El fundador de Analistas Financieros analiza las causas de la crisis económica en su último libro, 'El rescate'.
PEDRO INGELMO
Emilio Ontiveros (Ciudad Real, 1948) es uno de los grandes investigadores españoles en materia económica. Su tarea divulgadora es ingente a través de numerosos libros y sus colaboraciones en prensa y radio. Es catedrático de Economía por la Universidad Autónoma de Madrid y presidente y fundador de Analistas Financieros Internacionales, que se ha convertido en laboratorio económico y uno de los principales think tank nacionales. Su último libro es El rescate, donde analiza las causas de la crisis económica.
-Los españoles nos estamos alfabetizando en economía a palos. Nunca hemos sabido tanto de economía como ahora.
-Se trata de hacer de la necesidad virtud. El ciudadano medio tiene una mayor sensibilidad a los episodios económicos porque ha descubierto que condicionan su realidad.
-Un poco tarde...
-Sí, tarde. Si en su día ese mismo ciudadano medio hubiera tenido un mayor grado de conocimiento sobre productos de inversión, preferentes o lo que significaban las hipotecas que firmaban quizá no nos encontraríamos en el escenario actual. O no en la magnitud de este escenario.
-Rajoy anda por esos mundos vendiendo un nuevo milagro español.
-Yo sería muy prudente con las declaraciones sobre el estado de la economía española. Utilizar algunos datos para afirmar que nos encontramos ante la recuperación es peligroso. Porque puede ser una recuperación eventual y porque se pueden generar expectativas que no se cumplan. Las expectativas son un indicador para los agentes económicos. Si éstas no se corresponden con la realidad, el daño que se hace es mayor a medio plazo.
-¿Pero nos estamos recuperando o no?
-Una cosa es abandonar estadísticamente la recesión y otra cosa es que esos datos macroeconómicos, esas señales, lleguen a la población. Mientras no exista un crecimiento neto del empleo, el que hablemos de si estamos en recesión o no por unas décimas arriba o abajo no influye en la vida de la gente.
-El Gobierno lleva siete meses jaleando los datos de empleo.
-Las cifras de paro observadas con objetividad no ayudan a moderar la visión adversa sobre la destrucción de empleo. El resultado es que sigue cayendo la afiliación a la Seguridad Social, que es el verdadero dato preocupante. La sensatez aconseja manejar el horizonte de la recuperación sin euforias.
-Crece exportación y turismo, sigue cayendo el consumo interno. ¿Con qué se queda?
-La demanda interna es la que genera empleo. Hay que valorar el esfuerzo exportador no sólo de grandes empresas, sino de muchas empresas medianas que se han hecho competitivas en el exterior y están ampliando cuotas de mercado. Pero mientras no cese esta contracción de los componentes de la demanda interna no es posible el crecimiento de la economía. Y para esto hace falta inversión.
-Los Presupuestos ya nos dicen que en lo de invertir el Gobierno no está por la labor.
-Si un país deja de invertir varios años, la recuperación será menos intensa porque erosiona la capacidad de crecer en el futuro. Es un daño a las empresas en sus posibilidades de realizar la inmersión tecnológica y tiempo que se pierde ante nuestros competidores que tarda años en recuperarse. A esto hay que añadir el deterioro del capital humano, todo ese paro estructural generado que afecta a gente que ha salido del mercado de trabajo y que ya no podrá volver a entrar en él.
-Los economistas acuden a la poesía para explicar la crisis, aquel verso de Machado sobre necios que confunden valor y precio.
-Es que la economía es una ciencia muy humana porque maneja situaciones emocionales. La economía examina preferencias y tendencias que son difíciles de evaluar y, por tanto, de predecir. Desde el primer momento se dijo que nos encontrábamos, sobre todo, ante una crisis de confianza. La confianza es un sentimiento. Y se tiene o no se tiene.
-Más que un país en depresión, somos un país deprimido.
-Es que la gestión de la crisis no está siendo favorable para el ciudadano, que no es el que ha generado la crisis. La reacción es rebelarse y esa rebelión se mide con el índice de confianza, que es el más bajo desde que estamos en la Unión Europea, lo que, además, lleva a no confiar en el proyecto europeo ni en sus instituciones.
-Ni en el proyecto español, como los catalanes.
-Los nacionalismos son expresiones emocionales aletargadas a las que si les ofrece una coartada económica acaban por estallar.
-¿Y es viable económicamente el proyecto catalán?
-Viabilidad es un concepto ambiguo, yo hablaría de prosperidad. ¿Será Cataluña más próspera, en todos los sentidos, el económico, el cultural, el social, dentro o fuera de España? Yo creo que dentro.
-¿Y el proyecto andaluz, si es que aquí tenemos algún proyecto? Hablo de prosperidad, claro, no de nacionalismo.
-Andalucía parte de una situación original muy desfavorecida. Es paradójico, siempre lo he pensado, que Andalucía haya aportado tantos talentos individuales desde el arte a la innovación, y sus indicadores sean los que son. Andalucía necesita aplicar políticas que canalicen sus buenas iniciativas.
-Tiene la rémora de su imagen, de una región subsidiada.
