que van y vienen según su disponibilidad", añade Almudena García-Rubio, arqueóloga especializada en antropología física y forense
La labor se lleva a cabo en un espacio de 78 metros cuadrados a 5 metros bajo el suelo de la iglesia. En este espacio confían localizar los restos del conocido escritor. Cada hueso que encuentran lo analizan en un laboratorio provisional situado en la cripta. Esto no es una excavación al uso donde todos los huesos se analizan en otro lugar y son devueltos un año después. Echevarría y el resto del equipo tienen claro lo que buscan y lo que no se ajusta, no lo estudian. "Si encontramos un hueso que pertenece a una mujer o a un joven lo descartamos porque sabemos que ya no es Cervantes", añade. Los investigadores tratan de localizar "el cuerpo de un hombre de 70 años con el brazo izquierdo impedido, dos arcabuzazos en pecho y solo seis dientes. El cadáver tiene que estar en un ataúd, con el hábito franciscano y un crucifijo de madera", según explicó Fernando Prado en una entrevista concedida a El Mundo hace ahora un año. "No perdió la mano, pero la herida fue tan grave que le impidió su uso durante los siguientes 45 años”, apuntaba respecto a la célebre batalla de Lepanto en la que ganó su sobrenombre de El manco de Lepanto.
MÁS DE LO QUE ESPERABAN
Volviendo a la investigación que se lleva a cabo hoy en la calle Lope de Vega, García-Rubio detalla los descubrimientos que han ido llevando a cabo: “La idea inicial era que había una pared con 36 nichos y cuando hicimos la tarea de limpieza —una semana antes de empezar con los análisis— vimos que en el suelo de la cripta había unas sepulturas… No sabíamos bien cuántas eran, aunque ahora ya sabemos que hay seis”. La arqueóloga describe con detalle el lugar del que han salido algunas imágenespero al que ya no pueden acceder los medios: "La pared de nichos está cubierta por una capa de yeso que se puso posteriormente y que ha desaparecido en alguna de las zonas y no queda más que el ladrillo que cubre el nicho. En otras está mejor conservadas y si rascas esa capa y retiras el yeso, sí se ve una inscripción funeraria", explica. "Por ahora sólo lo hemos hecho en un nicho y hemos visto con la cámara endoscópica que está enterrado un capellán, fallecido en 1746, cuyo féretro está perfectamente conservado"”.
En esta pared se encontró el pasado domingo 25 el ataúd con las iniciales M.C. marcadas con tachuelas y que obligó a los investigadores, cuya intención era esperar a tener un hallazgo sólido para hacer un comunicado oficial, a dar una rueda de prensa improvisada un día después. Por ahora no se puede asegurar que sean los restos de Miguel de Cervantes, pero tampoco se puede descartar. De hecho, en el féretro había restos de más de 10 personas y todos están analizándose. "Esas tachuelas no son una garantía de nada porque se han ido entremezclando los huesos. Veremos cómo acaban las cosas porque hay que inspeccionarlo todo", explica.
Además en este tiempo han ido encontrado más enterramientos de los esperados. "Pensábamos por la información preliminar que se manejaba que aquí había habido muy poca gente enterrada, pero estamos descubriendo que tenía un uso cementerial mayor. Por eso ahora la investigación histórica está simultáneamente en marcha para intentar entender qué son estos nuevos hallazgos que se han localizado", continúa García-Rubio en relación a los hallazgos efectuados en esta segunda fase para la que no hay fecha de fin y que, junto a la primera, están financiadas íntegramente por el Ayuntamiento de Madrid, que ha puesto cerca de 62.000 euros. A este dinero habría que sumar 38.000 euros destinados a subvencionar la tercera fase, que de celebrarse tendría lugar fuera de la cripta. "La mayoría de este dinero será para reparar los desperfectos que se produzcan en el convento durante las excavaciones que se hagan tras obtener los datos que saque el georradar", ha explicado el historiador Fernando Prado diferentes entrevistas.
Una figura clave para llegar a este punto es el geólogo Luis Alvial, quien en 2010 le descubrió al historiador Fernando Prado las posibilidades del georradar para conseguir imágenes del subsuelo como si se tratara del sonar de un barco. Fue ahí donde se sitúa el origen del llamado proyecto Cervantes. "La primera fase consistió en una inspección del edificio y en conocer sus características arquitectónicas. De esta manera se trataba de imaginar dónde podía haber algunos enterramientos", explica Etxebarría. En esa etapa descubrieron la existencia de la cripta y decidieron que la segunda fase, en la que hoy estamos, arrancaría en ese espacio. "Lo primero era mirar la cripta porque es oficialmente el lugar de enterramiento natural. Habiendo cripta, parece lógico que los restos vayan a estar ahí. Es más, el suelo de la iglesia no lo estamos tocando, y ni siquiera hemos perdido un permiso para ello", explica el forense.
LAS DIFICULTADES
La deslocalización de los cuerpos por las remodelaciones del templo es uno de los problemas que se encuentran en este trabajo, aunque no significa que hayan descartado que aparezca el cuerpo completo del escritor. "Hemos visto esqueletos que están bastante bien conservados, pero no son de Cervantes, entonces los apartamos un lado", señala Etxebarría. La otra traba la pone la humedad, ya que hay espacios donde ha deteriorado mucho los restos.
"Es perfectamente posible que aquí donde estemos trabajando un esqueleto está entero con la ropa que vestía y el de al lado esté estropeado porque le afectó más la humedad y demás circunstancias", apunta el forense. "Aquí han estado apareciendo restos muy bien conservados y otros que no en el mismo contexto funerario, quizás en distintos sitios de la cripta, o con mayor o menor antigüedad… ", aclara la arqueóloga.
Etxebarría y García-Rubio centran su trabajo en la búsqueda de los huesos del novelista y en ningún momento se refieren a un posible análisis de ADN. Eso ya es otra cosa y para ello habrá que esperar. "El análisis del ADN se podrá hacer si tenemos una hipótesis razonablemente seria de que podríamos estar ante los restos de Cervantes. Se podría comparar con los de su hermana que está enterrada en Alcalá de Henares pero eso en este momento no está contemplado", explica Echevarría y aclara que "no es tan fácil porque él no tuvo descendencia".
En todo caso, los dos especialistas hablan de que este trabajo es una cuestión de fases. Esta segunda se centra en localizar los restos de Don Miguel de Cervantes, ni siquiera buscan los de su mujer, lo que pase después ya se irá viendo. Tanto si se lleva a cabo una tercera fase, como qué pasará con los restos si encuentran el ataúd perdido. "Eso ya depende de las autoridades", apunta Etxebarría, sin olvidarse de que la intención de Cervantes era permanecer enterrado en este lugar, bajo la Virgen de la Inmaculada.
Sea como sea, Etxebarría y García-Rubio comparten una satisfacción. “Hemos conseguido colar la Ciencia y la Cultura en los infomativos y hacer que la gente se interese”, concluye el arqueólogo mientras se despide.

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