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Cuando nació mi hijo mayor, Torin, ya tenía una idea de cuándo daría sus primeros pasos, diría su primera palabra e identificaría los dibujos de los libros. Cuando no conseguía hacer algo en el momento esperado, me preocupaba. ¿Por qué todavía no caminaba? ¿Cuándo iba a hablar por primera vez? ¿Por qué no era capaz de distinguir objetos de un libro?
Torin, por otra parte, es muy comprensivo con las personas. Hubo una vez que yo estaba viendo la película Magnolias de acero con una caja de clínex y subió conmigo al sofá para acariciarme la espalda. La gente se enamoraba de él en el supermercado porque siempre les regalaba una enorme sonrisa y, cuando jugaba con otros niños, los demás se acercaban siempre a él, dejándole los juguetes.
¿Qué debe hacer una madre en este caso? Mi respuesta: respirar hondo y darse un baño caliente. Todos los niños tienen sus puntos fuertes y, cuando los reconozcamos, nos daremos cuenta de que a nuestros pequeños les va a ir bien.
El poder de la variabilidad
Ahora tengo cuatro hijos y soy maestra, por lo que estoy familiarizada con el concepto de 'variabilidad'. Así, dejo de lado las comparaciones y celebro las fortalezas de mis niños.
Nuestros hijos tienen una mezcla de puntos fuertes y débiles desde que son bebés y eso es una realidad. Esa combinación mágica, junto con el ritmo al que van avanzando, son los elementos que les definen. Esto es la variabilidad.
Se tienden a definir una serie de hitos para un bebé medio: pero eso no existe. Los niños tienen una serie de fortalezas determinadas y son sumamente inteligentes a su manera. Efectivamente, puede que necesiten apoyo para desarrollar ciertas destrezas, porque también tienen debilidades (¡como todo el mundo!), pero es mucho más sencillo desarrollar esas habilidades aprovechando sus fortalezas.
Una forma de apreciar el concepto de variabilidad es comprender la teoría de las inteligencias múltiples. Howard Gardner, un profesor de renombre en la Universidad de Harvard, planteó ocho tipos distintos de inteligencia, dado que el concepto 'inteligencia' es muy limitador. En definitiva, los padres deben olvidarse de los hitos de sus hijos y celebrar todas sus habilidades.
En lugar de preocuparse por lo que no saben hacer los niños (algo que resulta tentador), es importante celebrar su inteligencia, porque es única. Por ejemplo, puede que a un niño le cueste dar los primeros pasos, pero luego sea increíblemente empático y sea capaz de conectar con las personas. Esta inteligencia interpersonal es un talento que debe promoverse y valorarse, porque puede llevarle muy lejos.
Entonces, ¿cuáles son los ocho tipos de inteligencia?
1. Inteligencia lingüística y verbal (manejarse bien con las palabras)
Estos niños aprenden a hablar muy pronto, experimentan con el lenguaje balbuceando e inventando canciones e historias. Son lectores tempranos, les encanta contar cuentos y que les lean en alto.
2. Inteligencia lógica (son buenos con las matemáticas y resolviendo problemas de lógica)
Puede que nuestro pequeño aún no haya hablado, pero que sea un fenómeno con los puzles, construyendo cosas con bloques o tratando de averiguar cómo alcanzar algo que está arriba en la nevera. Si es el caso, probablemente estemos ante un futuro ingeniero que siempre será capaz de usar esa inteligencia para pensar de forma crítica y resolver problemas.
3. Inteligencia espacial (buenos con los dibujos)
Tal vez sea un pequeño artista. A estos niños les encanta dibujar y reconocen dónde han estado cuando van de paseo. ("¡Esa es la casa azul en la que ayer vimos una ardilla!"). También les apasiona mirar libros con imágenes o álbumes de fotos.
4. Inteligencia musical (capacidad con la música y el ritmo)
Puede que a la pequeña le encante ir a clase de música, que convierta una maceta en un instrumento y cante en la ducha. Entonces, probablemente sea una Mozart en potencia con un don para la música, y esto es algo que hay que cuidar.
6. Inteligencia interpersonal (son buenos con las personas y la comunicación)
Cuando era pequeña, mi madre decía que yo era muy persuasiva. A estos niños se les dan muy bien las personas. Son extrovertidos, no les cuesta hablar con desconocidos y probablemente no tengan ningún problema cuando sus padres les dejen en el colegio porque tienen muchos amigos con los que jugar.
7. Inteligencia intrapersonal (se conocen a sí mismos)
Hay niños que son expertos en leer sus propias emociones y profundizar sobre ellas. Son personas muy reflexivas e introspectivas y siempre saben distinguir cuando están tristes, enfadados, avergonzados y por qué. Muchos padres se esfuerzan en ayudar a sus hijos a entender sus sentimientos, pero hay niños que son conscientes de forma natural.
8. Inteligencia natural (inteligentes respecto a la naturaleza)
¿El niño no para de mirar los bichos? ¿Le encanta jugar en el barro? ¿Se pasa el día señalando cosas al otro lado de la ventana? De ser así, es muy probable que tenga mucha inteligencia natural y que le encante la jardinería, caminar por el campo y rebozarse en las hojas.
Esta noche, cuando veas jugar a tu hijo, tómate un momento para reflexionar sobre sus destrezas. No olvides que esas fortalezas le permitirán superar muchos obstáculos y tener éxito en el futuro.
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