-Hay regiones mucho más subsidiadas en Europa. Yo diría que el problema de imagen de Andalucía no es hacia el exterior, sino hacia el interior. Aquí hay capacidad sobrada y dotación de capital humano para liderar procesos de crecimiento. No es la imagen que Andalucía proyecta, sino la imagen que algunos andaluces asumen que es su imagen.
-Los españoles nos estamos alfabetizando en economía a palos. Nunca hemos sabido tanto de economía como ahora.
-Se trata de hacer de la necesidad virtud. El ciudadano medio tiene una mayor sensibilidad a los episodios económicos porque ha descubierto que condicionan su realidad.
-Un poco tarde...
-Sí, tarde. Si en su día ese mismo ciudadano medio hubiera tenido un mayor grado de conocimiento sobre productos de inversión, preferentes o lo que significaban las hipotecas que firmaban quizá no nos encontraríamos en el escenario actual. O no en la magnitud de este escenario.
-Rajoy anda por esos mundos vendiendo un nuevo milagro español.
-Yo sería muy prudente con las declaraciones sobre el estado de la economía española. Utilizar algunos datos para afirmar que nos encontramos ante la recuperación es peligroso. Porque puede ser una recuperación eventual y porque se pueden generar expectativas que no se cumplan. Las expectativas son un indicador para los agentes económicos. Si éstas no se corresponden con la realidad, el daño que se hace es mayor a medio plazo.
-¿Pero nos estamos recuperando o no?
-Una cosa es abandonar estadísticamente la recesión y otra cosa es que esos datos macroeconómicos, esas señales, lleguen a la población. Mientras no exista un crecimiento neto del empleo, el que hablemos de si estamos en recesión o no por unas décimas arriba o abajo no influye en la vida de la gente.
-El Gobierno lleva siete meses jaleando los datos de empleo.
-Las cifras de paro observadas con objetividad no ayudan a moderar la visión adversa sobre la destrucción de empleo. El resultado es que sigue cayendo la afiliación a la Seguridad Social, que es el verdadero dato preocupante. La sensatez aconseja manejar el horizonte de la recuperación sin euforias.
-Crece exportación y turismo, sigue cayendo el consumo interno. ¿Con qué se queda?
-La demanda interna es la que genera empleo. Hay que valorar el esfuerzo exportador no sólo de grandes empresas, sino de muchas empresas medianas que se han hecho competitivas en el exterior y están ampliando cuotas de mercado. Pero mientras no cese esta contracción de los componentes de la demanda interna no es posible el crecimiento de la economía. Y para esto hace falta inversión.
-Los Presupuestos ya nos dicen que en lo de invertir el Gobierno no está por la labor.
-Si un país deja de invertir varios años, la recuperación será menos intensa porque erosiona la capacidad de crecer en el futuro. Es un daño a las empresas en sus posibilidades de realizar la inmersión tecnológica y tiempo que se pierde ante nuestros competidores que tarda años en recuperarse. A esto hay que añadir el deterioro del capital humano, todo ese paro estructural generado que afecta a gente que ha salido del mercado de trabajo y que ya no podrá volver a entrar en él.
-Los economistas acuden a la poesía para explicar la crisis, aquel verso de Machado sobre necios que confunden valor y precio.
-Es que la economía es una ciencia muy humana porque maneja situaciones emocionales. La economía examina preferencias y tendencias que son difíciles de evaluar y, por tanto, de predecir. Desde el primer momento se dijo que nos encontrábamos, sobre todo, ante una crisis de confianza. La confianza es un sentimiento. Y se tiene o no se tiene.
-Más que un país en depresión, somos un país deprimido.
-Es que la gestión de la crisis no está siendo favorable para el ciudadano, que no es el que ha generado la crisis. La reacción es rebelarse y esa rebelión se mide con el índice de confianza, que es el más bajo desde que estamos en la Unión Europea, lo que, además, lleva a no confiar en el proyecto europeo ni en sus instituciones.
-Ni en el proyecto español, como los catalanes.
-Los nacionalismos son expresiones emocionales aletargadas a las que si les ofrece una coartada económica acaban por estallar.
-¿Y es viable económicamente el proyecto catalán?
-Viabilidad es un concepto ambiguo, yo hablaría de prosperidad. ¿Será Cataluña más próspera, en todos los sentidos, el económico, el cultural, el social, dentro o fuera de España? Yo creo que dentro.
-¿Y el proyecto andaluz, si es que aquí tenemos algún proyecto? Hablo de prosperidad, claro, no de nacionalismo.
-Andalucía parte de una situación original muy desfavorecida. Es paradójico, siempre lo he pensado, que Andalucía haya aportado tantos talentos individuales desde el arte a la innovación, y sus indicadores sean los que son. Andalucía necesita aplicar políticas que canalicen sus buenas iniciativas.
-Tiene la rémora de su imagen, de una región subsidiada.
-Hay regiones mucho más subsidiadas en Europa. Yo diría que el problema de imagen de Andalucía no es hacia el exterior, sino hacia el interior. Aquí hay capacidad sobrada y dotación de capital humano para liderar procesos de crecimiento. No es la imagen que Andalucía proyecta, sino la imagen que algunos andaluces asumen que es su imagen.
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