Médicos y expertos aconsejan "una breve siesta, pues fortalece el sistema inmunitario, alivia el estrés y mejora el rendimiento"
El placer de sestear |
En torno a las cinco, esa hora lorquiana por excelencia: "A las cinco de la tarde. /Eran las cinco en punto de la tarde. Un niño trajo la blanca sábana/ a las cinco de la tarde", dejo la siesta de 30', me preparo una infusión de hierbas y ante el ordenador, me pongo a escribir sobre la siesta y el placer de sestear.
"A las doce había empezado el calor. El tren se detuvo diez minutos en una estación sin pueblo para abastecerse de agua... La mujer inclinó la cabeza y se hundió en el sopor...Eran casi las dos. A esa hora, agobiado por el sopor, el pueblo hacia la siesta". La siesta del martes, es un precioso relato del libro Los funerales de la Mamá Grande, de Gabriel García Márquez.
En el diccionario abreviado del español actual, de Manuel Seco, busco sestear: dormir la siesta y descansar el ganado a la sombra durante las horas de calor. Siesta del carnero o del canónigo: rato de sueño antes de comer.
Acudo a la obra que debe leer cualquiera que se precie de ser buen lector o lectora: El Quijote. Final del Capítulo XXXII de la segunda parte: "Con esto cesó la plática, y don Quijote se fue a reposar la siesta, y la duquesa pidió a Sancho que, si no tenía mucha gana de dormir, viniese a pasar la tarde con ella y con sus doncellas en una muy fresca sala. Sancho respondió que aunque era verdad que tenía por costumbre dormir cuatro o cinco horas las siestas del verano, que por servir a su bondad, él procuraría con todas sus fuerzas no dormir aquel día ninguna, y vendría obediente a su mandado, y fuese".
Cuando eres joven no le das valor a la siesta. Quieres llenar el día de actividad, vivir cada instante a tope. En la madurez empiezas a valorar la siesta. Y cuando te has jubilado es cuando disfrutas del placer de sestear. Yo suelo advertir a amigos y familiares: llámame cuando quieras, excepto en la hora de la siesta, esa hora indeterminada entre las tres y las seis de la tarde. Cuando en este tramo recibes una llamada amable con musicalidad americana, que te ofrece cambiar de compañía telefónica, respondo: ¡Perdone, en España es la hora de la siesta, en otro momento quizá le atienda, pero esta hora es para mí sagrada! Y tras colgar, trato de volver a mi placentera cabezada.
Dice el refrán: "Comida sin siesta, campana sin badajo". Cuántas veces no hemos visto en el metro o en el autobús de la ciudad, a alguna persona dar una cabezada, personas que vienen de trabajar o acumulan horas pendientes de sueño y se quedan fritos en el transporte público. En Madrid, en mi juventud, fui testigo de ver como había personas que cogían el metro, se sentaban y dormían hasta que el empleado les daba en el hombro y les decía: ¡Hemos llegado al final, tiene que bajarse! La persona se bajaba, cambiaba de andén y hacia lo mismo, dormir en dirección contraria a la que le había traído el sueño. En las obras se para a la una para comer y en verano, se busca la sombra. Algunos comen deprisa para sestear un rato antes de volver al pesado curro. Y lo mismo ocurre, en las tareas del campo, en la aceituna, en la vendimia, en la fresa, en los invernaderos. Si se para al mediodía, se come rápido el bocadillo, o lo que venga en la tartera y a dar una cabezada reparadora antes de volver al tajo. Hay un cuadro genial de Van Gogh: Campesinos durmiendo la siesta, hombre y mujer sesteando sobre las gavillas a la sombra de la mies, que ilustra muy bien la siesta.
Los trabajadores extranjeros que vinieron a la Expo de Sevilla, en el 92,descubrieron el placer de la siesta y corrigieron su percepción sobre nuestro comportamiento con el trabajo, y nuestra forma de aprovechar la noche para vivirla, tras una buena siesta. Los adictos a la Feria de Abril, no podrían aguantar si no fuera por esas reparadoras siestas. Médicos y expertos aconsejan "una breve siesta, pues fortalece el sistema inmunitario, alivia el estrés y mejora el rendimiento". En Japón, muchas empresas permiten a sus trabajadores echarse una siesta para recuperarse y retomar el trabajo con nueva energía. Seis de cada diez españoles no duermen la siesta. Es todo un numerito, ver a la gente dar cabezadas en reuniones de empresa, en sesiones del Congreso, clases en la Universidad, cursos de verano (he dirigido once en la UPO en Carmona, y sé de lo que hablo), cuando se convocan a primera hora de la tarde, entre las cuatro y las cinco, cuando lo que le apetece al cuerpo es una buena siesta. Y ahora en verano, en época de vacaciones, es cuando mejor se valora el placer de sestear. ¡Prueben con la siesta y verán como repiten!
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