viernes, 6 de noviembre de 2015

Observatorio a escala planetaria granadahoy.com

El Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada se ha convertido en un enclave destacado para la investigación y seguimiento de procesos remotos de gran interés mundial
IGNACIO HENARE

Hay dos tipos de procesos que provocan cambios a gran escala. Por un lado, los que han adquirido una dimensión planetaria a partir de la suma de impactos locales (tales como la fragmentación del territorio o los cambios de usos del suelo). Por otro, los que, con independencia de cuál sea su origen, tienen efectos que se propagan a escala planetaria a través de las envolturas fluidas de la Tierra: las aguas oceánicas y continentales y, sobre todo, la atmósfera. En este segundo grupo se incluyen los procesos considerados más genuinamente globales, y son precisamente los procesos que pueden observarse mejor desde las atalayas que constituyen las montañas más elevadas del planeta. 

En este sentido, Sierra Nevada se ha constituido en un observatorio privilegiado de la atmosfera y de otros aspectos relacionados con el clima: gases de efecto invernadero, balance energético, radiación ultravioleta, deposición de partículas atmosféricas y contaminantes o el transporte de formas biológicas de resistencia y microorganismos. 

En la estación de seguimiento de la radiación electromagnética Juan Antonio Morente, situada en la Loma del Mulhacén, a 2.500 metros de altitud, en la vertiente sur de Sierra Nevada, se registran las señales producidas por los rayos de las tormentas que se producen en diferentes lugares de la Tierra, particularmente en el cinturón tropical. Esta radiación se transmite por todo el globo terráqueo a través de la capa atmosférica existente entre la superficie terrestre y la ionosfera, que actúa como guía de ondas. Esta reciente instalación gestionada por un grupo de investigadores de la Universidad de Granada, constituye una herramienta valiosa para hacer un seguimiento, desde Sierra Nevada, de los principales centros tormentosos del planeta. 

Esta estación mide las llamadas resonancias de Schumann, que actúan como un termómetro global de la Tierra y podrá aportar datos relevantes sobre el cambio climático global. Los datos obtenidos también contribuirán al estudio de la incidencia de tormentas solares y precursores sísmicos sobre la ionosfera que se sumarán a los de otras estaciones distribuidas en diferentes puntos de la Tierra y podrían servir, en un futuro próximo, para la predicción de terremotos con antelación de días o quizás semanas. 

Los ecosistemas de alta montaña son importantes sensores de la contaminación global porque su aislamiento de la actividad humana, (ciudades, industrias, vehículos), les hace ser receptores, paradójicamente, de las emisiones que circulan a través de la atmósfera. Los elementos tóxicos, desde metales hasta pesticidas, se depositan en los ecosistemas de montaña, incorporándose a las cadenas tróficas y a los ciclos biogeoquímicos. Por estas razones en Sierra Nevada se realiza un estudio continuado de la concentración de diversos contaminantes. 

En el seguimiento realizado en los últimos años se constata la gran diferencia entre los niveles de contaminación de Sierra Nevada y la aglomeración urbana de Granada, sobre todo en las concentraciones de óxidos de azufre y de nitrógeno. Aunque se ha detectado una disminución de la concentración de amoniaco y ozono y un leve aumento de SO2 y NO2 en Sierra Nevada, en la evolución temporal de los últimos años, hay que señalar que en todo caso los valores de los contaminantes en la Sierra están muy por debajo de los de la capital granadina. 

El transporte atmosférico de materiales es muy eficiente, lo que implica que las emisiones en un punto determinado puedan ser transportadas a larga distancia hasta regiones distantes del planeta. Esta realidad la ponen claramente de manifiesto las investigaciones que se desarrollan en las lagunas de alta montaña de Sierra Nevada, donde se ha detectado la manera en que las comunidades se ven afectadas por diferentes vectores del cambio global, especialmente el aumento de la carga de aerosoles. La generación de aerosoles atmosféricos es un fenómeno creciente a escala global que transporta y dispersa a miles de kilómetros partículas, nutrientes, contaminantes y microorganismos. 

Los cambios en la circulación atmosférica han aumentado la llegada de polvo del Sáhara, ayudado por el avance del desierto, lo cual ha incrementado la cantidad de sustancias que se depositan en nuestras lagunas de origen glaciar, lo que a su vez induce el crecimiento de fitoplancton; este fenómeno está provocando cambios en la organización de las redes tróficas y en el equilibrio biogeoquímico de estos ecosistemas. 

Los datos obtenidos en las estaciones situadas en La Cortijuela, La Ragua y Cáñar muestran que el material particulado se deposita en más de un 70% en forma seca y sólo el restante se deposita junto con la lluvia. Este hecho refleja la singularidad del sur del Mediterráneo en relación con zonas más septentrionales del Hemisferio Norte donde la precipitación húmeda de aerosoles es predominante.

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