El pintor inaugura en la Biblioteca de Andalucía 'El cristal con que se mira', una muestra donde el espanto y la náusea se dan la mano
G. CAPPA GRANADA
La nueva exposición de Juan Vida es un disparo certero al hígado del espectador. El artista granadino inauguró ayer en la Biblioteca de Andalucía El cristal con que se mira, 90 obras realizadas con diferentes técnicas, entre las que destaca la impresión sobre cristal de collages de distinta temática, unidos en torno a la incomodidad de la vida y el desasosiego. Una muñeca que muestra una dentadura corroída parecida a las que se insertan en las cajetillas de tabaco; el rostro de un hombre de color -sacado de uno de sus carteles para el Festival de Jazz- en el corredor de la muerte; un primer plano de una boca y de un ano en el centro de un plato hondo; o un hombre ahorcado en mitad de un idílico picnic en el campo son algunos de los disparos gráficos de Juan Vida, un francotirador del arte que tiró sus balas.
"Las imágenes hablan de un presente turbio que anuncia un futuro oscuro", afirma Vida, que aparece en primer plano en distintos montajes, con su boca sellada por las moscas o con sus ojos tapados por sendas cuchillas. "Se trata de mostrar la indolencia que sufrimos debido a la contaminación de sucesos trágicos, la incomodidad de la vida, el infierno de lo cotidiano. Tras la calma de la belleza formal se esconde siempre la realidad descarnada", continúa el artista ante el tierno primer plano de un recién nacido. La nausea viene cuando el espectador se acerca y comprueba que por su boca asoma la cola de un pájaro muerto....
Desde el cartel de la muestra, en la que Juan Vida aparece como un sufrido hijo de Guillermo Tell, con una manzana podrida sobre su cabeza, cubierta con una deshilachada venda, el artista muestra su implicación personal en la muestra, su striptease personal. "El mundo del arte ha caído, desaparecen las obligaciones porque no existe el mercado del arte pero yo sigo trabajando porque tengo la necesidad de contar lo que está pasando y lo que me está pasando", explica sobre una realidad a la que no puede estar ajeno.
Antes de la inauguración, que contó con la presencia de la delegada de Educación Cultura y Deporte, Ana Gámez, Vida estaba ayer dando los últimos retoques a la muestra en compañía de Luis García Montero, improvisado operario afanado en colocar un trozo de césped artificial sobre el que están depositadas las piernas de una muñeca que tiene una piedra por cabeza, como si acabara de salir del cuarto de Sid, el malvado niño de Toy Story. "El cristal con que se mira quiere hurgar en el corazón de la gente desde la guarida íntima del cuarto de estar", ya que pretende "denunciar la indolencia con la que asumimos las cosas más terribles". Por su parte, García Montero aparca las herramientas para reflexionar sobre la muestra de su amigo: "La exposición tiene un hilo narrativo muy claro, habla de su trabajo en primera persona y pasa de hablar de tu supervivencia con las imágenes sobre la comida, a imágenes que tienen que ver con la infancia, con la familia, con los recuerdos, con temas de actualidad como los desahucios, pasa del yo a la historia".
Por su parte, Ana Gámez agradeció al artista "la visión participativa de la cultura, que hace a los ciudadanos y ciudadanas los verdaderos protagonistas de la acción cultural". El cristal con que se mira ya está a disposición del público para que se fijen en las trampas de la vida: de hecho, los aristocráticos marcos que pueblan las paredes han salido de una tienda de chinos...
"Las imágenes hablan de un presente turbio que anuncia un futuro oscuro", afirma Vida, que aparece en primer plano en distintos montajes, con su boca sellada por las moscas o con sus ojos tapados por sendas cuchillas. "Se trata de mostrar la indolencia que sufrimos debido a la contaminación de sucesos trágicos, la incomodidad de la vida, el infierno de lo cotidiano. Tras la calma de la belleza formal se esconde siempre la realidad descarnada", continúa el artista ante el tierno primer plano de un recién nacido. La nausea viene cuando el espectador se acerca y comprueba que por su boca asoma la cola de un pájaro muerto....
Desde el cartel de la muestra, en la que Juan Vida aparece como un sufrido hijo de Guillermo Tell, con una manzana podrida sobre su cabeza, cubierta con una deshilachada venda, el artista muestra su implicación personal en la muestra, su striptease personal. "El mundo del arte ha caído, desaparecen las obligaciones porque no existe el mercado del arte pero yo sigo trabajando porque tengo la necesidad de contar lo que está pasando y lo que me está pasando", explica sobre una realidad a la que no puede estar ajeno.
Antes de la inauguración, que contó con la presencia de la delegada de Educación Cultura y Deporte, Ana Gámez, Vida estaba ayer dando los últimos retoques a la muestra en compañía de Luis García Montero, improvisado operario afanado en colocar un trozo de césped artificial sobre el que están depositadas las piernas de una muñeca que tiene una piedra por cabeza, como si acabara de salir del cuarto de Sid, el malvado niño de Toy Story. "El cristal con que se mira quiere hurgar en el corazón de la gente desde la guarida íntima del cuarto de estar", ya que pretende "denunciar la indolencia con la que asumimos las cosas más terribles". Por su parte, García Montero aparca las herramientas para reflexionar sobre la muestra de su amigo: "La exposición tiene un hilo narrativo muy claro, habla de su trabajo en primera persona y pasa de hablar de tu supervivencia con las imágenes sobre la comida, a imágenes que tienen que ver con la infancia, con la familia, con los recuerdos, con temas de actualidad como los desahucios, pasa del yo a la historia".
Por su parte, Ana Gámez agradeció al artista "la visión participativa de la cultura, que hace a los ciudadanos y ciudadanas los verdaderos protagonistas de la acción cultural". El cristal con que se mira ya está a disposición del público para que se fijen en las trampas de la vida: de hecho, los aristocráticos marcos que pueblan las paredes han salido de una tienda de chinos...
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