Uno de cada cuatro felinos que viven en la naturaleza procede del programa de reproducción asistida Los atropellos y los envenenamientos ponen en cuestión la liberación de las crías
A. MARTÍNEZ (EFE) SEVILLA
Este mes se cumplen diez años del primer nacimiento de un lince ibérico en cautividad, gracias al denominado programa ex situ, que una década después se ha consolidado como un auténtico salvavidas para este felino, el de mayor riesgo de extinción del planeta.
El 28 de marzo del 2005, técnicos de este programa, dirigidos por la bióloga española Astrid Vargas Gómez-Urrutia, asistieron por circuito cerrado de televisión al primer nacimiento en cautividad de un lince ibérico, en este caso, tres cachorros alumbrados por la hembra Saliega.
Vargas, nacida en Puerto Rico, fue promovida por el CSIC para dirigir este programa, denominado ex situ y complementario del in situ, que se ejecuta en el medio natural, tras su éxito en Estados Unidos con la reproducción en cautividad del visón americano.
Estos tres cachorros nacieron en el centro de cría pionero que la Junta de Andalucía construyó en El Acebuche, en Doñana, y fueron llamados Brezo, Brezina y Brisa, tras determinarse que el nombre de cada cohorte anual de linces nacidos en cautividad comenzaría por una letra consecutiva del abecedario.
La importancia de estos cachorros era tal que su nacimiento se mantuvo en secreto casi un mes, hasta que el 20 de abril lo comunicó la entonces ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, no sin una queja de su homologa andaluza, Fuensanta Coves, quien se sintió ninguneada mediáticamente, dado el protagonismo de la Junta de Andalucía en este programa.
La feliz noticia quedó empañada unas semanas después cuando dos de los tres cachorros, Brezinay Brezo, fallecieron tras una pelea, dramática, pero que aportó una valiosa información sobre los hasta entonces poco conocidos ataques entre cachorros, que evitó nuevos fallecimientos años después.
Brisa, única superviviente de esta camada histórica, logró el año pasado sacar adelante sus primeros cachorros tras varias temporadas fallidas, lo que supuso un éxito paralelo al logrado por el programa ex situ en sus diez años de existencia, en los que suma casi trescientos cachorros nacidos, los últimos, hace unos días.
Al centro de El Acebuche, en Doñana, le siguieron el de La Olivilla, en Sierra Morena, también de la Junta de Andalucía; el de Silves, en el Algarve portugués; y el de Zarza de Granadilla, en Extremadura, dependiente del Ministerio de Medio Ambiente, en los que la ya iniciada temporada de cría se espera el nacimiento de una treintena de cachorros, tras formarse 27 parejas reproductoras.
El programa ex situ nació para lograr una población de lince cautiva que salvaguardase un 85% de la variabilidad genética de esta especie para, en caso de extinción en la naturaleza, recuperarla con ejemplares nacidos en cautividad.
Este primer objetivo se ha logrado antes del plazo previsto, al igual que el segundo: aportar ejemplares preparados para ser liberados en la naturaleza y crear nuevas poblaciones.
De hecho, tras las últimas liberaciones de estos días son ya ochenta los linces nacidos en cautividad que campan en antiguos territorios linceros.
La primera liberación la protagonizaron el 14 de febrero del 2011 Grazalema y Granadilla, dos linces nacidos en el 2010 en el centro de cría de La Olivilla, que fueron soltados en la comarca de Guarrizas (Jaén).
Granadilla es otro lince histórico del programa ex situ, pues fue fotografiada con cuatro cachorros en el 2012, lo que la confirmó como la primera lince nacida en cautividad que se reprodujo en la naturaleza.
A la reintroducción en Guarrizas (Jaén) y a la emprendida en Guadalmellato (Córdoba), le sucedieron posteriores liberaciones de linces nacidos en cautividad en Portugal, Castilla-La Mancha y Extremadura.
Estas reintroducciones no están exentas de polémica tras los más de veinte linces fallecidos, casi todos por causas humanas, como atropellos, furtivismo y caza, lo que contradice la norma internacional que desaconseja estas iniciativas si no se han eliminado antes las causas que motivaron la extinción de la especie que se pretende reintroducir.
