Los nacidos en Granada tienen ahora una vida estimada de 81,9 años frente a los 77,4 de 1994 Es de las más bajas del país
Á. RECIO · S. VALLEJO
La esperanza de vida de los granadinos es ahora cuatro años superior a la existente hace apenas dos décadas, fruto de unas mejores condiciones de vida y de los avances en medicina o tecnología. Los bebés que nacieron el año pasado -último dato disponible- en esta provincia tendrán una vida media estimada de 81,96 años, casi tres más que hace una década y cuatro años más que hace dos, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
El aumento de la esperanza de vida es casi parte de la evolución humana, como el intelecto o la talla, a la espera de que alguien descubra la ansiada fórmula de la inmortalidad. En cualquier caso, los granadinos pueden sentirse satisfechos a medias ya que tienen una de las esperanzas de vida más bajas de España. Ocurre en todas las provincias andaluzas, pues se analizan factores como la renta disponible y Andalucía tiene una de las más bajas. De hecho, según las encuestas oficiales del INE, el año pasado el 53% de los andaluces tenía dificultad o mucha dificultad para llegar a final de mes.
Los españoles más longevos son, siempre según las estimaciones estadísticas que, como tal, pueden variar, los que nacen en Álava, Guadalajara, Madrid, Salamanca, Segovia y Soria, superando en todas estas provincias los 84 años. En el polo opuesto, la menor esperanza de vida está en Ceuta y Melilla con 80 años.
Se suele decir que las mujeres viven más que los hombres y es cierto, al menos con los datos en la mano. Hay casi cinco años de diferencia entre las hembras y los varones, una cifra considerable tanto si se disfruta de una vida acomodada como si no. La esperanza media de vida de las mujeres nacidas en 2014 en Granada es de 84,63 años mientras que la de los hombres es de 79,26 años. Un aspecto curioso es que, pese a esa tendencia natural, la esperanza de vida ha aumentado más en los varones desde 1994 (6 años) que en las mujeres (4 años).
Los movimientos y previsiones demográficas a medio y largo plazo muestran cambios importantes en los próximos años. Las proyecciones de población que ha publicado el INE hasta 2028 vaticinan un descenso continuado de la población en Granada. A pequeña escala, pero irrefrenable. Según las valoraciones realizadas por los expertos de este organismo, Granada tendrá 911.290 habitantes en 2029, unas 10.000 personas menos que al cierre del presente 2015 (con 921.610 habitantes). La clave será el saldo migratorio, que será positivo en esta provincia, pues se prevé que el número de nacimientos caiga en picado y que, por contra, se eleven las defunciones. Se vivirá más tiempo y habrá menos nacimientos, por lo que el cobro de pensiones públicas será más complicado al haber una mayor tensión entre los que soportan el peso económico y los soportados.
Es especialmente significativo el giro de la relación entre las muertes y los nacimientos ya que si en la presente década los nacimientos y las defunciones estarán casi igualados (con unas 500 muertes más que nacimientos cada año), en la década del 2020 la diferencia será mucho mayor, de hasta 2.000 muertes más que nacimientos.
Las proyecciones son estimaciones matemáticas y, lógicamente, pueden convertirse en papel mojado si cambian las políticas de conciliación de la vida laboral y familiar o si desde las Administraciones fomentan más la natalidad. Lo que sí parece claro es que, en 2028, la esperanza de vida, salvo catástrofe, será mayor a la actual y quién sabe cuando se alcanzará la mítica barrera del siglo, que podría hacerse realidad si las proyecciones continúan al alza gracias también a los avances médicos.
El aumento de la esperanza de vida es casi parte de la evolución humana, como el intelecto o la talla, a la espera de que alguien descubra la ansiada fórmula de la inmortalidad. En cualquier caso, los granadinos pueden sentirse satisfechos a medias ya que tienen una de las esperanzas de vida más bajas de España. Ocurre en todas las provincias andaluzas, pues se analizan factores como la renta disponible y Andalucía tiene una de las más bajas. De hecho, según las encuestas oficiales del INE, el año pasado el 53% de los andaluces tenía dificultad o mucha dificultad para llegar a final de mes.
Los españoles más longevos son, siempre según las estimaciones estadísticas que, como tal, pueden variar, los que nacen en Álava, Guadalajara, Madrid, Salamanca, Segovia y Soria, superando en todas estas provincias los 84 años. En el polo opuesto, la menor esperanza de vida está en Ceuta y Melilla con 80 años.
Se suele decir que las mujeres viven más que los hombres y es cierto, al menos con los datos en la mano. Hay casi cinco años de diferencia entre las hembras y los varones, una cifra considerable tanto si se disfruta de una vida acomodada como si no. La esperanza media de vida de las mujeres nacidas en 2014 en Granada es de 84,63 años mientras que la de los hombres es de 79,26 años. Un aspecto curioso es que, pese a esa tendencia natural, la esperanza de vida ha aumentado más en los varones desde 1994 (6 años) que en las mujeres (4 años).
Los movimientos y previsiones demográficas a medio y largo plazo muestran cambios importantes en los próximos años. Las proyecciones de población que ha publicado el INE hasta 2028 vaticinan un descenso continuado de la población en Granada. A pequeña escala, pero irrefrenable. Según las valoraciones realizadas por los expertos de este organismo, Granada tendrá 911.290 habitantes en 2029, unas 10.000 personas menos que al cierre del presente 2015 (con 921.610 habitantes). La clave será el saldo migratorio, que será positivo en esta provincia, pues se prevé que el número de nacimientos caiga en picado y que, por contra, se eleven las defunciones. Se vivirá más tiempo y habrá menos nacimientos, por lo que el cobro de pensiones públicas será más complicado al haber una mayor tensión entre los que soportan el peso económico y los soportados.
Es especialmente significativo el giro de la relación entre las muertes y los nacimientos ya que si en la presente década los nacimientos y las defunciones estarán casi igualados (con unas 500 muertes más que nacimientos cada año), en la década del 2020 la diferencia será mucho mayor, de hasta 2.000 muertes más que nacimientos.
Las proyecciones son estimaciones matemáticas y, lógicamente, pueden convertirse en papel mojado si cambian las políticas de conciliación de la vida laboral y familiar o si desde las Administraciones fomentan más la natalidad. Lo que sí parece claro es que, en 2028, la esperanza de vida, salvo catástrofe, será mayor a la actual y quién sabe cuando se alcanzará la mítica barrera del siglo, que podría hacerse realidad si las proyecciones continúan al alza gracias también a los avances médicos.
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