mujer, escritora, editora, madre, esposa, amiga, fan de la melanina
En alguna parte hay una mujer de 30 años y sin hijos. La gente le pregunta: "¿Sigues sin tener hijos?" y su respuesta varía de un día a otro, pero suele incluir sonrisas forzadas y censura.
"No, aún no", contesta entre risas, intentando ahogar la frustración.
"Bueno, no esperes mucho más. El tiempo corre, ya lo sabes", le aconseja la erudita de turno antes de marcharse, satisfecha consigo misma por haber compartido tal sabiduría. La erudita se va. La mujer aguanta la sonrisa. A solas, llora...
Llora porque se ha quedado embarazada cuatro veces y porque ha abortado las cuatro.
Llora porque lleva intentando quedarse embarazada desde la noche de bodas, y eso fue hace cinco años.
Llora porque su marido tiene una exmujer que sí le ha dado hijos.
Llora porque quiere probar la fecundación in vitro desesperadamente, pero no se lo puede permitir.
Llora porque su mejor amiga no quiere ser su vientre de alquiler. Como ya le ha dicho, "sería muy raro".
Llora porque la medicación que está tomando impide que se quede embarazada.
Llora porque este tema es motivo de conflicto en su matrimonio.
Llora porque el médico le ha dicho que ella está bien, pero en el fondo sigue pensando que la culpa es suya.
Llora porque su marido se echa la culpa, y esa culpa hace que sea difícil vivir con él.
Llora porque sus hermanas tienen hijos.
Llora porque una de sus hermanas ni siquiera quería tener niños.
Llora porque su mejor amiga está embarazada.
Llora porque su madre le sigue preguntando que a qué está esperando.
Llora porque sus suegros quieren ser abuelos.
Llora porque sus vecinos tienen gemelos y los tratan fatal.
Llora porque hay chicas de 16 años que se quedan embarazadas sin querer.
Llora porque es una tía genial.
Llora porque ya había pensado nombres.
Llora porque en su casa hay una habitación vacía. Llora porque dentro de su cuerpo hay un vacío.
Llora porque tiene mucho que ofrecer.
Llora porque su pareja sería un gran padre.
Llora porque podría ser una gran madre, pero no lo es.
El algún lugar hay una mujer de 34 años con 5 hijos. La gente le dice: "¿Cinco? ¡Por Dios, espero que ya hayas acabado!" y se ríe... porque ese tipo de comentarios hacen gracia. La mujer también se ríe, pero no es una risa sincera. Ella cambia de tema, como hace siempre, y hace la vista gorda ante esa falta de respeto. Otro día igual. A solas, llora...
Llora porque está embarazada otra vez y siente que tiene que esconder la alegría.
Llora porque siempre quiso tener una familia numerosa y no entiende por qué a la gente parece molestarle.
Llora porque no tiene hermanos y se sintió muy sola cuando era niña.
Llora porque su abuela tuvo 12 hijos y le encantaría ser como ella.
Llora porque no puede imaginarse la vida sin sus hijos, pero la gente los concibe como un castigo.
Llora porque no quiere compasión.
Llora porque la gente asume que esto no es lo que quería.
Llora porque la gente asume que es una irresponsable.
Llora porque la gente piensa que no tiene ni voz ni voto.
Llora porque se siente incomprendida.
Llora porque está harta de tener que defender sus decisiones privadas.
Llora porque ella y su marido son perfectamente capaces de mantener a la familia, pero eso parece dar igual.
Llora porque está harta de los comentarios graciosos.
Llora porque no mete las narices en la vida de los demás.
Llora porque le gustaría que los demás no metieran las narices en su vida.
Llora porque a veces duda de sí misma y se pregunta si debería haber parado cuando tenía tres hijos.
Llora porque a la gente le falta tiempo para criticar, pero no para ofrecer ayuda.
Llora porque está harta de las miradas escudriñadoras.
Llora porque no es un mono de feria.
Llora porque la gente es maleducada.
Llora porque la gente se cree con derecho a opinar de su vida privada.
Llora porque lo único que quiere es vivir en paz.
En otro lugar hay una mujer de 40 años que tiene un hijo. Y la gente le dice: "¿Solo uno? ¿Nunca has querido tener más?"
"Estoy contenta con mi hijo", contesta, repitiendo la respuesta ensayada que ha tenido que dar tantas veces que ya ha perdido la cuenta. Suena bastante creíble. Nadie sospecharía que, a solas, llora...
Llora porque su único embarazo fue un milagro.
Llora porque su hijo le pide un hermanito.
Llora porque siempre quiso tener por lo menos tres.
Llora porque su segundo embarazo tuvo que ser interrumpido para no arriesgar su propia vida.
Llora porque el médico le advierte de que otro embarazo sería "de alto riesgo".
Llora porque ya le cuesta cuidar del único hijo que tiene.
Llora porque a veces uno pesa como dos.
Llora porque a su marido ni se le ha pasado por la cabeza tener otro.
Llora porque su marido murió y no ha vuelto a encontrar el amor.
Llora porque su familia piensa que con uno es suficiente.
Llora porque está centrada en su carrera y no puede permitirse quedarse rezagada.
Llora porque se siente egoísta.
Llora porque aún no ha perdido el peso que ganó durante el primer embarazo.
Llora porque la depresión posparto fue muy intensa.
Llora porque no quiere ni pensar en tener que volver a pasar por eso.
Llora porque tiene problemas físicos y el embarazo solo los acentúa.
Llora porque aún lucha contra la bulimia.
Llora porque tuvo que someterse a una histerectomía.
Llora porque quiere tener otro hijo, pero no puede.
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