Diez años después del primer nacimiento del programa ex situ, uno de cada cuatro felinos que viven en la naturaleza procede de la cría en cautividad, que se ha convertido en un salvavidas para este especie.
El 28 de marzo del 2005, técnicos de este programa, dirigidos por la bióloga española Astrid Vargas Gómez-Urrutia, asistieron por circuito cerrado de televisión al primer nacimiento en cautividad de un lince ibérico, en este caso, tres cachorros alumbrados por la hembra Saliega.
Vargas, nacida en Puerto Rico, fue promovida por el CSIC para dirigir este programa, denominado ex situ y complementario del in situ, que se ejecuta en el medio natural, tras su éxito en Estados Unidos con la reproducción en cautividad del visón americano.
Estos tres cachorros nacieron en el centro de cría pionero que la Junta de Andalucía construyó en El Acebuche, en Doñana, y fueron llamados Brezo, Brezina y Brisa, tras determinarse que el nombre de cada cohorte anual de linces nacidos en cautividad comenzaría por una letra consecutiva del abecedario.
La importancia de estos cachorros era tal que su nacimiento se mantuvo en secreto casi un mes, hasta que el 20 de abril lo comunicó la entonces ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, no sin una queja de su homologa andaluza, Fuensanta Coves, quien se sintió ninguneada mediáticamente, dado el protagonismo de la Junta de Andalucía en este programa.
La feliz noticia quedó empañada unas semanas después cuando dos de los tres cachorros, Brezinay Brezo, fallecieron tras una pelea, dramática, pero que aportó una valiosa información sobre los hasta entonces poco conocidos ataques entre cachorros, que evitó nuevos fallecimientos años después.
Brisa, única superviviente de esta camada histórica, logró el año pasado sacar adelante sus primeros cachorros tras varias temporadas fallidas, lo que supuso un éxito paralelo al logrado por el programa ex situ en sus diez años de existencia, en los que suma casi trescientos cachorros nacidos, los últimos, hace unos días.
Al centro de El Acebuche, en Doñana, le siguieron el de La Olivilla, en Sierra Morena, también de la Junta de Andalucía; el de Silves, en el Algarve portugués; y el de Zarza de Granadilla, en Extremadura, dependiente del Ministerio de Medio Ambiente, en los que la ya iniciada temporada de cría se espera el nacimiento de una treintena de cachorros, tras formarse 27 parejas reproductoras.
El programa ex situ nació para lograr una población de lince cautiva que salvaguardase un 85% de la variabilidad genética de esta especie para, en caso de extinción en la naturaleza, recuperarla con ejemplares nacidos en cautividad.
Este primer objetivo se ha logrado antes del plazo previsto, al igual que el segundo: aportar ejemplares preparados para ser liberados en la naturaleza y crear nuevas poblaciones.
De hecho, tras las últimas liberaciones de estos días son ya ochenta los linces nacidos en cautividad que campan en antiguos territorios linceros.
La primera liberación la protagonizaron el 14 de febrero del 2011 Grazalema y Granadilla, dos linces nacidos en el 2010 en el centro de cría de La Olivilla, que fueron soltados en la comarca de Guarrizas (Jaén).
Granadilla es otro lince histórico del programa ex situ, pues fue fotografiada con cuatro cachorros en el 2012, lo que la confirmó como la primera lince nacida en cautividad que se reprodujo en la naturaleza.
A la reintroducción en Guarrizas (Jaén) y a la emprendida en Guadalmellato (Córdoba), le sucedieron posteriores liberaciones de linces nacidos en cautividad en Portugal, Castilla-La Mancha y Extremadura.
Estas reintroducciones no están exentas de polémica tras los más de veinte linces fallecidos, casi todos por causas humanas, como atropellos, furtivismo y caza, lo que contradice la norma internacional que desaconseja estas iniciativas si no se han eliminado antes las causas que motivaron la extinción de la especie que se pretende reintroducir.
Diez años después del primer nacimiento del programa ex situ, uno de cada cuatro felinos que viven en la naturaleza procede de la cría en cautividad, que se ha convertido en un salvavidas para este especie.
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