- El Instituto Español de Oceanografía analiza la presencia de microplásticos en la costa del Mediterráneo
- En Algeciras se hallaron 111 piezas por cada kilo de arena seca, un dato en la media
Una niña juega con la arena de la playa de Getares, en Algeciras. / ERASMO FENOY
El simple palo de un chupachups o el tapón de una botella de agua acaba por descuido o por incivismo entre la arena de una playa cualquiera del Mediterráneo. Al tiempo, ese plástico se habrá degradado y roto en múltiples trozos hasta alcanzar un tamaño tan diminuto que pasará prácticamente inadvertido para el ojo humano. Pero permanecerá ahí, en la costa. O quizás las corrientes y el viento lo arrastren en compañía de más pedazos hasta el fondo marino y, a continuación, al estómago de algún pez que tiempo después acabe en su mesa.
Las imágenes de pescados rellenos con piezas de colores difundidas por colectivos ecologistas como Greenpeace comienzan a calar entre la población. Pero, ¿cuánto microplástico se esconde entre la arena de la costa española?
Los científicos del Instituto Español de Oceanografía (IEO) y de los centros oceanográficos de Vigo y Murcia han tratado de dar respuesta a esta preocupante cuestión con un estudio que, efectivamente, ha confirmado la presencia de microplásticos en toda la costa mediterránea nacional. Para que se considere microplástico, la pieza debe medir menos de cinco milímetros pero a veces el tamaño es de apenas unas micras.
El informe, publicado recientemente en la revista Environmental Science and Pollution Research determina que los microplásticos están presentes “en todos los sedimentos recogidos desde Algecirasa Barcelona”. Además de estas dos ciudades, los científicos tomaron muestras en Málaga, Castell de Ferro, Almería, Cartagena, Benidorm, Benicarló, Vallcarca y Palma de Mallorca.
Un pescado lleno de restos de plásticos. |
El trabajo del IEO está encabezado por Ana Virginia Filgueiras, coordinadora del artículo científico elaborado junto con Jesús Gago, Juan Antonio Campillo y Víctor Manuel León. La investigación comenzó con un sondeo del fondo marino en esas diez zonas costeras en octubre de 2014 y 2015. La mezcla de arena, limos y fangos se dejó secar y posteriormente se contabilizaron las piezas por cada kilo de material seco. El resultado fue unánime: en todos los enclaves se hallaron restos con una media de 113 piezas de plástico por cada kilogramo de arena seca: el 82% eran fibras y el 18% restante una mezcla de fragmentos, films y pellets.
En el caso de Algeciras, el estudio dio un resultado prácticamente en la media, con 111 partículas por cada kilogramo de sedimentos de las que 95 unidades fueron fibras y los 16 trozos restantes, pedazos de plástico. No se hallaron restos de film o pellets. La muestra fue tomada a 154 metros de profundidad y a 1,91 kilómetros de la línea de costa.
El resultado más extremo se computó en Málaga, con 280 piezas de microplásticospor cada kilogramo, en su inmensa mayoría fibras (257) mientras que la costa de Palma de Mallorca arrojó el resultado más favorable, con 46 unidades.
“Creemos que la población en general no es consciente de la magnitud del problema. Pero tampoco las autoridades. La lentitud de la degradación del plástico es un grave problema. Los gobiernos plantean cambios legales como prohibir elementos de un solo uso a partir de 2021. ¿Pero qué pasa con lo que ya hay en el mar?”, reflexiona Filgueiras.
La científica del IEO insiste en la necesidad de reducir el consumo de plásticos de todo tipo y, sobre todo, de garantizar un correcto reciclaje de los materiales para evitar que acaben minando el entorno natural.
Filgueiras urge a tomar en serio el problema del plástico marino con una contundente frase: “Los primeros estudios sobre basura marina datan de los años 50. Y sobre microplásticos, de los años 70”. Es ahora, casi cincuenta años después, cuando la palabra y el problema comienzan a calar entre la población. Mañana será tarde.
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