J. M. MARQUÉS PERALES
Derecha e izquierda tienen modos distintos de abordar el calentamiento, pero no vamos a debatir si la Termodinámica existe
La certerza científica existe, la atmósfera y los oceános de la Tierra se están calentado, y el último informe del panel de científicos de Naciones Unidas sostiene de modo inequívoco que la causa es el consumo de combustibles fósiles. No hay peor forma de abordar el calentamiento global que bajo la perspectiva del eje derecha e izquierda. Los modos del solventarlo pueden ser diferentes, los intereses son legítimos, habrá quien opine que las eléctricas desean convertir su pueblo en un azulejo de baldosas de placas solares o que lo correcto sea volver a la energía nuclear, pero no se puede seguir debatiendo sobre el segundo principio de la Termodinámica. Otro círculo rojo para envolver a los negacionistas, la bota de los turbios de quienes niegan el volumen de la Tierra, la existencia del virus del Covid y el motor de la evolución en el surgimiento de las especies.
Claro, siempre podemos optar por el truco mental que utilizó Trump cuando un grupo de científicos estadounidenses le presentó un informe concluyente sobre la subida de las temperaturas: "No me lo creo". O como el diputado sevillano de Vox que argumentó que moría más gente de frío que de calor, una lógica parecida de los que niegan que el machismo mata bajo el argumento de que las mujeres también asesinan a los hombres. O que hay niños que pegan los padres para envolverlo todo en un batiburrillo llamado violencia doméstica.
Lo que estamos comenzando a palpar no es un cambio climático, que es un eufemismo como los daños colaterales que tapan los civiles muertos en las guerras, sino un calentamiento global, algo tan simple de comprender como el efecto invernadero: a más dióxido de carbono, mayor temperatura. Más calor, más sequías, más incendios y más inundaciones; en defintiva, más extremos, porque el resultado no es que cada día estaremos 1,5 grados más calentitos que en años pretéritos como cree el diputado Contreras, sino que las olas de calor durarán más, los inviernos serán más cálidos y a las sequías prolongadas seguirán fuertes borrascas que agotarán toda su energía en apenas dos días.
Y hay otra certeza: algunas regiones del planeta lo pasarán peor que otras, y Andalucía está entre las zonas de mayor afectación. Hay que sumarse a la reducción del uso de este tipo de combustibles con una característica propia de esta tierra, la abundacia de días de Sol, y a la vez ponerse a mitigar el calor de las poblaciones y la evaporación de los cauces con amplias forestaciones de sierras, plazas y avenidas.
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