Mª Teresa León es una mujer excepcional que, como tantas otras, fue olvidada mientras sus compañeros triunfaban porque eran hombres.
EFE |
Mª Teresa León, en su autobiografía Memoria de la melancolía, dice: “Cuanto ruido guarda la memoria“. Me impresionó que una frase tan sencilla dijera tanto. En estos comienzos de un año que pensamos sería mejor que el pasado, me he acordado de ella porque he sentido que mi memoria guarda mucho ruido, recuerdos muy diversos. Para Mª Teresa el ruido de su memoria la llevo al olvido, tanto que, cuando después de un larguísimo exilio vuelve a España en 1977 con su pareja Rafael Alberti, llegó sin memoria; esta había muerto con el Alzheimer que padecía. Su cuerpo murió más tarde sin llegar a saber que estaba en esa España que la obligaron a abandonar. Se acabó mientras Rafael, su compañero, vivió y triunfó personal y políticamente, todo lo que a ella la terrible enfermedad le había negado.
Conocí a Alberti en 1977, en la campaña de las primeras elecciones democráticas. Él era candidato al Congreso por Cádiz y yo al Senado por Sevilla. Hice muchos mítines con él, tuve muchas reuniones, me escribió versos en el primer papel que encontraba y vi cómo vivió en plenitud de facultades casi hasta el final de sus días 20 años más tarde. Mª Teresa León es una mujer excepcional que, como tantas otras, fue olvidada mientras sus compañeros triunfaban porque eran hombres. Y está costando mucho recuperar la memoria perdida de todas ellas.
Galdós, según Maria Zambrano, “es el primer escritor español que introduce a todo riesgo a las mujeres en su mundo"
Antes que ellos, nos quedaron otros y otras excepcionales: Benito Pérez Galdós, cuyo centenario se ha celebrado en 2020, un escritor de “mujeres fuertes”. Fortunata y Jacinta, la novela que mi padre me recomendaba todos los días, Tormento, Tristana o Misericordia, que llevan a Marta Sanz a afirmar que ”en el caso de Don Benito, casi siempre la huella fue para lo bueno; pese a ser un hombre de su época desplegó una sensibilidad singular en sus retratos femeninos”.
“Galdós, en sus retratos y profundas introspecciones psicológicas, amparó a las desamparadas Amparos y denunció la falta de Fortuna, nada azarosa, de las Fortunitas”. “Agradezco la intención de un escritor que concilia como nadie lo ético y lo estético y, en su representación de la realidad, proyecta su deseo de intervenir en ella para mejorarla”. Es, según Maria Zambrano, “el primer escritor español que introduce a todo riesgo a las mujeres en su mundo”. “El error es susceptible de enmienda, la necedad no”, dice.
Galdós estuvo ligado sentimentalmente durante muchos años a otra gran mujer, con una biografía apasionante, difícil de clasificar, pero claramente feminista: Emilia Pardo Bazán, de la que este año se cumple su centenario y que espero se celebre con todo esplendor. Sobre todo que se lo haga la RAE, que, por tres veces, le negó la posibilidad de ser académica, mientras entre sus miembros abundaban muchos con menos méritos. Machos sí, por supuesto.
Otras muchas cosas forman parte del ruido de mi memoria, que ha ensordecido el estupor ante el asalto al Capitolio por los seguidores de Trump, en una imagen que nunca pensamos ver, pero que formará parte de nuestra memoria para siempre. ¿Qué nos está pasando? Muchas cosas, y conviene, como escribe Mariam Martínez- Bascuñán, “identificar la amenaza”: “La defensa de la democracia se hace también desde la valentía de reconocer que no todas las posiciones son iguales, aunque sea un argumento silenciado con la despectiva acusación de superioridad moral”.
El ruido de la memoria me retrotrae al año pasado, cuando casi en la misma fecha terminaba la investidura del Presidente del Gobierno de España, que estuvo a punto de ser fallida. Hay una “coincidencia alarmante“, escribe Javier Pérez Royo entre lo ocurrido en el Capitolio y lo que pudo pasar en España. “Una minoría social y política se rebela contra la formación de un Gobierno con base en los resultados de las elecciones. En España también se intentó abortar la formación del Gobierno tras los resultado de las elecciones del 10-N de 2019 por considerarlo “ilegitimo”. Así lo vienen afirmando Casado y Abascal un día sí y otro también. Hablamos de polarización en el mundo entero, -otra pandemia-, pero no podemos dar por sentada la democracia ni sabemos cómo defenderla de sus enemigos ni poner fin a la desigualdad social que nos consume.
De María Teresa León a Trump hay muchísimos años de distancia, pero no tanto entre las causas que la llevaron al exilio y lo que ocurriría hoy si los populismos triunfaran. Hasta aquí me ha llevado hoy el ruido de la memoria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario